Contragolpe: Historias del Barrio

Foto: Especial

Por: Raúl de la Cruz

Sábado 26 de julio de 2025.- De la calle. Ese día es partido estaba reñido. Jugábamos en la calle De Alejandrina y Torres Quintero en medio del polvo que se levantaba por la tierra. De pronto agarré, una bola a bote pronto, y mi pelota se estrella en la cara del “Seven” ¡tremendo retrato! El “Seven” enojado grita “fuiste tú pinche Balacera…cabron serás psicólogo”…El “Seven” era un ex seminarista que deambulaba por las calles de mi barrio el Retiro. No hablaba. Por lo general balbuceaba palabras sin sentido al tiempo que se frotaba los dedos. Nunca lo vi mal vestido. Siempre de saco y pantalón de traje. Cuando me dijo esas palabras me sorprendí porque no conocíamos su voz menos la palabra psicólogo. Sabe. “Cabron!” Sólo me miro y continuó su cansada caminata de su casa al templo de Santa Inés.

Efectivamente con el tiempo me gradué como psicólogo luego de una fugaz estadía en la carrera de medicina.

El Volveremos era una cantina del barrio de El Retiro donde cada fin de semana albergaba a propios y extraños, sobre todo, después del partido con el Asturias. Ese día me sentía eufórico pues habíamos ganado un clásico de barrio vs barrio. Me fui al “Volveremos” y ahí encontré el Chipis, un amigo que jugaba en el equipo, un volante de contención que se adelantó a los tiempos; gran recuperador de pelota por todos los espacios del terreno, era un diez disfrazado. Estaba sólo. La vieja rockola vomitaba “Vuelve al cabaret donde te encontré bailando. Vendiendo tu amor al mejor postor, soñando. Vuelve ahí cabaretera…” Chipis, alzaba su caballito y adentro, luego una bocanada de sus Delicados. Una cerveza por favor, pido mientras acompaño a mi amigo. Qué onda Bala, buen partido, me comenta con voz bajita prácticamente forzado.

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“Me siento de la chingada y no sé qué hacer. La Irene me dejó y se llevó los niños”, me confío. No sé qué decirte le respondí. Un sorbo a la Superior. Creo que lo más conveniente es que mandé todo a la chingada. Ya no soporto este dolor”, agregó. Lo escuché por varias horas, entre cerveza y caballitos. “Chipis” jamás volvió a ser el mismo. Se perdió en el mundo del alcoholismo. Terminó en la calle y un día desapareció. Jamás se supo de él. En estos días lo recordé porque vi a una persona parecida en el camión. Con el paso del tiempo reporteando un cuadrangular en ciudad de Chicago, luego de partido entre las Chivas contra la selección de los Estados Unidos dirigidos por Bora Milutinovic, decidí irme caminando del estadio Soldier Field a mi hotel por la avenida del Lago. Es una esquina me llamó la atención una persona delgada de pelo largo de cara conocida. Me le quedé mirando y sin mediar palabras me dijo: “pinche Balacera, mira donde te vengo encontrar”.

No lo podía creer. Era el Chipis. Qué fue de ti, en el barrio todos te creen muerto, le pregunté.

“Sí, soy un muerto en vida desde que me dejó mi mujer”, me respondió al instante que se perdió entre la gente.