¡Espejismos!

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¡¡ESPEJISMOS!!     

Alfonszo Rubio Delgado 

Foto: Especial                          

Es recurrente entre los intelectuales rendirles admiración a personajes de la historia.  En algunos casos al grado de adoración. Hablemos de individuos versados en alguna disciplina filosófica, política o científica. Por su gran calado, personajes como Aristóteles y Tomás de Aquino, no han podido ser superados, mucho menos agotados. La capacidad infinita que se les supone no está a discusión.

Se han formado escuelas en torno a su pensamiento. Éstas se pelean por llevar e interpretar la autenticidad del pensamiento aludido. En esos jaloneos, cada una pretende ser la más cercana a los genios. También se sienten “poco dignas” de interpretar a tan grandes lumbreras. Cada una se adjudica la autenticidad interpretativa de aquellos gigantes. Les consideran unos super hombres. Con todo e inspiración deífica agregada.

Sin embargo, tales galardones no colaboran, en absoluto, con el pensamiento actual. Esto considerando las ramas del saber humano. Hemos expuesto como insuperables a dichos individuos. Eso disminuye nuestras capacidades al sentirnos opacados. Se reduce nuestro ímpetu por alcanzar niveles de conocimiento más elevados. Ergo, si analizamos la vida y obra de los personajes que se encuentran en dicho rango, nos llevaremos algunas sorpresas.

Se dice allá en mi rancho que: “no hay mejor escuela que la vida”. En ella los individuos maduran. Alcanzan la plenitud en absolutamente todas sus capacidades intelectuales y físicas. Se consolidan como seres humanos útiles en este plano. En comparación con quiénes se inscriben a una gran escuela, a ellos no se les atrofian la mente y el cuerpo.

Para inscribirse en aquellas escuelas, es necesario salir del lecho materno -paterno. Cumplir con la mayoría de edad por supuesto. Enfrentarse a las circunstancias sociales y hacerse cargo de sí mismo. Cosa que no le ha pasado a algunos filósofos en la historia. Y muchos de ellos se han filtrado al panteón de los destacados. De ellos, muy probablemente tengamos solo espejos.

Vidrios con imitación diamantina. “Conocimiento” impuesto a las generaciones como verdades incuestionables. Fondos oscuros y falsificados. Retórica que alude a “realidades” indemostrables. Alimento de una parte exagerada, de la realidad conocida sin contraparte. “Conocimiento” procedente de un sujeto inmaduro encerrado en un mundo, sin la contraparte.

Ejemplos de individuos que no se inscribieron en la escuela de la vida hay varios. Todos ellos tienen vara alta en el campo filosófico. Para no saturar el discurso, menciono solo a dos: Immanuel Kant y Tomás de Aquino. Claros ejemplos del celibato filosófico. A ellos nunca les faltó un tiempo en sus comidas. Eso también les impidió inscribirse en la escuela de la vida. Nunca aterrizaron sus teorías. En la actualidad, hay quienes creen que sus inagotables ideas tienen mucho que aportar al pensamiento humano. Cosa con la que estoy en total desacuerdo. Estos individuos “vieron” mucho de la nada y casi nada de la abundante realidad. A ésta nos abocamos los sujetos, cada que se nos ocurre filosofar.

¡Saludos Amig@s!

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