Estalla nuestra locura

Estalla nuestra locura

Juan M. Negrete

Se entendía que el insidioso comportamiento de los sionistas con sus vecinos laterales en Medio Oriente, tal como lo escalaban día con día, iba a estallar. Ya lo hizo. Con el ataque perpetrado por las tropas de Netanyahu en contra de Irán, Israel cruzó la línea roja y lo que siga después de esto no puede predecirse. Irán no es Palestina. La república persa representa lo más emblemático del mundo islámico y posee la capacidad suficiente para enfrentar todo el horror fanfarrón que busque adosarle Occidente a través del enclave sionista.

Por supuesto que se trata de una maraña complicada de hilos revueltos. Pero dentro de semejante balumba, hay ciertos datos irrefutables, que nos quedan claros a todos. Por poner un ejemplo muy visto, la capacidad militar de Israel se desplomaría de golpe si la industria bélica gringa no la sostuviera o si le retirara sus envíos permanentes de armamento. La inteligencia militar yanki aporta sus adelantos marciales y enseña u opera directamente la logística de toda esta maquinaria de guerra.

Claro que es insólito lo que estamos viviendo por estos días, aunque muchos lo vieran venir y hasta lo predijeran. No se trata de confirmar si se haya acertado en las profecías emitidas o bajarle rayitas a la dureza de los informes que se reciben de los hechos. Los contendientes cruzaron ya las líneas rojas y nos espera lo peor, a todos, no nada más a los enfrascados en la disputa presente.

Sabemos bien, o por lo menos existe información suficiente, sobre los antecedentes históricos de los que partió el conflicto presente en esta área. La famosa Nabka, para los palestinos, consistió en crear una nación para la raza judía, arrebatándoles una parte territorial. Fue un acuerdo signado y aprobado en la ONU, avalado sobre todo por las potencias occidentales. USA y el reino unido pasaron la charola o el acta para tal suscripción y así se justificaron el traslado y el ingreso de judíos dispersos por el mundo. Se buscó ponerle fin a su famosa diáspora.

Pero si el hecho mismo de arrebatar territorios para fundar un país nuevo, sin pedirle su anuencia a quienes ahí habitaban (que son los palestinos), no resultaba agresión suficiente, los intrusos recién instalados iniciaron un proceso de expansión que no se ha detenido tan sólo en arrebatarles terrenos, sino que han instrumentado una feroz limpieza étnica que ya derivó en exterminio, en genocidio.

La existencia de Palestina se tambalea. Pero el atraco de territorios no se ha limitado a este sufrido país, sino que se ha extendido al Líbano, a Siria, a Cisjordania y a los demás países islámicos, para quienes la presencia de los sionistas en sus áreas vino a resultar una truculenta pesadilla.

De las partidas más nefastas en todo este enredo, debe señalarse el apoyo irrestricto e incondicional que han mostrado nuestros vecinos gringos, aderezado con su doble moral habitual. Su veto en la ONU a toda manifestación en contra de esta conducta infame de los israelitas no cambia. Siempre lo lanzan al ruedo los bolillos, le parezca o no a la comunidad internacional. Y esta dinámica, que ya dura casi ochenta años, se repite y se reitera, siempre.

El otro elemento para revisar viene a ser lo de la logística bélica. Occidente surte y mantiene con armamento el belicismo atroz de los sionistas. Tal vez derive de esta cruda interrelación la arrogancia y la prepotencia con que se desplazan estos chiqueados hijos de Abraham. Lo más cruel de este apoyo acrítico e irrestricto, viene a ser la dotación de bombas nucleares escondidas que posee Israel en sus arsenales secretos. Se calcula que posee una cifra de entre 300 y 500 unidades.

Resulta por tanto paradójico e insensato que las proclamas justificadoras, que propala Netanyahu en contra de Irán, vengan siendo la admonición al mundo de evitar o frenar el desarrollo de la industria nuclear en Irán. Condena por adelantado la suposición de que Irán construya armas atómicas y pase a convertirse en la nación terrorista más peligrosa de la tierra. Hasta hace unos días, todas estas proclamas y revuelos habían sido discursos, homilías agresivas, amenazas verbales. Nada más.

Pero de tales dichos ominosos se pasó a hechos concretos. Se trata de un paso irresponsable, criminal, tildándolo con suavidad. Está imbuido de toda la hipocresía y las mentiras con que suele arropar Occidente sus turbiedades. Basta recordar la invasión a Irak, realizado por los gringos, aduciendo que iban a destruirle a este país sus armas atómicas. Después supo todo el mundo que había sido una gran mentira, pero la invasión a Irak ya se había adelantado, con gran daño de los habitantes de aquel país. Y como ésta, muchas otras de sus andanzas.

Pues ahora ya tenemos ante nosotros el ataque abierto que realizó Netanyahu sobre Irán. Los líderes de la república persa repelieron el ataque y los combates se han desatado. Tendrá Irán o no armas atómicas, como sí las tiene Israel. Pero el nivel bélico de ambos contendientes está sobre el tapete e involucra a toda la región. Los gringos, para variar, buscan amedrentar a Irán, si es que éste continúa atacando a su vecino incómodo. ¿Continuará USA la iniciativa israelí de destruir a Irán? Sería un error garrafal. Pero no se descarta.

A diferencia de estas burdas maniobras, Rusia ya se propuso como mediador de un diálogo, del que aún no hay propuestas adelantadas, aunque se puedan imaginar. Sería el paso más civilizado. China, por su parte, a buen seguro pondrá sus mejores oficios, que los posee en vastedad, a favor de Irán. No dejará morir solos a los persas, si tienen intercambios amistosos desde hace mucho tiempo. El mundo se nos descompone. Los arsenales nucleares ingresan a la escena de nuestra locura humana. La metáfora de que estemos jugando con fuego, resulta infantil. Ya veremos lo que siga, si es que vemos.