Después de muchas deliberaciones, análisis, advertencias e invitaciones a que el grito de “puto” desaparezca de las tribunas de los estadios en los que participe algún equipo de futbol ─ insoportable para algunos─ llega el castigo y veto de plazo inevitable.
En esta ocasión, en carácter de precedente para el fútbol mexicano, será el Atlas el equipo que deshonrosamente inaugure el listado de conjuntos que jueguen a puerta cerrada uno de sus partidos como local, debido a que un sector de la afición no fue capaz de resistir ese deseo y derecho mal entendido de expresar su desahogo emocional en la grada, a través del ya mundialmente conocido grito de: ¡Eeeeeeehhhhh puuuuuto!
Discutir o disertar en estos momentos si ese grito forma parte del folklor futbolero mexicano, de si es válido o no que la masa se manifieste como mejor lo considere en un estadio, es ya ocioso, ni siquiera cabe ya la formulación del sentido de la palabra puto como un calificativo de la actitud, y no en el sentido homofóbico. Puntualmente se trata ya de una prohibición que, en caso de violarse, desemboca en el cierre del inmueble.
Por ello Atlas deberá jugar su partido de la jornada 4 ante Tijuana a puerta cerrad, situación que sus aficionados con buen comportamiento y algunos más con Pase Rojinegro pagarán.
Al parecer ya no hay vuelta de hoja, esperemos que así sea, puesto que en la liguilla pasada, en el duelo León vs. Morelia, no se sancionaron los gritos.
FIFA ha sido claro, y las conductas consideradas discriminatorias serán sancionadas. El reto para la afición mexicana será apoyar sin insultar, puesto que se puede perjudicar más al equipo de casa que alentarlo, como se supone debería ser la actividad de toda fanaticada local.