Sábado 2 de marzo de 2024.- Le estuvimos dando cuerda en esta columna al tema pensionario, álgido o candente, según la perspectiva de juicio. Nos detuvimos especialmente en sus números e historial en la UdeG, porque aquí, como en la casa del jabonero, el que no cae resbala. Trajimos elementos y números para su análisis y mejor comprensión. Lo que sigue es que lo enfríen y se imponga la arbitrariedad de la administración central. Mas ya hay que cambiar de disco.
En nuestro bello país, donde poco a poco amainan los fríos y se vienen los calores insoportables, ya se puso el horno para bollos. Ayer arrancaron oficialmente las campañas electorales. Va en plural, porque se trata de muchos eventos en uno. Por un lado, está el proceso del relevo de las autoridades federales. No sólo está al centro la sustitución del titular del poder ejecutivo, sino también la renovación del senado y la del congreso de la unión. En los tres casos va a haber mucha tela de donde cortar y nos mantendrá entretenidos.
También se renovarán los gobiernos de nueve estados de los treinta y dos que componen la república. Es casi un tercio del espectro. Por supuesto que al renovar el gobierno estatal se tiene que entrar a la disputa por el poder ejecutivo, pero también a la de las curules de su poder legislativo. Poco a poco vemos entonces que el abanico a presentar para la elección de opciones se volverá alto o nutrido, como mejor se quiera entender. Esto anuda con más lazos la disputa por los puestos federales.
Y, por si fuera poco, ya en la parte baja de la tabla de la atención, está la renovación de las autoridades municipales que son una vastedad. Estamos hablando entonces de una sacudida de puestos demasiado extensa y a la que pocos mexicanos se mantendrán indiferentes. Si no les pica el aguijón de su interés por la disputa en la cresta, puede ser que se entusiasmen por los jaloneos de la media tabla o por la del suelo raso. Es decir pues, que habrá para todos y en alguna de esas plazas nos encontraremos.
Llamarle a esta movilización en plural es correcto entonces, pues son demasiados los procesos de disputa electoral que se han de escenificar. Al acudir a las casillas a emitir el sufragio, en algunos sitios habrá tres, cuatro y hasta siete o más urnas para distribuir la oferta de papeletas. No nos ocurren siempre procesos tan concurridos, pero éste será uno de ellos. Dentro de noventa días pasaremos a este ejercicio colectivo y nos desgarraremos las vestiduras por sus resultados, como lo hacemos siempre. Ya lo veremos.
En medio de tanta parafernalia, la disputa que se lleva la palma de la atención es la que se escenifica por la titularidad del poder ejecutivo. El popular AMLO va a dejar la silla y hay tres candidatos a sustituirlo. Casi todo el público afirma que tocará a una mujer el relevo, lo cual vendrá a ser una novedad en nuestra historia. A tal sitial nunca ha llegado una fémina, ni por equivocación. No es profecía, pero pareciera que el vaticinio es correcto. Son dos las mujeres que andan en la lisa, acompañadas de un varón nada más. El señor Máynez del partido del Movimiento Ciudadano es el único personaje masculino trepado al ring. Mas parece que todos coincidimos en que su número porcentual de votos no rebasará siquiera un dígito. O sea, por adelantado lo estamos dejando fuera de combate.
Las dos señoras que abanderan la colisión sí tienen momios de respaldo suficiente como para suponer que trepará una de ellas a la silla disputada. A las dos las conoce de sobra el público sufragante y el voto colectivo se dispersará para ambas según la preferencia que han despertado. A la señora Xóchitl Gálvez Ruiz la propuso, desde hace casi un año ya, el grupo oligárquico que comanda Claudio X. Desde el sexenio de Peña Nieto, los tres partidos que eran entonces mayoritarios (PRI, PAN y PRD) celebraron una alianza a la que llamaron dizque ‘Pacto por México’. Y ahí siguen. Ellos son la plataforma de lanzamiento para esta señora y le siguen sirviendo de sostén. Ya veremos la suerte que les seguirá en la presente confrontación.
La candidata a vencer, de acuerdo a los números que han estado arrojando las encuestas y los pulsos de opinión desde hace varios meses y cuyas tendencias no muestran variaciones al arrojar la preferencia a su favor, es doña Claudia Sheinbaum Pardo. Ya ha ocupado puestos dentro del funcionariato del país. El último, del que saltó a la presente candidatura, es el del gobierno de la ciudad de México, la capital de la república. Por supuesto que se trata de una política profesional y ya han tenido tiempo los ciudadanos para pulsar su experiencia de gobierno. No será entonces una improvisada para estas tareas, si es que se confirman las tendencias por su favoritismo a la hora de la votación.
No hay que caer en la vieja indolencia a la que las rutinas del PRI nos habían acostumbrado, de que desde antes de que se celebraran las elecciones ya sabíamos quién iba a ser el ganón. Así que la campaña era, más que período de proselitismo, la etapa descarada de la cargada. Se arrimaba el cuerpo al ganón para alinearse con él y hallar acomodos en el presupuesto. Son malas aficiones que habrá que sepultar, si es que haya aún equipos que jueguen estas cartas marcadas. Hoy no sabemos que ya haya ganador seguro, desde antes de que se celebren los comicios. La 4T o Morena en el poder ha abierto la puerta a la competencia real y no más simulada y es el respaldo al que invoca doña Claudia para su legitimidad. Parece que se dirige a esta meta con pie firme y sí lo conseguirá. Ya lo veremos pues, que en esta danza andamos.