Por Jaime Eloy Ruiz Barajas
Jueves 11 de mayo de 2023.- Los impactos a los ecosistemas naturales como al ecosistema heterótrofo de la urbe, son verdaderas tragedias, en ocasiones con daños irreversibles producidos por los incendios forestales, como son: la muerte de especies silvestres en los bosques y selvas, así también –y debemos lamentarlo mucho- los accidentes mortales de brigadistas forestales y bomberos que quedan atrapados por los gases y el fuego.
Esto es, las victimas que se presentan en la calamidad, como son nuestros héroes, también las consecuencias de los incendios, van más allá. Posteriores a la degradación, propinada con intención dolosa (62% para lo que va de 2023) o accidentalmente, no solo se pierde biodiversidad por daño a su hábitat, sino componentes abióticos como son toneladas de suelos con sus respectivos nutrientes y considerables volúmenes de agua que se infiltran cada año para la recarga de acuíferos –entre otros- por la carencia de cubierta vegetal. Así, observamos la erosión y arrastre de suelos que se fueron conformando a través de muchos años de materia biodegradable, y con la fuerza de la lluvia, son llevadas por los ríos miles de toneladas de suelo que llegan a los litorales, perdiéndose en el mar.
Existen estudios e investigaciones que observan y sostienen diversos beneficios silvícolas al fuego, incluso recomiendan técnicamente un manejo adecuado de este, sin embargo, cuando se trata en estos tiempos de crisis ecológica, tenemos que reconocer que hemos alterado los ciclos biogeoquímicos y convirtiendo principalmente a los bosque y selvas en zonas de alta fragilidad y muy vulnerables en un contexto desafiante y global como es el cambio climático.
Tendríamos pues, que pensar en una lógica –aunque suene en un término tecnoburocrático- que nos obliga a formular el análisis de costo-beneficio, no en sentido antropocéntrico, sino ecosistémico, esto es, pensar siempre en que los bienes naturales y beneficios ambientales son incluyentes para todos los organismos vivientes que constituimos la biosfera y por lo tanto, el Estado y la Sociedad en su conjunto, debemos saber -con toda voluntad y capacidad- invertir suficiente presupuesto para regenerar el capital ambiental perdido y establecer sistemas más efectivos de custodia y mantenimiento a partir de los diversos sectores de la población.
Metafóricamente diré que, el humo contaminante al respirar y molestar nuestro olfato, penetrando a nuestro sistema pulmonar y sanguíneo formando por esta vía, la molécula de Carboxihemoglobina y de cómo la toxicología nos indica que el monóxido de carbono (CO) afecta al cerebro y el corazón, todo ello, se convierte en neblumo que nos impide ver más allá de los acontecimientos, es decir, es una cortina que debemos hacer a un lado y pensar en soluciones viables, posibles y factibles.
Suele decirse, que nunca es tarde para empezar, pero llegará el momento en que estemos atrapados en un laberinto sin salida, creo que si seguimos permitiendo que los problemas ambientales crezcan, no habrá más remedio y estaremos rebasados sin solución alguna, en otras palabras: no habrá retorno para la sobrevivencia.
Este año 2023 ha sido fatídico para el ambiente biosferico en Jalisco, ocupando el deshonroso primer lugar del país (según el Comité Estatal de Prevención y Combate de Incendios Forestales se han presentado hasta lo que va de Mayo –el más caluroso del estiaje- una cantidad de 750 incendios forestales afectado 72,547 hectáreas; para CONAFOR son 34 mil 623.44 hectáreas dañadas y en lo que va del año son 585 incendios hasta el 4 de Mayo).
Ante esta contabilidad con versiones confusas, ¿Qué debemos hacer? Más que buscar y señalar culpables en un lugar común de especulaciones y prejuicios, sin ser asertivos por una carga de subjetividad y en un ambiente político-electoral que desvía la realidad y la auténtica voluntad de afrontar desafíos, hay que ocupar nuestro valioso tiempo en crear soluciones estructurales y precisas. Desde ya, empezar a evaluar lo acontecido con indicadores certeros y confiables.
Aquí las cifras no muestran precisión, están ausentes estudios e investigaciones serias, que en todas las áreas del pensamiento, es decir interdisciplinariamente, trabajar en un Diálogo de Saberes de este problema multidimensional, pero que tiene a fin de cuentas un claro reflejo del modelo de desarrollo económico neoliberal, que no ha sucumbido y continúa en esta vía depredadora de mercado libre, en medio de corrupción e impunidad.
*Ambientalista y Académico
Profesor-Investigador Titular de Tiempo Completo (jubilado) de la Universidad de Guadalajara.