El Hades
Josefina Reyes Quintanar
Cuando nombramos al Hades, es importante entender a qué concepto nos estamos refiriendo ya que puede tener diferentes connotaciones. Un término que suele estar relacionado con las tinieblas, lo sombrío, los muertos, lo negativo, la oscuridad y el inframundo. El más allá, el infierno católico, el Mictlán azteca, el Naraka de los asiáticos. Describamos brevemente la diferencia entre cada una de ellas para conocer más a fondo al Érebo.
Hades es el dios del inframundo de la mitología griega. Cronos y Rea engendraron 6 hijos: Deméter, Hestia y Hera y del lado masculino a Zeus, Poseidón y Hades. Estos últimos fueron quienes libraron la batalla con los titanes y tras el final de la Titanomaquia, esta guerra divina que duró diez años según nos narra Homero en la Ilíada, por indicación de Gea, los dioses vencedores a la suerte se repartieron los reinos. Zeus quedó gobernando el cielo, Poseidón los mares y a Hades se le asignó el inframundo. Es un dios que reina con justicia, sin hacer diferencias entre los muertos que recibe y mantiene un equilibrio en la naturaleza. Es confundido quizá con el dios de la muerte, Tánatos, quien es hijo de Nicte, la diosa de la noche y hermano gemelo de Hipnos, el dios del sueño. Tánatos es el encargado de llevar las almas de los difuntos al Inframundo.
El dios Hades fue también quien desencadenó el mito de Perséfone, hija de Deméter y de Zeus (ya saben que entre los griegos todo queda en familia). Un día en que esta bella joven recogía flores en el campo, fue raptada por Hades para llevarla a su reino y convertirla en su esposa. Obviamente la madre no quedó tranquila y comenzó su búsqueda desesperadamente descuidando sus deberes como diosa de la agricultura, provocando así una gran hambruna en la humanidad. Zeus tuvo que intervenir para rescatar a Perséfone y Hades aceptó liberarla, pero hizo trampa antes de soltarla ofreciéndole semillas de granada, un fruto que, al comerlo, ligaba a quien lo consumiera al inframundo. Otra versión dirá que Zeus hizo un acuerdo para que Perséfone pasara la mitad del año en el inframundo y la otra mitad en la Tierra con su madre.
Veamos ahora al Hades como reino. Como el lugar bajo la Tierra que se consideraba el destino final de las almas de los muertos. Comúnmente lo asociamos al infierno, pero engloba más que eso. Para llegar a él es necesario cruzar el río Aqueronte, la corriente del dolor; llevados por el barquero Caronte quien cobraba por el pasaje un óbolo. Hay además otros ríos en el Hades, el Cocito, la corriente del dolor, el Estigia la corriente del odio además del Flegetonte. Una vez en el hades, las almas acuden al lago Lete para borrar sus recuerdos. Tiene 3 subdivisiones: Tenemos los prados asfódelos, que es el lugar donde acuden los muertos comunes sin pena ni gloria, ni siquiera tiene un nombre en sí mismo, tan sólo es definido porque ahí abunda la flor del asfódelo. Por otra parte, están los Campos Elíseos o isla de los Bienaventurados, que es el lugar reservado para los héroes, los justos y los elegidos por los dioses, lo que para los cristianos sería el paraíso. Por último, el Tártaro, el lugar donde se encuentran los Titanes y las almas impías y malvadas. Hesíodo nos da detalles de su geografía: “un yunque de bronce que bajara desde la tierra durante nueve noches con sus días, al décimo llegaría al Tártaro”.
Custodiada su entrada por Cerbero, el perro de tres cabezas y cola de serpiente, sólo 3 han sido los afortunados que han logrado salir del Hades: Hércules, Teseo y Orfeo cuyas historias y mitos dan para comentar en otra ocasión.