El contrabajo
Josefina Reyes Quintanar
Instrumento musical de cuerda perteneciente a la familia de los cordófonos de cuerdas frotadas, pariente del violín, la viola y el violonchelo. Suele destacar en las orquestas por encima del resto debido a que se trata del instrumento más grande de su familia. La historia del contrabajo es fascinante, así como sus características. En la orquesta musical proporciona la línea de bajo y aunque suele ser asociado al acompañamiento puede fungir también como protagonista de pasajes virtuosos. Por lo general luce únicamente cuatro cuerdas afinadas siempre una octava más baja en las notas Sol, Re, La y Mi. Su grave sonido sólo es superado por el octabajo, el cual da sonidos dos octavas más graves que el contrabajo, aunque no es muy común su participación.
Gracias a la era sintética sus cuerdas actualmente son de acero y nailon, pero pueden ser fabricadas también con tripas de oveja. El resto es madera, la tapa de abeto y en los costados y fondo suele ser común el arce. Y para tocar este gran instrumento existen dos escuelas de música, se recurre a una u otra según los efectos y tonos específicos que se esperan como resultado. Puede ser usada la técnica de arco francés si se desea un sonido más claro, enfocado y brillante o la técnica de arco alemán que alcanza una mayor calidad y redondez. Por supuesto que el modo de manipular el arco cambia, en la primera técnica se apuesta por la muñeca y en el segundo por el brazo completo.
Su origen se remonta al siglo XVI teniendo como antepasados a la viola da gamba y el violone. De la combinación de ambos heredó elementos. Varios cambios se fueron dando en diversos países como Alemania, Italia y no fue hasta mediados del siglo XVIII que finalmente se estableció como lo conocemos. Sin embargo, para esa época los compositores aún no le prestaban demasiada atención. En la segunda mitad del siglo XX se dio el verdadero florecimiento del contrabajo, sobre todo por la música del jazz, donde se le dio la oportunidad de brillar por sí mismo.
Y brilló tanto este instrumento que tiene su propio libro. Un monólogo teatral con el que debutó el famoso escritor Patrick Süskind en el año 1981. Con el toque de este escritor que nos hace oler a través de las letras, en esta obra nos hace escuchar los tonos del contrabajo, justo empezando la lectura con la segunda sinfonía de Brahms. El protagonista nos presenta al contrabajo como su máximo orgullo y su peor condena. Un hombre que vive solo, dentro de su departamento insonorizado, nos hace una extensa descripción de las cualidades del instrumento el cual exalta y a su vez juzga como el culpable de su pobre vida emocional y hasta sexual.
La narrativa de Süskind es sublime en este pequeño libro. El protagonista va enlazando las ideas de tal forma que pareciera que lo tienes enfrente platicándote su experiencia. Mezclando la descripción del contrabajo, su vida como músico, las principales obras donde el instrumento es el protagonista y la bufa de aquellas en donde es un mero acompañamiento orquestal. A su vez, va intercalando en el monólogo episodios de su vida como músico y su relación con las mujeres, donde el contrabajo es parte fundamental de sus miedos y prejuicios. Esta pequeña obra maestra sorprende por la interacción que se logra con el protagonista, y al nombrar éste tantos sonidos y obras de la música clásica pareciera que lo estamos escuchando. Y no se necesita ser un experto en música, es la gracia de la narración la que nos hace disfrutar de los compositores nombrados. El final ni lo menciono, el cual hace honor a esta pequeña creación.