El síndrome del tercer año

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Para los gobiernos de Emilio González Márquez y Aristóteles Sandoval, la elección de la mitad del gobierno fue un desastre. Emilio perdió con los candidatos del PRI, entre otros municipios importantes en 2009 Guadalajara con Aristóteles Sandoval  y Zapopan con Héctor Vielma, en lo que fue un claro síntoma de la pérdida de liderazgo y el repudio social por la corrupción que asomaba por todas partes, así como los abusos en áreas tan sensibles como la procuración de justicia y la seguridad pública, que se evidenciaban con los abusos de los titulares y la constante violación de derechos humanos de las policías estatales y la complicidad del gobierno y la familia del titular, con los líderes de la delincuencia.

A su vez Aristóteles Sandoval perdió con sus candidatos estrepitosamente en la elección de 2015, con Enrique Alfaro Ramírez en Guadalajara y Pablo Lemus en Zapopan por Movimiento Ciudadano. El resultado fue la señal inconfundible de un gobierno sin brújula, que decepcionaba a la ciudadanía. La pérdida electoral del PRI era el castigo que la sociedad infringía a un gobernador superficial, torpe y rodeado de corrupción. Señalaba además con claridad el rechazo a sus prácticas facciosas para seleccionar candidatos y el desgaste que le generó permitir la intervención de su padre en los asuntos públicos, así como los negocios descarados de sus incondicionales, amén de los escándalos en que participó el propio titular del ejecutivo.

Otro factor importante fue la manera en que protegió los abusos y delitos que cometieron los funcionarios de Acción Nacional que lo precedieron, destacadamente el mal uso de los dineros en la obra pública y adquisiciones. En todo ello aparecían incondicionales y familiares del anterior gobernador, Emilio González.

En lo que se advierten como primeras señales de derrota para el ahora recién estrenado gobernador, Enrique Alfaro y su partido Movimiento Ciudadano, es la fragilidad ante la ciudadanía y concretamente frente a los electores, que lo encaminan a sufrir el síndrome del tercer año y que se aprecia demasiado temprano, a más de dos años de la siguiente elección. Las redes especialmente, reflejan un fuerte rechazo a todas las propuestas de la administración estatal, sus personajes más cercanos son señalados de abusos y saqueos en la administración. Así los negocios de familiares y amigos son tan visibles como lo fueron, con los que lo antecedieron.

Aunque tres meses de administración, se podría pensar que es un lapso corto de tiempo para establecer parámetros, sin embargo en términos de elección e imagen, es suficiente para apreciar el desgaste que sufren Movimiento Ciudadano y sus líderes. Más aún si se considera que cambiar la mala imagen de un líder es una misión prácticamente imposible, entre otras razones porque los protagonistas se niegan a aceptar las consecuencias de sus decisiones y actos, que los llevan invariablemente a un estado de negación. Podemos decir con escaso riesgo de equivocarse que es más probable que insistan en sus errores a que modifiquen su conducta. Quienes los observan están convencidos que  no les interesa mejorar, antes bien simulan y manipulan para tratar de convencer que  sus intenciones son de buena fe.

A primera vista se podría pensar que Alfaro y su partido serán víctimas de sus opositores de Morena, aunque eso aún no se puede determinar con claridad, porque no se ve quienes pueden convertirse en los candidatos de dicho partido, sin embargo en un primer acercamiento es la posibilidad más cercana.

Lo que nos permite ver esa posibilidad es lo débil de los partidos, en otro tiempo de contundente fortaleza como el PRI y el PAN, que han caído a un punto muerto, desde el que es prácticamente imposible salir. Un acercamiento a la corriente que lidera Kumamoto nos permite ver ciertas posibilidades de recuperación de sus personajes, que por lo demás sufrieron la injusta dificultad de enfrentar las amañadas maquinarias económicas y legales de los partidos políticos. Lo que puede ser un indicador de su fortaleza electoral, es la ausencia de desgaste en sus personas, posiciones y propuestas.

De los personajes de Movimiento Ciudadano se pueden apreciar varias vertientes, por un lado el desgaste que el abuso de las administraciones les ha generado a quienes dirigen y a sus equipos, que han sido evidenciados por hacer negocios a costa de la administración y sus recursos, por el otro el descaro y cinismo con que se comportan.

Aun nos falta ver mucho de lo que pretenden realizar, es de esperar que un renglón a explotar sigan siendo los desarrollos inmobiliarios a través de los que se han montado maravillosas fortunas, como Iconia y Arboledas del Sur en Guadalajara, que siguen pendientes de arrancar o bien la controvertida regularización de las llamadas torres. o como se empieza a percibir, reciclar los negocios de Emilio González y Herbert Taylor

Por otro lado no se ve en ningún municipio interés por realizar un esfuerzo extraordinario en el tema que más lastima a los habitantes de la zona metropolitana, la seguridad pública. Descontando su desconocimiento del tema y la limitación de recursos de los municipios, que por lo demás quedaron en la inercia del derroche a que los acostumbró Enrique Peña Nieto, sería un verdadero milagro que lograran avances en el tema.

Las decisiones erráticas con temas sensibles para la sociedad, como las Políticas de la Mujer o la extraña, por decir lo menos, intención de construir una nueva Constitución, los arrastran a mayor controversia y los coloca en medio del golpeteo, no solamente de quienes pretenden desplazarlos, sino de una sociedad irritada por los abusos de los gobiernos anteriores y que Alfaro y su grupo insisten en repetir con especial entusiasmo y empeño.

 

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