Dolariza generada por migrantes

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El Rincón de Clío

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Más allá de que la migración es una estrategia de supervivencia para encontrar un lugar donde vivir a consecuencia de que millones de personas no tienen condiciones adecuadas para permanecer en los lugares donde nacieron, resulta una paradoja que sean los exiliados económicos quienes al final de la jornada envíen mayores recursos desde el exterior a sus comunidades. Son millones de personas que no tuvieron un empleo dónde desarrollarse, ni condiciones de seguridad, educación, salud y esparcimiento, y que luego de pasar una serie de penurias, encuentran trabajo y mandan recursos a sus pueblos de origen, con lo cual oxigenan la alicaída economía de sus parientes, y de paso, la de las naciones que no les ofrecieron un lugar para quedarse.

La paisanada mexicana y de origen mexicano que habita en Estados Unidos (38.5 millones de personas, de ellos, 12.3 millones son migrantes, 13.5 millones son hijos de migrantes mexicanos y 12.7 millones tienen ascendencia mexicana) no se sustrae de esta dinámica, por el contrario, se ha vuelto pieza clave en el envío de billetes verdes a nuestro país, convirtiendo a nuestra nación en el cuarto receptor de remesas del mundo, solo atrás de China, India y Filipinas.

Según el último reporte de BBVA-Bancomer y Consejo Nacional de Población (Conapo), Anuario de Migración y Remesas en México 2019, el envío de remesas a nuestro país por parte de los paisanos en Estados Unidos alcanzó el año pasado la cifra de 33 mil 470 millones de dólares, es decir, el equivalente al 2.7% del Producto Interno Bruto (PIB). Los envíos continúan al alza, y según las proyecciones para este año, se estima que los billetes verdes mandados por los mexicanos lleguen a 35 mil 640 millones de dólares, y para el 2020 alcancen la cifra de 37 mil 200 millones de dólares. Hoy en día, cada familia remesera recibe en promedio 340 dólares (alrededor de 6 mil 841 pesos).

Ya de por sí, el envío de remesas es una cifra enorme de recursos para cualquier economía en el mundo, si además de ello, la comparamos con los recursos que llegan a México por inversión extranjera directa (IED) o turismo, la dolariza migrante se resignifica como pieza clave en el engranaje económico de nuestro país. El monto de la IED asciende a 29 mil 369 millones, en tanto la industria turística genera 21 mil 824 millones por turismo extranjero.

Si bien, se ha demostrado que las remesas no permanecerán por siempre y para siempre en el escenario migratorio, pues existen varios factores que inciden para que el envío de recursos pueda disminuir, en los últimos años la dependencia de México hacia las remesas aumenta de forma lenta, pero sostenida. A la vuelta del tiempo esto puede significar un grave problema en tanto las autoridades del país supongan que la llegada de migradólares se mantendrá constante, incluso al alza. Eso seguramente cambiarán antes de lo previsto.

Hoy por hoy, los factores que contribuyen para el aumento de las remesas cruzan por tres realidades indiscutibles: la apreciación del dólar; la mejora en las condiciones laborales de los mexicanos en Estados Unidos; la amenaza, y en algunos casos la materialización, de las redadas y deportaciones; y la marcha favorable de la económica estadunidense.

No obstante, la dolariza migrante que llega a México, al final de cuentas, son recursos que no han generado desarrollo en las familias remeseras, a la más que han contribuido es a apuntalar un poco las finanzas familiares para acceder de mejor manera a la dinámica del consumo y poder solventar las carencias producto de bajos salarios y trabajos precarios que continúan siendo la característica del mundo laboral mexicano.

Los mexicanos y latinos en general no solo producen recursos para sus comunidades, sino que forman parte de la maquinaria económica de Estados Unidos. De esto da cuenta el reporte de la Cámara de Comercio Hispana de Arizona (AZHCC, por sus siglas en inglés) donde se indica que el poder adquisitivo de la comunidad hispana en ese estado superará los 57,000 millones de dólares para el año 2022 (La Opinión, 24 de septiembre, de 2019).

Todo ello, nos demuestra que si algo generan las personas migrantes son recursos para sus comunidades de origen y las comunidades receptoras, lo cual debería de ponerse en la balanza al momento de criminalizar un acto de supervivencia como es la migración, y así hacer lo necesario para humanizar el proceso migratorio en su conjunto. Si los migrantes generan muchísimo dinero en situaciones adversas, seguramente producirían mayores recursos en condiciones favorables, y eso, al final del día, nos beneficia a toda la sociedad.

 

@contodoytriques/ Profesor de Relaciones Internacionales en el Tecnológico de Monterrey, Campus Guadalajara.

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