Desarrolladores preparan acometida contra El Bajío

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En su nota más importante del  pasado lunes, el diario más antiguo de la ciudad* informaba que “expertos en la materia –no señala exactamente en qué especialidad, si en fraccionamientos, urbanismo o ecología– consideran que es factible que en la zona (de El Bajío) se construyan desarrollos urbanos sustentables de forma controlada”.

Bajo el encabezado, a ocho columnas: “Ven factible desarrollo controlado en El Bajío”, El Informador daba cuenta de que no obstante que existe un decreto que establece a esta área como zona de recuperación ambiental, aunque faltan los planes parciales de desarrollo, se puede fraccionar –aunque no lo especifica pero se deduce– para su venta al mejor postor, que sin duda no faltará.

El experto consultado por el periódico, Fernando Rueda Lujano, indica que ojalá se hubiera conservado El Bajío como la zona agrícola que fue hasta hace 50 años, pero como eso no ocurrió en todo ese polígono de 980 hectáreas, de las cuales 315 están urbanizadas, como es el Estadio Chivas, Villa Panamericana y otras construcciones, “ahora necesitas tener una política pública que tenga como eje rector la conservación y la protección, y no tanto el actuar como policías para impedir que se dé un desarrollo”.

O sea, fuera vigilancia de cualquier índole.

En otras palabras, lo que tal vez quiso decir Rueda Lujano es que si ya empezaron a construir, con o sin permisos, en donde nunca debió hacerse, pues vamos siguiéndole con el desorden y mandamos al diablo lo que nunca debió urbanizarse por ser una zona de captación de aguas de lluvia para enriquecer los mantos freáticos que abastecen a gran parte de la zona metropolitana.

Aunque el alcalde Pablo Lemus ha dicho que no autorizará la construcción de viviendas y tampoco la habitabilidad de la Villa Panamericana –que ojalá sea cierto y se mantenga en esta postura–, el aludido experto habla de hacer un desarrollo habitacional “ordenado”, de baja densidad, “en donde se privilegien las áreas verdes”.

¿Y quién lo va a ordenar, si nadie parece dispuesto a hacerlo y menos a cumplirlo?

La cuestión aquí es que en El Bajío jamás debieron construirse ni estadios, ni estacionamientos, ni villas, ni escuelas o universidades, porque cualquier construcción significa impermeabilizar el suelo, como se ha hecho hasta ahora, y las aguas no se infiltran, se escurren, se van, y la poca que queda se evapora.

Eso de “privilegiar las áreas verdes” se viene diciendo desde hace decenios, y lo común de los voraces fraccionadores ha sido que lo menos importante para ello son los parques, los jardines, los árboles y todo lo que signifique verde natural, porque les resulta gravoso para sus bolsillos perder metros y entregarlos a estos fines como donaciones obligadas a los ayuntamientos.

Casos se han dado, aun en urbanizaciones de poca densidad y en lugares conocidos como residenciales, que entregan al municipio angostos camellones como áreas verdes.

Ahora imaginemos si van a cumplir siquiera con lo que los enviados de esos empresarios voraces, o ellos directamente, proponen o prometen. A los promotores de vivienda individual o en condominio lo que les interesa es ganar metro a metro millonadas de pesos.

De acuerdo con ese propósito, la de hacer habitacional El Bajío sin importar qué tanto quedará –si poco, algo o nada– como lugar de recuperación ambiental, el arquitecto José Pliego Martínez, presentado por el diario como  especialista en diseño y planeación, recuerda que desde hace años se ha propuesto que entre el 50% y el 60% de dicha área se conserve con espacios abiertos con cuerpos de agua, con usos de equipamiento urbano y zonas habitacionales , “pero no con el concepto de fraccionamientos y múltiples casitas. Lo que no se vale –afirma– es llevarlo a un extremo de decir que, dentro de esas medidas no se puede hacer nada”.

Más claro de que la idea de hacer del lugar un desarrollo urbano como cualquier otro, no tiene duda. Al carajo entonces con las zonas eminentemente arboladas, que es lo que más les falta a los municipios conurbados de Guadalajara.

Si algo se cuida en otras muchas ciudades del mundo son precisamente los lugares de recuperación ambiental, lugares de infiltración de aguas de lluvia y lugares de esparcimiento para todos. Allá, porque las leyes se respetan y hay conciencia de preservación de la naturaleza, lo que aquí nos falta.

En nuestro medio parece que lo que más nos estorba, o les estorba a los sembradores del gris cemento, son las áreas verdes. Baste observar fotografías satelitales de la ZMG de hace unos años y compararlas con las más recientes, para corroborar que esa mancha de ese triste y agresivo gris se extiende inmisericorde de manera constante, mientras las zonas boscosas como La Primavera y sus alrededores han disminuido alarmantemente, contribuyendo  enormemente al desequilibrio ecológico, al calentamiento global.

En resumen: frente a este tipo de posturas y declaraciones no se puede negar que inicia una acometida fuerte en contra de El Bajío, otrora gran productor de maíz y captador indiscutible de las lluvias que ahora, por tanto pavimento y concreto, ocasionan inundaciones y grandes daños en la ciudad, y no hay, y lo habrá menos en el futuro, arroyo o colector que resistan las crecidas, cada vez mayores.

 

*El Informador, que el sábado 5 de octubre cumplió 102 años, está ente los cinco diarios de mayor antigüedad en el país, justo después de El Dictamen, de Veracruz (121años); El Universal (103); Excélsior (102). Casi a la par está El Porvenir, de Monterrey (100 años).

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