Feminicidio a la puerta de Casa Jalisco: protección que no existió

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Cartón de Qucho publicado en El Informador (26 de abril de 2019).

 

Partidiario

Criterios

Los magistrales trazos del cartón de Qucho (Saúl Herrera), publicado este viernes 26 en El Informador, revelan todo el dramatismo de una joven mujer desesperada que busca refugio y protección en distintas instancias en contra de su victimario –su propio marido– y no la encuentra.

Es sólo la mano derecha la que toca con el puño la puerta de la Fiscalía del Estado y esa puerta no se abre; igualmente, la misma mano llama a la puerta del Centro de Justicia para Mujeres y tampoco encuentra cobijo.

En la tercera y última puerta, la de la Casa Jalisco –residencia oficial del gobernador en turno– se ve abierta la misma mano, pero descolorida, sin vida, deslizándose y dejando apenas pintados tenuemente los dedos de su última esperanza para salvarse…, de su último aliento, el signo de la muerte.

Ahí, a las puertas de la Casa Jalisco, quedó el cadáver, desgraciadamente, de un feminicidio más, el de Vanesa Gaytán Ochoa, apuñalada por su propio marido, Irwin Emanuel Ramírez, quien la tenía amenazada de muerte desde hace dos años cuando iniciaron un proceso legal de divorcio y la disputa recientemente, al parecer, por la custodia de su hijo, aparentemente el único que tuvieron.

Desde 2017, Vanesa Gaytán Ochoa supuestamente gozaba de protección oficial para evitar cualquier agresión del cónyuge.

Cuando pasaba por ahí rumbo a su trabajo, se percató que la seguía Irwin Emanuel Ramírez en una camioneta. Llamó a su familia y a su abogado y le recomendaron fuera a la sede del gobernador. Lo hizo.

Fue un arrojado escolta del fiscal Gerardo Octavio Solís Gómez –quien se encontraba en reunión con Enrique Alfaro en la Casa Jalisco– el que entró en defensa de la dama cuando pidió auxilio. Pero cuando se aprestaba a auxiliarla, el feminicida echó su automotor sobre los dos. Bajó de la unidad y empezó a acuchillar a su expareja, quien perdió la vida en el lugar.

En el acto, el elemento de la Fiscalía disparó en contra del asesino. Y aunque lo hirió de gravedad, ya  era imposible salvarla. El agresor falleció poco después en un hospital.

De los 70 asesinatos de personas del sexo femenino ocurridos en los últimos cinco meses en Jalisco –una cifra sumamente elevada–, solamente 13 están clasificados en la Fiscalía General como feminicidios.

Este hecho encendió todas las luces amarillas y rojas sobre las agresiones a las están sometidas centenares de mujeres, pero que frecuentemente son olímpicamente ignoradas, desde por los agentes ministeriales e investigadores hasta por las más elevadas instancias, por tres razones fundamentales: por desinterés o simple negligencia, desconocimiento y por la ausencia del  mejor lubricante que hace caminar el podrido andamiaje de la justicia, señaladamente en Jalisco, desde la procuración hasta su aplicación en las últimas instancias: los billetes, asunto del que ya escribiremos en otra ocasión.

La sociedad se pregunta:¿qué está pasando? Y se responde: cuando no hay valores, cuando la vida “no vale nada”, se pierde todo y hasta la misma vida. Y se pierde de manera tan atroz como esta. Sin importar lugar y modo.

Alejandra Cartagena, miembro del Comité de América Latina y el Caribe para la defensa de la Mujer (Cladem), expresó: “Pareciera que las violencia en contra de las mujeres tocó a la puerta del gobernador para que sea vista”. Así parece.

Por su lado, Alfaro dijo en un tuit que “es muestra de la descomposición social que duele, indigna y da rabia”.

Pero, ¿ahí nos vamos a quedar? ¿Qué va a hacer él y qué todos nosotros, la sociedad?

La secretaria de Igualdad Sustantiva, Fela Pelayo, habló de revisar y reforzar las medidas de protección a las mujeres.

¿Será suficiente esto? No lo creo, en tanto no se haga una verdadera limpia de personal que no funciona, y no sólo en este caso sino en todos. No se podrá avanzar en la procuración y ejecución de la justicia en tanto la corrupción siga imperando. La revisión y fortalecimiento de las distintas áreas se hará sólo con gente con responsabilidad, ética –por no decir moral– y ganas de servir a los demás. No hay otra fórmula.

Simplemente, cuando se habla de revisar y reforzar medidas, hay que ir al fondo del asunto.

En el caso concreto de la protección que se brinda a esta gente que es acosada y amenazada en sus bienes y, sobremanera, en su vida, tendrán que cambiarse, además de las personas, los protocolos.

¿Cómo es, por ejemplo, que Vanesa tenía una orden de protección y estaba desprotegida en el momento del ataque, a no ser que pasó, o se acercó, a donde había policías?

Desgraciadamente, no es la única víctima fatal de alguien que supuestamente tiene orden de protección oficial.

Por ejemplo, aunque se trata de un hecho muy distinto, un hombre cuyo comportamiento y antecedentes pudieran estar en duda pero tenía “protección” policiaca, sufrió un primer atentado del que salió ileso, pero en el segundo fue ejecutado precisamente este mismo mes de abril en la colonia Buenos Aires, al sur de Guadalajara.

Él fue Lázaro Sánchez Radilla, cuyo caso y antecedentes fueron documentados en Partidero de Diez por Gloria Reza a principios de este mes de abril.

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