De cumbre en cumbre

De cumbre en cumbre

Juan M. Negrete

Parece ser que fue Hugo Chávez, el líder venezolano, quien soltó la frase de que mientras nuestros gobiernos andan de cumbre en cumbre, los pueblos se la pasan de fosa en fosa. Si no lo dijo así, podríamos ensayar a suscribirle la ocurrencia, pues posee su rúbrica.

Acaba de celebrarse una cumbre de potentados en Alaska. Ayer viernes se ocuparon los medios de todo el mundo en reseñar el encuentro tenido entre el presidente gringo, Donald Trump, y su homólogo ruso Vladimir Putin. Ocurrió a horas del mediodía para aquella región norteña y se reporta que duraron un poco más de tres horas en dicho encuentro. Parece que también se dieron un festín de eutrapelia, como debe ser pues normalmente nadie se malpasa, salvo los muy necesitados.

Un contingente amplio de periodistas se congregó en las instalaciones destinadas allá para difundir la información sobre lo que hubieran tratado los magnates. Es lo usual. Estos eventos se desarrollan a puerta cerrada primero y luego salen del refugio las cabezas del trato, para que el gran mundo se entere de lo que haya al caso. Y ocurrió tal cual. Aunque tras la exposición de los destacados parlantes, ambos y sus comitivas de acompañantes se retiraron del lugar. No hubo preguntas. No hubo aclaraciones posteriores. Todos nos quedamos chiflando en la loma.

Habría que señalar algunas similitudes con la realización de otras cumbres similares. Si la esperanza de muchos ciudadanos del mundo estaba fincada en ligar este acontecimiento con el restablecimiento de la paz en la encendida Ucrania, tal ilusión se frustró. O si se tocó adentro, no se informó nada de tal punto en la conferencia de prensa habida después del encuentro.

Si Ucrania era uno de los puntos álgidos a tratar, fue notoria la ausencia tanto de Zelensky como de personeros de la UE. Ucrania es el escenario de los combates y es el pueblo que está poniendo los muertos. Algunos destacados gobiernos europeos no sólo azuzan el conflicto, sino que aportan armamento y recursos en abundancia para la confrontación. De no ser por estos apoyos en especie y en efectivo, tal vez ni siquiera hubiera estallado el conflicto. Es un decir extendido entre los conocedores y habrá que hacerles caso.

La ausencia de ucranianos y/o europeos en dicha reunión hace recordar la crisis de los misiles en el Caribe en 1962. La URSS había sembrado, en su apoyo a la revolución cubana, una buena cantidad de misiles atómicos que apuntaran a algunas ciudades gringas. Se sentaron a negociar los capos de las dos potencias involucradas en el litigio. Por los gringos, John F. Kennedy; por la Unión soviética Nikita Kruschov. Los grandes ausentes en tal arreglo fueron los cubanos, tanto Fidel Castro como el Che Guevara. Nomás no les dejaron participar. Se logró conjurar el peligro de la guerra nuclear, pero los de casa se quedaron como el chinito, nomás milando.

Se podría traer a colación otra similitud frívola entre las algaradas de Trump y los extravíos de Vicente Fox. Dijo este personaje nuestro cuando andaba en campaña que, si llegaba a la presidencia, en un cuarto de hora arreglaba las diferencias con el EZLN. Pues llegó a la silla. Se le pasaron de largo todos los cuartos de hora de su sexenio, sin que arreglara nada. Así el Trompas. Refiriéndose a la guerra en Ucrania, sostuvo que en 24 horas, lo que dura pues un giro de rotación de nuestro planeta, podría poner orden y conciliar a las partes. Ya lleva el angelito más de seis meses en la silla gringa y sus esfuerzos por la paz brillan por su ausencia. O lo que es lo mismo, cae más pronto un hablador que un cojo.

Por más que estemos interesados los ciudadanos del mundo en los acontecimientos destacados, siempre nos quedamos viendo o esperando a saber por dónde correrán los dados de la fortuna. Casi todo mundo dio por adelantado que lo duro de esta conferencia de magnates versaría sobre el conflicto en Ucrania. Y, de no ser así, de todos modos este lío ocuparía sitial importante en la presente discusión de los próceres reunidos en Alaska.

Pudiera ser que la opinión mundial tuviera razón en tales intuiciones. Pero a la hora de las confesiones, los señores mandones nos pintaron a todos un violín sobre dicho asunto. Sólo nos salieron con la puntada de que acordaron que irá a haber un acuerdo. No, pos sí. Y más nos vale que volvamos a nuestras rutinas y sigamos rizando el rizo, porque los señores mandones no dejaron traslucir nada de lo que se esperaba.

Es probable también que tal asunto ni siquiera estuviera en el orden del día ni en la hoja de debates. No es lo mismo a que no fuera un asunto de interés capital para la opinión mundial. Pero como los magnates no nos están cumpliendo antojos, menos enderezando a nuestros jorobados, ni informaron nada sobre el punto a la hora de la conferencia de prensa, ni se coló pista alguna, como para calmar nuestras ansias. ¿Por qué descartar entonces que ni siquiera lo hubieran registrado en su agenda? ¿Tal conflicto, como el de Gaza también, viene a ser calentura colectiva, a la que no le llega el rumor de nuestras discordias?

Lo único que dijo Putin fue que habrá una nueva reunión, es decir, otra cumbre. Y que será en su casa, o sea en Moscú. Y Trump no lo contradijo. Otra cosa será que Trump acepte que se realice allá, o que se realice siquiera. Pero de que nos están pintando a todos un violín con sus silencios y sus desfiguros, ya no nos debe quedar duda alguna.

Lo notorio realmente es que, tras esta cumbre en la que el gobierno gringo le tiende la alfombra roja para conferenciar, a pesar de las sanciones y de las condenas de los tribunales internacionales, Rusia les sigue siendo a los gringos un interlocutor indispensable. Lo mismo que China, la gran ausente. ¿Qué vendrá más adelante? Lo veremos.