Bien por el presidente que tomó el toro por los cuernos para resolver, de una vez por todas-y que así se haga-,el grave problema del robo de combustible en el país. Problema que se da desde hace muchos años en las mismas refinerías, centros de distribución y aún en barcos y autotanques, o pipas; no se diga en los ductos a través de la ordeña (huachicol).
La medida deberá seguir con la detección de los negocios clandestinos que hay en incontable número de poblaciones y municipios y continuar con las gasolineras formales que comercializan el combustible robado, pues ¿a dónde van a parar esas 600 pipas con 9 millones de litros que salen de las instalaciones de Pemex con un valor de 200 millones de pesos diarios que denunció Andrés Manuel López Obrador el 27 de diciembre pasado?
Ojalá que esta medida, al menos de rebote, llegue a las gasolineras que nos dan a los automovilistas gato por liebre, cuando al repostar nuestros automóviles sirven litros incompletos. La solución tendrá que ser integral.
Para esto, tendrán que hacer auditorías a todos los despachos o, al menos, aleatoriamente, para saber cuánto reciben, de quién o de quiénes y cuánto venden por semana o por mes y hacer los comparativos entre lo que ingresa de combustible (y de dinero) y lo que sale. Sólo así se resolverá el este grave problema.
Si esto último no se hace, el robo a la nación, y a los clientes, continuará, pues es un hecho que hay expendios que ganan doblemente porque reciben los hidrocarburos a precio inferior de parte de los ladrones de gasolina y diesel y lo que se embolsan por vender litros incompletos.
Empero, si bien la lucha emprendida por Andrés Manuel López Obrador inició atinadamente con el despliegue del Ejército y la Marina en refinerías y centros de distribución, falló al cerrar los gasoductos más importantes dizque para evitar las fugas, el huachicoleo, cuando lo que debió hacer es desplegar también militares, de tramo en tramo, a lo largo de esas tuberías y auxiliarse con sistemas modernos de detección, por ejemplo con drones.
Pero eso no se ha hecho y el problema es que provocó una escasez creciente de hidrocarburos en al menos media docena de entidades como Hidalgo, Estado de México, Querétaro, Guanajuato, Michoacán y Jalisco.
En éste último estado el desbasto llegaba al 80 por ciento en Guadalajara, ciudad capital, de acuerdo con datos del gobernador Enrique Alfaro: de cada diez gasolineras estaban cerradas ocho, independientemente de haberse ocasionado compras de pánico desde el viernes y sábado anteriores.
Lo peor fue que no hubo información oficial a tiempo de Petróleos Mexicanos, precisamente para evitar esas calamidades. En tanto, en su matutina conferencia de prensa de este lunes, el mandatario minimizó el asunto al decir: “No hay problema de desabasto”. O sea, contradijo la realidad.
Si bien, Jalisco se distingue como huachicolero, desde las explosiones del 22 de abril de 1992 cuando se descubrió que la catástrofe fue por el robo de combustible al descubrirse una toma clandestina que inundó de gasolina Nova (hoy Magna) el drenaje central, la gente se pregunta ¿por qué se cerró ahora el ducto hacia acá y nada ocurrió en los estados con mayor número de ordeña de ductos, como Veracruz, gobernado por un morenista, o en Puebla, donde pronto habrá elecciones y el partido en el poder ambiciona ganar?
Tampoco faltó quién creyera que se trata de un mensaje de AMLO a Alfaro a quien ve como un persistente opositor y rebelde.
Y no tanto por el mismo Alfaro sino por la alianza perversa que mantiene con quien está adueñado de la Universidad de Guadalajara desde hace tres decenios, Raúl Padilla López.
El presidente tiene a Padilla muy bien medido, precisamente por cómo ha manejado a la segunda institución de enseñanza superior del país: sólo en beneficio personal y de su grupo en donde varios cercanos se habrían enriquecido junto con él.
La interrogante mayor es si López Obrador hará algo por volver a la UdeG a su cauce o si dejará que el cacicazgo padillista siga incólume, como hasta ahora.
Mientras tanto, hasta el cierre de esta, persistía la falta de combustibles en esta capital.