Jalisco ocupa el primer lugar en hallazgos de fosas a nivel nacional. Incluso podría retar a cualquier ciudadano a contrastar este deshonroso liderazgo a nivel mundial, y quizás no encontremos punto de comparación con lo que está sucediendo en Jalisco.
La actividad de inhumar restos de manera clandestina se ha venido diversificando en los últimos años.
Las primeras fosas clandestinas se localizaron en la Barca, Jalisco, en el año 2013, donde desenterraron 75 cadáveres.
Hoy en día las fosas pueden ser localizadas en lugares alejados de la población y hasta hay fosas acuáticas, ubicadas en lagos, lagunas y presas. También existen cementerios clandestinos en plena zona metropolitana o a pie de carretera.
Tristemente, nuestras autoridades se limitan a ser espectadores ante estos actos de barbarie, pues en la gran mayoría de los hallazgos de dichas fosas se aprecia la huella de la violencia extrema.
Masas amorfas donde se encuentran cuerpos desmembrados, revoltijos humanos en los que se ubican carne, uñas, cabellos y dientes.
Lamentablemente las fosas ya alcanzaron a un joven estudiante de la Benemérita Universidad de Guadalajara, quien cursaba el quinto semestre en la preparatoria de Tonalá Centro.
El joven, de tan solo 18 años de edad, fue reportado desaparecido el pasado 2 de octubre del año 2019. Fueron sus propios compañeros quienes ya vivieron el estrés, la angustia e impotencia de intentar localizar a José Francisco Villa Tomás por medio de volantes elaborados por ellos mismos.
Los impresos difundidos retrataban sus datos generales: 18 años, estatura 1.70 aproximadamente, tez moreno claro, y complexión media. También que vestía una chamarra roja, camisa negra con estampado de una corcholata, short blanco con azul, tenis Adidas negros, una visera Nike color gris y una mochila de la marca Puma en color azul.
El volante subrayaba lo siguiente: “tiene un tatuaje de una manzana en la muñeca de la mano derecha y un atrapasueños en la pantorrilla”.
Sus compañeros y familiares no tuvieron éxito en la localización de José Francisco, ya que fue en una fosa localizada en Matatlán, donde había aproximadamente 26 cuerpos de personas desmembradas, donde finalmente se identificó al estudiante.
Entre los citados restos se encontró el brazo de José Francisco: se pudo tener certeza de que se trataba de él, en virtud del tatuaje que portaba en el brazo.
Con esto, ha sido cegada una vida más de un ciudadano jalisciense, como miles que han sido localizados en Jalisco, “la gran Necrópolis”.
Lo particular de este hallazgo, es que estamos hablando del primer estudiante de la Universidad de Guadalajara, encontrado en una fosa clandestina de manera oficial.
Tuve la oportunidad de dialogar con los padres de José Francisco, personas que pertenecen a la cultura del esfuerzo y quienes recibieron por parte de las autoridades de Jalisco sólo un brazo con el tatuaje de la manzana.
Es indignante la indolencia con la que nuestras autoridades se conducen ante el dolor ajeno.
No sólo (en este caso) le faltan al respeto a sus padres, entregándoles tan solo un fragmento del cuerpo de José Francisco. Si no que nos faltan al respeto a la comunidad Universitaria, al entregarnos una parte de un “estudiante”. Que es el alma de nuestra Benemérita Universidad de Guadalajara.
Como universidad exigimos esclarecimiento de estos atroces delitos, ya que en Jalisco reina la impunidad, la incapacidad e indolencia.