Puntos y Contrapuntos
Criterios
Con una pequeña ayuda de sus amigos y el oportuno homenaje a tres personajes destacados de la vida pública de México en las últimas tres décadas, el exrector de la Universidad de Guadalajara, Raúl Padilla López, cacique que controla con mano férrea la institución desde hace 29 años, hará este viernes 14 de diciembre del 2018 una inversión simbólica, que podría redituarle una muy concreta y oportuna protección.
Su confrontación con el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador augura tiempos malos y difíciles para el jefe político de la UdeG, que podría ver disminuidos los recursos que discrecionalmente ha utilizado para impulsar sus faraónicos proyectos culturales y faranduleros, y para financiar el Corporativo de Empresas Universitarias que año con año suma jugosos presupuestos que promedian 500 millones de pesos anuales, sin retribuirle a la institución utilidades.
Padilla López fue Enlace con la Comunidad Cultural en el equipo de campaña del aspirante presidencial Ricardo Anaya Cortés, postulado por la coalición Por México al Frente, integrada por Movimiento Ciudadano, PAN y PRD, quien perdió la contienda contra López Obrador el pasado domingo 1 de julio del 2018.
Y es aliado político del gobernador Enrique Alfaro Ramírez, quien llegó al poder postulado por Movimiento Ciudadano y que también tiene una abierta confrontación política con López Obrador.
Hoy viernes 14 de diciembre del 2018 el cacique de la UdeG invertirá para buscar protección. La Universidad de Guadalajara, donde no se mueve la hoja de un árbol sin su voluntad, entregará este mediodía, en el Paraninfo, el principal foro de la institución, doctorados Honoris Causa a tres veteranos e históricos políticos: al doctor Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y a la doctora Ifigenia Martha Martínez y Hernández.
FIL POLITIZADA
Pocas veces, como este año, la Feria Internacional del Libro había estado tan intencionalmente politizada. El cacique jugó abiertamente sus cartas, en forma temeraria.
El sábado 25 de noviembre del 2018, según reseñó Mural, en la inauguración de la Feria Internacional del Libro el presidente del evento, Raúl Padilla López, hizo señalamientos contra el próximo gobierno federal.
“Las leyes recientemente aprobadas por el Congreso de la Unión, en mi opinión, atentan contra la armonía del pacto federal por la vía de superponer estructuras con atribuciones que vulneran la soberanía y autonomía de los Estados”, explicó.
Durante la intervención de Padilla López, que se prolongó por 12 minutos en un terreno fértil y muy bien abonado en su favor, fue interrumpido con aplausos al menos en cinco ocasiones, y pidió que se revisara cuidadosamente la creación de una Guardia Nacional y respaldó la propuesta del gobernador electo, Enrique Alfaro Ramírez, de que la distribución del presupuesto federal sea diseñada tomando en cuenta las necesidades, propuestas y proyectos de las entidades federativas y ayuntamientos.
En nota por separado, ese mismo día, se advertía en el mismo diario: “El Gobernador Electo de Jalisco, Enrique Alfaro, y el actual Mandatario de Chihuahua, Javier Corral, rechazaron ‘cuadrarse’ ante lo que consideran la pretensión del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador de violentar el pacto Federal”.
Ambos participaron en el Foro Federalista Prisciliano Sánchez que se llevó a cabo en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Tras dialogar con Alfaro Ramírez, el actual Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados en el Congreso de la Unión, Porfirio Muñoz Ledo, señaló que la reacción de los gobernadores es nerviosismo por el cambio de administración federal –que ocurriría el siguiente sábado 1 de diciembre del 2018– y los conminó a no tener miedo ante el diseño del presupuesto del próximo año.
“Yo creo que tienen preocupaciones derivadas de que va a venir un nuevo Gobierno y que todavía no saben el modus operandi (…) Es nerviosismo propio de estos tiempos, que esperamos que pronto se aclaren las situaciones”, explicó Muñoz Ledo.
Padilla López organizó foros apropiadamente diseñados para que sus amigos tuvieran oportunidad de juzgar con severidad algunas de las medidas anunciadas por López Obrador, quien tomaría posesión de su cargo una semana después.
Estuvieron en sintonía personajes como el político Jorge Castañeda Gutman, su viejo amigo de más de dos décadas, coordinador de estrategia en la campaña del panista Anaya Cortés; el escritor Héctor Aguilar Camín, siempre convenientemente vinculado al poder, y el panista gobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado, inconforme con AMLO. También les concedió espacios a Alfaro Ramírez, a Cárdenas Solórzano y a Muñoz Ledo.
VIEJOS ALIADOS
Los tres homenajeados de hoy son cercanos a López Obrador. Por lo menos Muñoz Ledo y doña Ifigenia siguen estando cerca de sus afectos. Con Cárdenas Solórzano hay una relación fría, distante. Pero algo esperaría obtener el cacique universitario, quizá un cabildeo en cortito con López Obrador, para atemperar su disgusto y su desconfianza.
El 4 de octubre de 1987 fue postulado candidato presidencial del PRI Carlos Salinas de Gortari. Inconforme con el procedimiento que consideraron antidemocrático, un grupo de priistas formó la Corriente Democrática del PRI, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Ifigenia Martha Martínez y Hernández, y Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega.
