Si los priistas jaliscienses se descuidan y no muestran el carácter suficiente para defender las pocas y maltrechas estructuras que todavía quedan de su partido, el responsable de sus grandes naufragios electorales en los más recientes seis años podría seguir en la penumbra, como la siniestra mano que movería la cuna del tricolor durante muchos años más.
A través de uno de los más confiables colaboradores del casi extinto virrey sexenal, podrían incluso generarse condiciones para alimentar las enfermizas ambiciones políticas, casi a perpetuidad, del “padre incómodo” del sexenio que está por fenecer en Jalisco.
Mala noticia, de trascendencia en los mediano y largo plazos para el PRI, es la decisión que la Sala Regional Guadalajara del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tomó el pasado miércoles 17 de octubre, de restituirle al PAN una diputación local plurinominal, al dejar sin efecto la resolución del Tribunal Electoral de Jalisco que confería ese privilegio al priista Manuel Alfaro Lozano, exsecretario privado del Gobernador Jorge Aristóteles Sandoval Díaz, en detrimento del albiazul José Hernán Cortés Berumen.
Pero igual repercusión tendrá la resolución de la misma sala que otorga una diputación más al PAN a través de Irma Verónica González Orozco, defenestrando al morenista Oscar Nicolás García Lomelí.
El fortalecimiento de la fracción panista en el próximo Congreso local, que con estas dos adiciones sumaría 9 diputados para convertirse en la segunda fuerza en la siguiente legislatura -que empieza sus funciones el jueves 1 de noviembre- favorecería los afanes del gobernador electo Enrique Alfaro Ramírez, de Movimiento Ciudadano, quien tendría aliados dúctiles y complacientes para su proyecto de “refundación”, si como se anticipa gana la presidencia del PAN Jalisco la actual diputada local María del Pilar Pérez Chavira, del grupo político que controla el albiazul en la entidad, que encabeza el también expresidente estatal de ese partido, Eduardo Rosales Castellanos.
La resolución de la Sala Regional Guadalajara del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sería una carambola de tres bandas: de manera tangencial influiría en la elección del dirigente estatal del PRI; fortalecería en el Congreso local al socio clave del próximo gobernador y debilitaría a Morena, la principal fuerza de oposición en la legislatura de Jalisco, al quedarse sólo con 7 diputados, más uno de su aliado el Partido del Trabajo.
El Congreso de Jalisco quedaría, hasta ahora, con 14 diputados de Movimiento Ciudadano; 9 del PAN, 7 de Morena, 4 del PRI (aunque ya su exdirigente estatal Héctor Pizano Ramos anunció que se va a MC), 2 del PRD, y uno más, respectivamente, para el PT y el Partido Verde. La mayoría simple en las votaciones sería de 20 del total de 38 sufragios posibles y la mayoría calificada sería de 26 votos.
Si el Gobernador Sandoval Díaz lograra imponer en la presidencia estatal del PRI, como presumen en amplios sectores del tricolor de Jalisco, a su exsecretario particular Alfaro Lozano, mantendría la presencia malsana de quienes llevaron a ese partido al naufragio.
Usted recordará que, aunque perdió la elección de Gobernador en el 2012, el candidato de Movimiento Ciudadano, Alfaro Ramírez, sumó más votos en 10 de los 12 distritos metropolitanos para un total de 735 mil 738 sufragios, contra 577 mil 481 de Sandoval Díaz. Una diferencia de 158 mil 237 sufragios.
Tres años después, con la abierta injerencia en los comicios del padre del Gobernador, el Magistrado del Supremo Tribunal de Justicia, Jorge Leonel Sandoval Figueroa, en las elecciones del domingo 7 de junio del 2015, Alfaro Ramírez fue candidato a la Alcaldía de Guadalajara, la que ganó cómodo, con el 50.83 por ciento de los sufragios.
En los comicios del pasado domingo 1 de julio del 2018, finalmente Alfaro Ramírez llegó a la Gubernatura.
Nada venturoso sería el panorama del PRI si el Gobernador saliente lograra imponer en la presidencia del partido a alguno de sus incondicionales. Sería anticipar la misma historia de derrotas.