¿Qué pasará con el PRI de Jalisco luego del 5 de diciembre, cuando termine su mandato el Gobernador tricolor Jorge Aristóteles Sandoval Díaz?
¿Quién asumirá la ingrata tarea de revivir a una institución de la tercera edad, que a los 89 años perdió la Gubernaturade Jalisco, que sólo tiene 4 diputados (de 38) en el Congreso local y que no ganó ninguna de las más importantes alcaldías de la zona metropolitana de Guadalajara?
Muy ingrata tarea, en un país donde el desprestigio por la corrupción y la impunidad le persiguen, en tanto que los reproches de un amplio segmento de la sociedad que exigen justicia, castigo y hasta venganza, no se atemperan todavía.
El PRI tiene apenas 14 senadores, el 11.93 por ciento del total de la llamada Cámara Alta, integrada por 128 legisladores. La estadística más pobre de su larga historia de 89 años, a mucha distancia de las viejas glorias que le dieron origen, cuando surgió en 1929 como Partido Nacional Revolucionario, brazo político-electoral del régimen que reclamó para sí la herencia de la Revolución Mexicana.
La nave naufragó y del partido casi único, del “nuevo PRI” que presumió el todavía presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018), que se hundió entre las inmundicias de la corrupción y la impunidad, queda muy poco en la Cámara de Diputados de la federación, donde sólo tiene 47 legisladores de los 500 que integran la Legislatura 64, apenas el 9.4 por ciento del total.
En la Cámara Baja domina Morena, con sus 256 legisladores (51.2 por ciento), a los que habría que sumar 30 diputados de su aliado Encuentro Social y 28 del Partido del Trabajo.
Cuesta arriba será la reconstrucción o resurrección del longevo PRI, que en las reciente elecciones del pasado 1 de julio se fue al tercer lugar con José Antonio Meade y su empobrecido 16.40 por ciento de votación, equivalente a 9 millones 289 mil 853 votos, frente al triunfador Andrés Manuel López Obrador y su voluminoso equipaje de 30 millones 49 mil 620 sufragios, que representan el 53.19 por ciento.
Claudia Ruiz Massieu es la presidenta del tricolor que muchas culpas tendrá que expiar para aspirar al perdón. Junto a ella ha sido convocado a trabajar un jalisciense, que hasta el reciente viernes 19 de octubre era secretario general de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares, el exsenador Arturo Zamora Jiménez (2012-2018), quien fue alcalde de Zapopan (2004-2006) y perdió la contienda por la Gubernatura de Jalisco en los comicios del 2006.
Pocos han llegadoPese a la precariedad en la que se encuentra el PRI, la llegada de Zamora Jiménez a la secretaría general del partido, en el Comité Ejecutivo Nacional, le convierte en la figura política más influyente, sobre todo cuando al Gobernador Sandoval Díaz le quedan sólo 35 días para terminan su mandato.
Zamora Jiménez tendrá la responsabilidad de darle terapia intensiva -junto con la presidenta nacional de su partido, Claudia Ruiz Massieu- al PRI, tanto en el ámbito nacional con el Jalisco. Eso le permitirá también tener influencia decisoria en la forma como deba reorganizarse el partido tricolor en la entidad.
Pocos jaliscienses han escalado posiciones y responsabilidades a ese nivel. Son casos muy singulares.
El Partido Nacional Revolucionario se fundó el 4 de marzo de 1929; cambió su nombre a Partido de la Revolución Mexicana el 30 de marzo de 1938 y finalmente, desde 18 de enero de 1946, asumió su actual nombre: Partido Revolucionario Institucional.
En 1928, recién llegado de la Unión Soviética, donde había cumplido su encomienda como segundo Embajador de México en la historia de la URSS, el jalisciense Basilio Vadillo fue invitado por el General Plutarco Elías Calles a darle cuerpo a los fundamentos teóricos del embrionario Partido Nacional Revolucionario.
Dos años después Vadillo ocuparía la presidencia del PNR durante 39 días, pues siendo gente leal al presidente Pascual Ortiz Rubio (1930-1932), provocó el enojo del Jefe Máximo, Plutarco Elías Calles, al destituir a uno de sus protegidos, el Secretario de Actas del Comité Nacional del partido, Diputado Zenón Suárez.
Calles envió a su esbirro, Gonzalo N. Santos, “El Alazán Tostado”, cacique de la Huasteca Potosina, quien no sólo reclamó a Basilio Vadillo el despido de Suárez, sino que incluso lo tomó por el cuello y hasta lo golpeó. Al día siguiente, Vadillo renunció a su cargo. Vadillo ocupó la presidencia del PNR del 11 de febrero de 1930 al 22 de abril del mismo año.
Otro jalisciense, Silvano Barba González, fue el último presidente del PNR, quien desmontó todo el aparato armado por Plutarco Elías Calles, para darle curso al surgimiento del Partido de la Revolución Mexicana, con sus tres sectores básicos: obrero, popular y campesino.
Barba González fue el operador político del presidenteLázaro Cárdenas y encabezó el PNR del 28 de agosto de 1936 hasta el 30 de marzo de 1938. Con el mismo Cárdenas, Silvano Barba fue Secretario de Gobernación, del 18 de junio de 1935 al 25 de agosto de 1936, y firmó la orden para que Calles abandonara el País, a su exilio forzado.
Javier García Paniagua fue Presidente Nacional del PRI, de marzo a septiembre de 1981. Fue probablemente el último de los presidentes del tricolor que quiso darle al partido una orientación más cercana a los principios tradicionales de la Revolución Mexicana.
Dejó la dirigencia del partido luego que expresó abiertamente su disgusto por la candidatura presidencial de Miguel de la Madrid Hurtado, pues se dijo engañado por el presidente José López Portillo, quien le había dado esperanzas de alcanzar la postulación presidencial en 1982. García Paniagua fue el último político de su estirpe, de quienes se formaron en la doctrina que le daba sustento y legitimidad al proyecto político y de gobierno de los regímenes surgidos de la Revolución Mexicana.
Otro jalisciense, tapatío -poco arraigado en la entidad-, llegó a la Secretaría General del Comité Ejecutivo Nacional del PRI en el 2001: Sergio García Ramírez. Fue segundo de abordo con la presidenta nacional tricolor, Dulce María Sauri, del marzo del 2001 a marzo del 2002.