De candidatos, partidos y periodismo

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Que recuerde, a lo largo de mi actividad periodística no me había tocado vivir ─incluso padecer─ campañas políticas tan insulsas, vacuas, tan sin sentido y, por ende, intrascendentes, desmotivantes y, podríamos decir, sin principios ni propuestas como las actuales en las que, como nunca, se juega no sólo el futuro de cada distrito, municipio o de los 15 estados en que habrá contienda, sino del país todo. candidatos

Son tantos los partidos en la contienda ─13 en Jalisco y un ejército que ronda los 20 mil candidatos que ─ esto parece más una feria que una elección.

Ante una actualidad cada día más confusa, hacen falta buenos candidatos, mejores propuestas y auténticas campañas políticas. Pero no. La mayor parte navega sin un programa a cumplir, sin un rumbo concreto.

Hoy, los aspirantes a puestos de elección popular ─presidencias municipales, regidurías, diputaciones locales y federales y 15 gubernaturas─, hacen de todo para llamar la atención, shows, por ejemplo, para atraer a la gente: cantan, echan maromas, le hacen al drama, bailan, tratan de hablar en público y los ahoga el pánico escénico o la falta de ideas y no tienen palabras.

En ocasiones ni idea de hacia dónde van o quieren ir: no tienen algo que exponer de su ronco pecho y paran de repente porque se les olvidó el machote de su propia presentación que alguien les sugirió y terminan anticipadamente derrotados… a la espera de que su partido los salve porque esos aspirantes, sean ellas o ellos, nada sabe de su supuesta doctrina.

Dan pues pena ajena los abanderados de todos los partidos políticos. Todos están igual: ausentes de lo que buscan y no hacen propuestas concretas en materia de seguridad, medio ambiente y ¡qué no decir de lo que estamos más urgidos que es la justicia y el combate real y frontal contra la impunidad y la corrupción.

Tampoco se les ha escuchado hablar sobre qué hacer para impulsar el crecimiento económico, de cómo dar mejores empleos, bien pagados; se olvidan de hacer un alto y cuestionarse qué lecciones nos está dejando la pandemia en todos los órdenes y ni siquiera se preguntan qué tanto ha sido un triunfo o un fracaso la forma como se le ha hecho frente y qué hay que corregir y a quién hay que castigar y si ha habido más política que sanidad. No cuestionan los estragos que ha causado ni qué hacer para que esto no vuelva a suceder.

En el caso de los candidatos a las alcaldías, no dicen cómo y cuándo van a hacer frente a los servicios públicos. De las propuestas de los aspirantes a diputados, algunos apenas si acaso saben su nombre, pero nada tocan de lo que corresponde esencialmente a los legisladores y no cuestionan presumibles o reales violaciones a la  Constitución como fue el caso de extender por dos años más el ejercicio del presidente de la Suprema Corte que, de cumplirse, se podría hacer lo mismo en la Presidencia de la República.

Pero no sólo hay carencia de propuestas concretas y realizables, particularmente en el ámbito de los servicios municipales que es lo más próximo al tan traído y llevado pueblo. Cuando un candidato que se siente mejor posicionado es cuestionado, como es el caso de Pablo Lemus,  no sólo atiende con displicencia a quien lo cuestiona, sino que, incluso, hay agresión  ─sino directamente de él, sí de algunos de sus seguidores,─ como le ocurrió a nuestra compañera Josefina Real solo por mencionarle su situación con el Servicio de Administración Tributaria.

Hace tres semanas, la madre de este candidato, Maya Navarro de Lemus, amenazó a Gloria Reza por difundir un video de agresiones de su personal a un ciudadano y a sus dos hijos menores de edad.

Sépanlo de una vez por todas los partidos políticos y sus candidatos, que ellos, más que nadie, van más de pasada que el periodismo y los periodistas. Los “suspirantes” son, casi todos, flor de un día, y tanto más si pierden. Muchos de ellos hoy se visten de un color ideológico ─y hasta de varios cuando van en alianza─ y mañana, si sobreviven, ya estarán en otra agrupación política.

El periodismo y el periodista no. Nosotros no vemos el mundo con el cristal momentáneo, del partidismo. Quienes hacemos esta “talacha” (Vicente Leñero dixit), y la hacemos por vocación y convicción, no nos vestimos ahora de un ropaje y mañana de otro. Nuestro compromiso está con la verdad y la sociedad, independientemente de tiempos y colores. Nuestro espectro es mucho más amplio y transparente.

Por fortuna no somos tan reduccionistas como sí lo son muchos políticos. Nuestra bandera, la de quienes hemos vivido de este oficio toda la vida y no hemos ido de paso, es la misma siempre: informar, analizar y formar opinión en beneficio de todos y a costa, no pocas veces de los poderes de toda índole, sean políticos, económicos o de grupos que acechan hoy como nunca a todas las instituciones o formas de ser independientes o autónomas, entre ellas el periodismo desde la tribuna más alta y de mayor difusión diaria.

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