Un mes después la Corriente Democrática del PRI postuló candidato presidencial a Cárdenas Solórzano para los comicios del domingo 6 de julio de 1988, con el respaldo del Partidos Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), del Partido Socialista de los Trabajadores (que el 22 de noviembre de 1987 formalizó su cambio de nombre a Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional) y del Partido Popular Socialista (PPS).
Como candidato del Frente Democrático Nacional, Cárdenas Solórzano perdió las elecciones presidenciales (ganó Salinas de Gortari en un proceso calificado de fraudulento, donde hasta se cayó el sistema de cómputo, maniobra atribuida al entonces Secretario de Gobernación Manuel Barttlet Díaz, actual director de la Comisión Federal de Electricidad).
Un año después fue fundado el Partido de la Revolución Democrática, en la Ciudad de México, el 5 de mayo de 1989, por los expriistas Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, Andrés Manuel López Obrador y por algunos militantes históricos de la izquierda como Heberto Castillo, Gilberto Rincón Gallardo y Amalia García Medina.
Luego de sus derrotas en las elecciones presidenciales del 2006 y 2012, Ifigenia Martínez y Muñoz Ledo siguieron a López Obrador a las filas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que fue fundado el 2 de octubre del 2011 como asociación civil y logró su registro oficial como partido político el 9 de julio del 2014. Cárdenas Solórzano se quedó en el PRD. Partido este último que Padilla López controla en Jalisco desde hace 20 años y que tiene en el borde del abismo pues este año ni siquiera pudo conservar su registro estatal: sumó sólo 1.66 por ciento en los comicios de diputados locales.
CON ÁNGEL
La relación de Padilla López con Castañeda Gutman y algunos otros políticos e intelectuales que buscan acomodo en la vida pública viene desde hace 24 años.
Por iniciativa del escritor Carlos Fuentes y del político Jorge Castañeda, el 9 de junio de 1994 se reunió por primera vez el llamado Grupo San Ángel, que con la bendición del todavía presidente priista Carlos Salinas de Gortari tenía la intención de convertirse en interlocutor de los poderes públicos, pero particularmente de los candidatos presidenciales Ernesto Zedillo Ponce de León (PRI), Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano (PRD) y Diego Fernández de Cevallos (PAN), relata una nota informativa de la revista Proceso publicada el 23 de julio de 1994 con la firma de los periodistas Gerardo Albarrán de Alba, Pascal Beltrán del Río y Antonio Jáquez.
Carlos Salinas apoyó e impulsó el grupo, pues tenía miedo de que se salieran de control los comicios del domingo 21 de agosto de 1994, luego del traumático asesinato del candidato presidencial priista Luis Donaldo Colosio Murrieta el 23 marzo de ese mismo año, en Tijuana, Baja California.
Se reunieron en la casa de Castañeda, en San Ángel, Carlos Fuentes, Jorge Castañeda, Demetrio Sodi de la Tijera y Enrique González Pedrero para hacer la lista de quienes serían invitados al grupo.
Fueron convocados, entre otros: Adolfo Aguilar Zínser, Sergio Aguayo Quesada, Jorge Alcocer, Homero Aridjis, Santiago Creel, los hermanos Manuel, Rebeca y Tatiana Clouthier, Laura Esquivel, Vicente Fox Quesada, Carlos Fuentes, Amalia García Medina, Alejandro Gertz Manero, David Ibarra, Clara Jusidman, Enrique Krauze, Guadalupe Loaeza, Ignacio Marván, Lorenzo Meyer, Carlos Monsiváis, Joel Ortega, Elena Poniatowska, Federico y Jesús Reyes Heroles, Samuel Ruiz, Bernardo Sepúlveda, Jesús Silva Herzog-Márquez, Paco Ignacio Taibo II, Luis Villoro, Alfredo del Mazo González, Gabino Fraga, Adolfo Aguilar Zínser, Javier Livas, Manuel Camacho, Ricardo García Sainz y Elba Esther Gordillo.
Con una pequeña ayuda de sus amigos se sumó a ese grupo el entonces rector de la Universidad de Guadalajara, Raúl Padilla López (1989-1995), que desde entonces ya contaba con el apoyo de Carlos Salinas de Gortari.
Luego de mantenerse en el poder como factótum de la UdeG casi tres décadas, Padilla López pretende obtener hoy un bono de inmunidad frente al nuevo gobierno de la República, si los buenos oficios de los nuevos doctores Honoris Causa le reditúan dividendos. Lo importante es conservar el poder, al costo que sea, para preservar privilegios que, según ha anunciado el nuevo presidente del país, no tendrán cabida en la Cuarta Transformación de la República.
¿Es merecido el homenaje a los nuevos doctores Honoris causa? Sí, sin duda.
Pero pocos podrían dudar que está determinado por los intereses y el oportunismo del cacique, para prevenirse, en caso de que desde el centro de la República le empiecen a ver con mayor desconfianza y se decidan a investigar de fondo la forma como se manejan los recursos en la Universidad de Guadalajara, que debieran estar orientados a financiar labores sustantivas –docencia, academia, investigación–, actividades que no han figurado en el catálogo de prioridades de Padilla López.