Debate Abierto
Criterios
María Gómez tiene 32 años, vive en una de las colonias más marginadas de Tonalá, Jalisco. Su casa está muy cerca de la barranca de Huentitán, las calles de su colonia no están pavimentadas, no hay luminarias, tienen agua potable más o menos cuatro días a la semana. María no terminó la primaria, ella trabaja como pepenadora en el vertedero de basura Los Laureles, de lunes a sábado.
La pareja actual de María es ayudante de albañil, trabaja de forma esporádica y cuando lo hace gana un poco más de 300 pesos diarios. María vive sumida en el estrés porque su pareja se gasta el poco dinero que gana en drogas.
Esta pareja tiene cuatro hijos, lo dos más chicos todavía asisten a la escuela primaria, los dos más grandes con edad para ir a la secundaria ya no continuaron estudiando: ahora los dos le ayudan a su mamá. María y su pareja no cuentan con seguro social y en su vejes no contarán con ningún tipo de pensión.
Julia Martínez, igualmente tiene 32 años, vive en una exclusiva colonia de Zapopan, ella es médico cirujano y trabaja en un hospital privado. Su esposo es abogado y tiene su propio bufete desde hace más de diez años, además es académico en la universidad; su colonia cuenta con todos los servicios públicos. Tienen dos hijos que asisten a escuelas privadas, los dos han realizado estancias en Estados Unidos para perfeccionar el inglés, ya que ambos aspiran continuar sus estudios universitarios en el extranjero.
Estas dos historias muestran las enormes diferencias que existen entre las dos familias y sobre todo de sus expectativas de vida. En estos relatos se mezclan la pobreza en la que vive María y la desigualdad de ingresos que prevalece en la sociedad jalisciense y que dibuja las asimetrías de vida entre María y Julia.
La pobreza se define como la carencia de recursos y acceso a oportunidades que excluye tanto a individuos como a grupos de los niveles mínimos deseables de bienestar, mientras que la desigualdad considera la forma en que se distribuyen las oportunidades y resultados entre las personas.
Usualmente se utiliza el índice de Gini para medir la desigualdad de ingresos, su valor está entre 0 y 1. Si en una población una persona concentra todo el ingreso y el resto tiene cero ingresos, el índice sería 1, mientras que si es 0, indica que todos los integrantes de una población tienen el mismo ingreso.
En 2014 el índice de Gini en México era de 0.48, pero se ha mantenido estable durante la última década; mientras que los niveles de pobreza, igualmente muestran una persistencia, pues el último informe del Consejo Nacional de Evaluación (Coneval) 2019, muestra que en 2018 existían 52.4 millones de mexicanos (41.9% de la población total de México), mientras que hace una década (2008) había 49.5 millones de mexicanos (44.4%). Es decir, en términos absolutos la pobreza aumentó, pero por el crecimiento poblacional disminuyó en términos relativos.
Tanto la pobreza como la desigualdad son persistentes en México, muy a pesar de que la economía ha tenido períodos de crecimiento. Por ejemplo, en el sexenio de Miguel de la Madrid, el Producto Interno Bruto (PIB) creció 0.34%; con Salinas el PIB creció en promedio 4.1%; con Zedillo, 3.4%; en el sexenio de Fox, 2.0%; con Felipe Calderón, 1.8%, y el último de Peña Nieto, 2.4%.
No obstante, estos períodos de crecimiento no han tenido efectos positivos en disminuir ni la pobreza ni la desigualdad.
Desde hace seis sexenios los sucesivos gobiernos de la República han puesto énfasis en el crecimiento económico y han dejado a un lado objetivos de desarrollo, el primero se mide cuánto crece la producción de bienes y servicios en un año determinado, el segundo se refiere a cómo se distribuye esa nueva riqueza que se va generando entre una población.
En los últimos seis sexenios, desde Miguel de la Madrid (de 1982 a 1988), México ha enfrentado diversas crisis económicas. La de 1982(la crisis de la deuda); la del inicio del gobierno de Zedillo (1988-1984) que fue la primera gran crisis de los mercados globalizados y la de Felipe Calderón, (2006-2012) por efecto de la crisis bancaria gestada en Estados Unidos.
