Hubieron de pasar 35 años de “olvido” y ostracismo impuesto, y uno más del suicidio de Raúl Padilla, para que Enrique Alfaro Anguiano, recibiera en el Paraninfo, a su muerte, un exaltado homenaje a su rectorado en la UdeG en el que, los antes sumisos al cacicazgo, se desbordaran elogiosos a la memoria del padre del gobernador que sabe tanto de cada cual.