Partidiario
Criterios
- El lunes 22 de julio se hizo viral en redes sociales una oportuna y excelente gráfica (en portada) del fotoperiodista de Reuters José Luis González, tomada en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Es una foto que bien puede confundir a cualquiera y creer, como a mí me pasó, que se trata de una imagen de Medio Oriente, de algo así como la frontera entre Israel y Palestina, aunque de las menos agresivas que se hayan visto en esa historia sempiterna de media hermandad y odio.
En ella aparecen, frente a un elemento de la Guardia Nacional, una mujer en cuclillas vestida de gris y llorando, y un menor de pie de apenas unos cinco años de edad, igualmente vestido y mirando fijo y preocupado al militar armado que les impide seguir su camino.
La señora fue identificada como Leticia Pérez, de origen guatemalteco, quien por esas tierras desérticas pretendía seguir su marcha hacia los Estados Unidos de Norteamérica.
- Casi al mismo tiempo –el martes 23– se hizo también viral un video en el que un hombre no identificado reclama a un piquete de soldados que vigilaba la entrada de la Casa del Migrante, conocida oficialmente como Frente con Justicia, A.C., de Saltillo, Coahuila, y ordena su retiro con las siguientes palabras:
“La Ley de Migración dice que ninguna autoridad puede hacer verificaciones a cinco kilómetros de los albergues. La Casa del Migrante está protegida por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Lo que están haciendo es violatorio de la ley y están incumpliendo la ley”.
Rápido, los uniformados verde olivo suben a una camioneta del mismo color de la Policía Militar.
Estos dos hechos, perfectamente documentados, muestran, en mala hora, tres cosas, quiérase que no: la primera, que México le está construyendo, y pagando a Donald Trump, el muro que les prometió a sus votantes; dos, que con nuestros limitados recursos económicos y hasta humanos, le estamos levantando su prometido y odiado muro, y tres, que aunque el gobierno de la 4T lo niegue, nos estamos convirtiendo, o nos convertimos ya, en el llamado “tercer país seguro”.
- El mismo lunes 22, en La Mañanera, cuando el reportero de Proceso, Arturo Rodríguez, le pidió su opinión sobre el involucramiento de su consejero empresarial Ricardo Salinas Pliego ─dueño de Televisión Azteca─ en la estafa Pemex-Fertinal, el presidente aprovechó el viaje para reclamar que la revista no se ha portado bien con él, todo por el hecho de señalar sus errores cuando ha sido necesario.
“Tenemos que pensar hacia adelante, nada más no olvidar (…) Proceso, por ejemplo, no se portó bien con nosotros. No es ningún reproche”.
“El papel de los medios no es portarse bien, es informar, presidente”, le respondió el periodista.
“No, pero estamos buscando la transformación y todos los buenos periodistas siempre han apostado por las transformaciones”, dijo López Obrador, y dio el ejemplo de Francisco Zarco y Flores Magón.
“Son 150 años de distancia, presidente”, le volvió a revirar Rodríguez García.
El mandatario le replicó que los periodistas sólo analizan y critican pero no transforman la realidad.
“Es informar, presidente”, sostuvo el reportero.
“Sí, pero a veces ni eso. Es editorializar para afectar las transformaciones”.
“Editorializar es también tomar partido, presidente”.
“Sí, pero…”
“Usted quiere que nada más editorialicen a favor de usted…”
“Editorializar es lo que han hecho en Proceso, por eso ya no lo leo mucho desde que falleció Julio Scherer, a quien admiraba mucho”, concluyó AMLO, quien antes había dicho que cuando el conservadurismo, era raro que se criticara al gobierno.
Curiosamente, fue la susodicha revista prácticamente el único medio que lo hacía, y lo sigue haciendo con todos los gobernantes, cualquiera que haya sido o sea su signo político.
Concebir un periodismo únicamente para dar el visto bueno a quien está en el poder es distorsionar la realidad, es muy riesgoso, es asomarnos o acercarnos al autoritarismo. Y mucho más que eso: encaminarnos hacia el totalitarismo, hacia el “Estado soy yo” y confirmar aquello que tantas veces ha repetido el presidente que solamente él tiene la razón, que solamente él es honesto, bueno y compasivo, y todos los demás son malos, corruptos, conservadores, neoliberales y fifís.
Si algo tenemos que reclamar y cuidar la sociedad y, sobre todo, los periodistas, es la libertad de pensar, de decir, de escribir y de disentir cuando las cosas no van bien. A preferir un periodismo sin gobierno a un gobierno sin periodismo, como pensaba Thomas Jefferson.
A nadie le conviene un sistema, un gobierno, un gobernante ─por más que sea la Cuarta Transformación─ sin contrapesos y sin quién le señale sus desvíos, entre ellos el de dividir al país entre buenos y malos. Craso error el de Andrés Manuel el de querer que todos se rindan y sean sus incondicionales a sus propósitos, así sean, algunos de ellos no todos errados, por cierto, aunque él, mesiánico como es, los vista y los revista de gala.
O, lo peor: que los cubra con pieles de oveja.