En todo ese período, la pobreza aumentó y la riqueza se concentró en pocas manos, y a ninguno de esos gobiernos pareció importarles el crecimiento desmesurado de la desigualdad.
Por ejemplo, en 2017 la riqueza de los diez mexicanos más ricos (ocho hombres y dos mujeres) era de 108 mil millones de dólares, equivalente al ingreso de 50% de los mexicanos más pobres. 17 años atrás, en el año 2000, la situación era parecida, ya que el 1% de los mexicanos más ricos concentraba 24% de la riqueza nacional, para 2017 ya captaban 28%, mientras que los más pobres permanecieron casi igual.
Es decir, el crecimiento de la economía que tuvieron los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto, se tradujo en más riqueza para los ricos, mientras que los pobres crecieron en términos absolutos al pasar de 49.5% a 52.4%.
¿Cuáles son las principales políticas de corte estructurales que realmente disminuyen la desigualdad? Básicamente son cuatro:
a) Política salarial
El salario es la principal variable redistributiva del ingreso. En México se generan empleos formales pero no en cantidad ni en calidad suficiente. En 2017, por ejemplo, 14% de la población ocupada tenía un ingreso equivalente a un salario mínimo (7.5 millones de personas). A pesar de que la productividad laboral ha aumentado, los salarios de los trabajadores no crecen al mismo ritmo. Urge profundizar la recuperación salarial como la que ya inició el presidente López Obrador que aumentó este año 16% el salario mínimo, pero no es suficiente, cada año deberá seguir creciendo hasta que los salarios de la clase trabajadora se ajuste a lo que mandata el artículo 123 de la Constitución.
b) Fiscal
La política fiscal seguida durante los últimos sexenios ha contribuido fuertemente a la desigualdad, se han fomentado los paraísos fiscales para los grandes contribuyentes, al mismo tiempo que el impuesto sobre la renta de trabajadores y profesionistas de ingresos medios ronda el 30%. Una buena política fue eliminar los privilegios fiscales a los grandes contribuyentes; AMLO anunció que no aumentará impuestos, pero es una política que no podrá evitar, se debe impulsar una política progresiva, grabar más los grandes ingresos y disminuirlos a los ingresos medios, además de aumentar la base gravable. También disminuir el IVA, porque este impuesto tiene un peso mayor en la población de más bajos ingresos.
c)La prestación de servicios públicos
Los servicios públicos, tanto los que ya vienen en la Constitución (salud y educación), así como los que prestan los ayuntamientos y gobiernos de los estados, deben mejorar en cantidad y calidad. La provisión de infraestructura en alumbrado y seguridad pública, pavimentación de calles y avenidas deben aumentarse con una visión territorial. Las condiciones del territorio determinan las condiciones de vida de la población. La educación y la salud son las variables para disminuir la desigualdad.
d) La política contra la corrupción
La lucha contra la corrupción, principalmente en los altos niveles de gobierno, es urgente profundizarla. Por efecto de la corrupción gobierno-empresas se compran medicamentos a sobreprecios, se desvían enormes recursos de programas sociales, se favorecen a empresarios ligados al poder como contratistas o proveedores del gobierno. Todas estas prácticas que concentran la riqueza, debilitan a las instituciones por la pérdida de la confianza de los ciudadanos.
María y Julia tienen orígenes diferentes y por tanto existe un abismo de desigualdad en su calidad de vida: María y sus hijos recibieron educación y servicios de salud escasos y de baja calidad; las colonias en las que viven (el territorio) determinan su trayectoria de vida.
María dedica una alta proporción de su ingreso en alimentos, por ello el IVA es un impuesto por que paga más que Julia. Por la corrupción María no ha recibido ayuda de los programas sociales, y los servicios públicos tampoco han llegado a su colonia. La desigualdad no es una fatalidad ni un acto de mala/buena suerte, es resultado ineludible de malas políticas que han impulsado sucesivos gobiernos.
Por ello urge modificar el enfoque de política económica, la promoción del crecimiento no debe estar en el centro de las políticas, es la búsqueda del desarrollo, es decir promover las cuatro políticas las que deben marcar la agenda del gobierno actual.
Una sociedad con altos niveles de desigualdad y pobreza no favorece el crecimiento económico porque deja fuera del mercado a amplios segmentos de la población que luego generan un bajo dinamismo en la demanda.