En nombre de Dios, dicen curar la homosexualidad

Rodrigo Sosa, Tere de Alba, Sebastián Méndez, Dulce Figueroa y Jhon Yuc*

 

Guadalajara, Jalisco.-A Érika la violaron dos hombres mientras le lanzaban supuesta agua bendita y le decían que con eso se iba a convertir en una mujer de verdad. Esa fue la fase final de una terapia con la que pretendían “curar” su homosexualidad. No lo lograron.

YAAJ México, la asociación que en febrero de este año presentó en el Senado una iniciativa para prohibir las terapias de conversión, estima que en Jalisco hay aproximadamente 300 centros donde se realizan estas terapias. Dos de los centros más conocidos en Guadalajara son VenSer, que es dirigido por el psicólogo cristiano Everardo Martínez, especialista en “el desarrollo de la heterosexualidad” y que tiene un costo de 900 pesos por sesión; y Courage, que tiene presencia internacional ,y que en Guadalajara se publicita dentro de la comunidad católica a través de parroquias, escuelas y medios de comunicación religiosos. Las sesiones en Courage son gratuitas.

Érika salió del clóset a los trece años, pero desde los 11 empezó a sentir atracción por las mujeres. Cuando besó a su mejor amiga sintió miedo y culpa porque en sus clases de catecismo le dijeron que eso era pecado, además, en su familia, especialmente su abuela, siempre rechazaron que fuera lesbiana. Ella no quería ser una mala hija, quería dar el ejemplo a sus hermanas, y cuando tenía quince años buscó ayuda.

Dice haberse acercado  a un supuesto religioso, diácono (quien hoy sería sacerdote) y él –asegura la entrevistada- se ofreció a pagarle un retiro que se llamaba Vida Nueva. Érika les pidió permiso a sus papás, esperó el retiro con emoción y cuando llegó el día, la recogieron al anochecer en una camioneta en frente de San Juan de Dios.

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La posición de la Iglesia católica es que las personas homosexuales no eligen su orientación, por lo que deben de ser tratadas con respeto y delicadeza y no deben ser discriminadas. Sin embargo, las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo son un pecado y, según el catecismo, deben evitarse.

Según Isaías Cruz, miembro activo de Courage, las terapias impartidas en este centro podrían seguir la postura que la Iglesia católica, pero no se oponen a que las personas homosexuales se sometan a terapias que sí prometen corregir su orientación sexual. Ellos (los católicos) no buscan reorientar a las personas homosexuales sino hacer que vivan en castidad mediante grupos de apoyo y de seguimiento espiritual. Se comparan con Grupos de Alcohólicos Anónimos.

No recuerda Érika dónde era exactamente, pero sí recuerda que era en un predio en La Primavera. El lugar era grande, tenía canchas de futbol, basquetbol y varias cabañas. Estaba lleno de esculturas gigantes de Cristo y de la Virgen, aunque cabe aclarar aquí que los cristianos no veneran –adorar, dicen ellos- imágenes ni cruces o crucifijos.

Añade que cuando llegó al retiro le quitaron la ropa que traía en su maleta, sus aretes, su dinero… Le quitaron todo lo que pudiera conectarla con el exterior. Durante los próximos tres días, Érika y un niño de once años vivirían aislados en una cabaña en obra negra donde solo había dos catres sucios.

La sexóloga Claudia Hernández explica que las personas que suelen ir a estas terapias por voluntad propia lo hacen debido a su homofobia internalizada, que consiste en odio y culpa a su orientación sexual. La presión que reciben de su familia y entorno social los lleva a querer “curar” su orientación. Claudia afirma que eso es imposible y el hecho de que estos centros se comparen con grupos de Alcohólicos Anónimos nos deja ver que ellos sí creen que la homosexualidad es una enfermedad que puede ser curada.

Claudia enfatiza que las terapias de conversión no tienen ninguna fundamentación científica porque utilizan métodos de tortura física y psicológica, no respetan la diversidad y lo único que logran es que las personas homosexuales sientan aún más culpa, lo que los puede llevarlas a desarrollar trastornos psicológicos como depresión, ansiedad e incluso inducirlas al suicidio.

A Érika no le pusieron ninguna actividad en el retiro. La dejaron encerrada. No le dieron comida ni agua y no la dejaron bañarse durante los tres días. Su único contacto con el exterior era cuando entraban a la cabaña para lanzarle restos de comida y cubetazos de agua fría mientras la insultaban: Sidosa, desviada, enferma.

Cuando se le solicitó a VenSer información sobre los métodos utilizados en sus terapias, no quisieron proporcionarla. Dijeron que primero se ponen de acuerdo con los padres del paciente aunque este ya sea mayor de edad y vaya por voluntad propia.

 

Cuando el retiro se terminó, los organizadores llevaron a todos los asistentes a sus casas. Los iban dejando uno a uno. Érika vio cómo se iba vaciando la camioneta. Ella iba a ser la última.

Ya era de noche y la camioneta donde iba se detuvo. Los dos hombres se pasaron a la parte de atrás y le dijeron que ese era el final de su terapia. La forcejearon mientras le echaban agua ─la denunciante afirma que era bendita─, le quitaron su ropa interior y se turnaron para violarla.

Cuando acabaron la aventaron a una calle del centro de la ciudad. Estaba agotada y tardó mucho en regresar a su casa. Cuando llegó, su mamá le preguntó que cómo le había ido: ella respondió que bien y subió a bañarse.

Hoy, Érika tiene 26 años, estudia sociología y sigue siendo lesbiana. También es parte de la asociación YAAJ México que, con el apoyo de legisladores de Morena, presentó en febrero una iniciativa de ley al Senado para prohibir las terapias de conversión y penarlas con prisión. La iniciativa se encuentra estancada.

En julio, la regidora del municipio de Zapopan por Movimiento Ciudadano, María Gómez Rueda presentó una iniciativa similar que permitiría clausurar todos los centros que realicen estas terapias al cambiar el Reglamento de Comercio, la Industria y la Prestación de Servicios de Zapopan. Esta iniciativa no contempla cárcel. María está segura de que a inicios del 2020 la iniciativa será aprobada porque cuenta con el apoyo de todos los partidos políticos. “Esta ley la van a aprobar todos. Nadie puede estar a favor de la tortura” concluyó. Si dicha ley se aprobara el siguiente año, Zapopan  se convertiría en el primer municipio en todo México en prohibir las terapias de conversión.

El pasado 27 de noviembre, el diputado local Salvador Caro, también de Movimiento Ciudadano, presentó al Congreso del Estado otra iniciativa de ley para modificar el artículo 202 del Código Penal para imponer penas de hasta tres años de prisión e inhabilitación de las funciones profesionales a quienes practiquen terapias de conversión.

Siete años después de haber sido violada, Érika denunció en la Fiscalía lo que le pasó. Le dijeron que por el tiempo que había transcurrido ya no podían hacer nada. En su labor como activista en YAAJ México, Érika ha recibido más de mil 250 testimonios de personas que han pasado por terapias de conversión. Para ella es importante que se castigue a los responsables y que todos los estados del país prohíban este tipo de prácticas que intentan corregir algo que no se puede corregir.

 

*Estudiantes de periodismo del ITESO.

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