Del escándalo Rosario-Ahumada, ¿qué va a seguir?

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Filosofando

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Nos informa la FGR que el proceso del ahora personaje Ahumada sigue vivo; que lo de su extradición no está cancelado, aunque él ya ande libre. Pero ¿qué es lo que hizo este hombre, para que México no quite el dedo del renglón? Echemos un vistazo al pasado.

Sobre el affaire de Carlos Agustín Ahumada Kurz supimos muchas cosas. Al menos hay dos versiones. Una, oficial, sostenida por los del gobierno; la otra la reconstruimos los ciudadanos de a pie, confrontando las argucias de los hombres del poder, sus mentiras, sus dislates y sus gazmoñerías. Él es argentino, nacionalizado mexicano. Sabemos que se trata de un aventurero, de los que para adecentarse gustan nombrarse “empresarios”. Salió de Córdoba con su familia cuando tenía once años de edad y se estableció aquí. Resultó ser un audaz traficante de influencias. Subió como la espuma. A punto estuvo de colarse a la lista exclusiva de nuestros jeques oligarcas. Era su pretensión. Pero dio pasos equivocados y se cerró, solo, la posibilidad. Se le atragantó el bocado.

Su fuga a Cuba y posterior deportación están intrincadas en la disputa por el poder. En un debate entre López Obrador y el jefe Diego, aquel AMLO le espetó a la cara con dureza: “es usted un farsante… un farsante”. Se lo reiteró varias veces. Fue humillación poco usual y de amplia audiencia. Diego es presumido, retador y jactancioso. Farfulló una débil respuesta, pero juró vengarse. Su ego había sido vapuleado duramente. Ahumada le cayó como anillo al dedo para su revancha. Berta Luján, contralora del gobierno del DF cuando AMLO fue jefe de gobierno, informó a la procuraduría capitalina sobre un fraude contra el patrimonio de la delegación Gustavo A. Madero. Pagos por más de 30 millones de pesos por obras cobradas, pero no realizadas. Ciertas empresas fantasma recibieron los cheques. Se abrió la averiguación previa correspondiente. Se detuvo a uno o dos implicados. Le andaban pisando los talones al tal Ahumada, cuando éste contraatacó con sus famosos videoescándalos.

Acudió con los enemigos políticos de AMLO y les puso en las manos materiales infamantes de Bejarano y de Ponce, secretario y tesorero de quien era jefe político de la ciudad capital y que, de tornarse públicos, podrían dar al traste con su pretensión de convertirse en presidente de la república. El enredo arrancó con Diego, quien presentó a Ahumada con Carlos Salinas. Juntos, urdieron un plan maquiavélico para matar varios pájaros de una pedrada: poner a salvo a Ahumada de los dardos legales del Peje, aniquilarle su pretensión presidencial y cerrarle el paso a la izquierda hacia el poder ejecutivo nacional. Mientras la derecha lo mantuviera, el poder en México seguiría siendo el reino de la impunidad; el país seguiría siendo protectorado gringo, donde los sátrapas son estos señores tan conocidos. En sus grabaciones aparecía gente del PRD capitalino atragantándose con dádivas de dinero. Habían caído redonditos. La “virginal pureza” de los hombres de la izquierda mexicana iba a ser demolida de golpe y porrazo.

Federico Döring, diputado panista, llevó el video el tres de marzo del 2004 al programa de noticias de Brozo, el payaso libidinoso. Dijo haberlos recibido de un admirador como regalo de cumpleaños. En él, René Bejarano, colaborador muy cercano de Andrés Manuel, acopia billetes a manos llenas. No le ajustaban los portafolios, ni las bolsas del saco. Bueno, en la imagen se vio que cargó hasta con las ligas. Para antes, Ahumada había elevado una demanda contra el gobierno de la ciudad. Lo hizo en el hotel Presidente Intercontinental de Polanco. Practicó la diligencia el Ministerio Público Federal, el 20 de febrero de 2004. Ahumada presentó y ratificó su demanda, con todo confort, sin correr riesgos de indiscreción, sin la molesta presencia de orejas tronadoras. Lo asesoró Salinas. Lo cuidó el jefe Diego, junto con un delegado del organismo de inteligencia CISEN. Para juristas avezados, el hecho constituyó una violación de la PGR al Código de Procedimientos Penales y a su responsabilidad oficial.

En la entrevista con Brozo, Bejarano reveló la personalidad del empresario, Carlos Ahumada Kurz. Involucró también a compañeros suyos, como a doña Rosario Robles, exjefa del gobierno capitalino, a Carlos Imaz, a Ramón Sosamontes y a Gustavo Ponce, hombres del poder en el Distrito Federal. Más adelante, el 13 de abril del 2004, mostró fotocopias de transacciones bancarias, alegando que el escándalo encerraba un “complot” contra el gobierno de Andrés Manuel. Pero la víbora de la suspicacia contra la izquierda ya había anidado en la mente del gran público, veneno que surtió efecto.

La sombra del escándalo condujo hasta el gobierno de Vicente Fox y a sus narcotraficantes protegidos. Eso dejaron entrever los vínculos del Jefe Diego con tales capos. Por otra parte, la presencia del procurador, Macedo de la Concha, un militar en un puesto de responsabilidad civil, apuntó a Carlos Salinas de Gortari. Un especioso puente entre el poder establecido, el narcopoder, las instituciones de justicia del país, las fuerzas armadas, los lavados de dinero y la tía de las muchachas, resultaron un licuado muy indigesto. No era posible que estuvieran involucradas en tantos actos criminosos tantas instancias del poder federal y que su titular no estuviera al tanto y de acuerdo con semejantes ligas.

La PGR desmintió los puntos incriminatorios. Su trato mediático fue auspiciado y difundido por el gobierno, pero se les fue de las manos. Podían haber procesado directamente a todos los imbricados e incoarles castigos contundentes. Pero se fueron a las ramas. El departamento del tesoro gringo reveló haber entregado al gobierno los documentos sobre las andanzas del tesorero capitalino, Gustavo Ponce. Esto encolerizó a Vicente Fox, pues se sintió traicionado de los gringos. El pasado del procurador Macedo y sus nexos con la represión durante la guerra sucia fue documentado en la revista Proceso, 1383 de mayo del 2003. Milenio Diario dio a la luz también las ligas amistosas del procurador Macedo con Ahumada. Fotos de ambos, donde se abrazan sonrientes, tras cascaritas de fútbol.

¿Revivirá todo este enredo con la traída desde Argentina del angelito Ahumada, o sólo se le dará curso a lo de la corrupción denunciada en contra de doña Rosario por la cuenta de cinco mil millones de pesos, hasta ahorita?

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