Conmoción por sacerdotes asesinados

Jorge Meléndez Preciado

27 de junio de 2022.- Van siete sacerdotes asesinados en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Desde José Martín Vega, en Tamaulipas, en agosto de 2019, hasta los jesuitas, Joaquín Moya y Javier Campos, el 20 de junio en Chihuahua.

Antes habían borrado de la faz de la tierra a: José Martín Vega, en 2019, Tamaulipas;  Gumersindo Cortés, Guanajuato, en 2021; Juan Antonio,  ese mismo año, en los límites entre Durango y Zacatecas; José Guadalupe Popoca, también 2021, en Morelos, y a José Guadalupe, en Baja California, en 2022, quien era el director un refugio para migrantes.

Pero los homicidios de los recientes religiosos: Joaquín Mora Salazar y Javier Campos Morales, quienes eran octogenarios, tenían treinta años en la sierra Tarahumara ayudando a los Rarámuris, fundando y manteniendo  el internado Tewecado de Santa María Guadalupe  y pertenecían a la Compañía de Jesús, de donde proviene el Papa Francisco, ha levantado una ola increíble contra la violencia que padecemos en México.

Hay además cuatro o cinco personas secuestradas, más el guía de turistas, Pedro Eliodoro Paloma, cuyo hijo dice que puede estar vivo.

Aunque ya se encontraron varios cadáveres.

Muchas incertidumbres.

Lo que sí se sabe, es que la banda  de Los Salazar, ligados al Cártel de Sinaloa, que realizó está gravísima acción está encabezada por Joel Noriel Portillo Gill, motejado, El Chueco, y por sus hermanos: Leonardo, apodado El Cinco, y Gilberto, denominado El Shakira.

Amos y señores de varias poblaciones de Chihuahua, entre ellas Urique y Cerocahui, donde fue la reciente acción delincuencial, ya habían cometido anteriores secuestros.

En el gobierno de Javier Corral, asesinaron al estadounidense, Patrick Braxton Andrew, octubre de 2018, ya que lo confundieron con un agente de la DEA. Mientras que en 2019 mataron al activista por la defensa del patrimonio natural y cultural,  Cruz Soto Caraveo.

No obstante los esfuerzos policiacos, la banda logró huir y continúa impune de esos y otros delitos.

Ahora, aparte de la persecución de fuerzas del estado de Chihuahua, hay colaboración del Ejército y la Guardia Nacional.

Pero es una nueva muestra que en determinadas entidades, los traficantes de todo y los hombres armados controlan el territorio y a los habitantes que viven en las localidades.

La condena ha sido unánime, desde el Vaticano pasando por la Unión Europea y los organismos de la ONU hasta las diferentes asociaciones y comunidades mexicanas, incluida obviamente la Universidad Iberoamericana, ligada a esta importante, activa y progresista orden religiosa que goza de enorme prestigio por sus ideas de avanzada y la protección a los necesitados.

En un comunicado, la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, Diócesis de Creel,  reclamó los cuerpos de sus miembros: Joaquín y Javier, sustraídos del templo; llaman a las autoridades a resguardar las vidas de toda la comunidad; insisten que los actuales acontecimientos no son hechos aislados, sino parte de algo constante en muchos sitios; señalan que lo ocurrido se produjo por las condiciones de violencia y olvido que no han sido revertidos por los gobernantes y apuntan que los jesuitas no callarán ante la realidad que lacera a toda la sociedad.

Muy activo estuvo en los medios el provincial de la Compañía de Jesús, Luis Gerardo Moro, quien sin estridencias ha puesto en contexto lo ocurrido y ha insistido en que hay necesidad de enfrentar la violencia y a los grupos que la propician.

Ha dicho el sacerdote Moro que seguirán presentes y trabajando por la misión de justicia, reconciliación y paz, a través de nuestras obras pastorales, educativas y sociales.

También señaló que: “Al denunciar lo ocurrido hacemos notar también el dolor que vive nuestro pueblo por la violencia imperante y nos solidarizamos con tantas personas que padecen esta misma situación, sin que su sufrimiento suscite empatía  y atención pública”.

Remata el sacerdote: “Confiamos que los testimonios de vida cristiana de nuestros queridos Javier y Joaquín sigan inspirando a hombres y mujeres a entregarse en el servicio a los más desprotegidos. Descansen en paz”.

En un mundo donde muchos supuestos religiosos abusan de su poder y someten a los demás, de Marcial Maciel a Joaquín Naasón, el ejemplo de los jesuitas Moya y Campos  es un aliento para la lucha de todos los que deseamos una vida de comunidad y concordia.

Grave problema tiene en sus manos la Cuatro T.

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