Fray Alonso Ponce llega a Guadalajara

FRAY ALONSO PONCE LLEGA A GUADALAJARA – 6 de diciembre 1586

Gabriel Michel Padilla

A continuación, el relato del secretario “ad latere”.

Llegada al pueblo de Analco y a Guadalajara.

Y andada otra media legua en que se pasa a otro buen pueblo de la misma guardianía llamado Analco luego un arroyo con una puente de piedra, llegó al sobre dicho convento de Guadalajara, que está a la entrada de la misma ciudad donde fue recibido con mucha fiesta y solemnidad así por parte de los indios y frailes como de muchos españoles seculares que quisieron hallarse en aquel recibimiento.

Descripción de Guadalajara, ganados, trigales, Audiencia Real.

Está la dicha ciudad de Guadalajara fundada en un páramo y campo raso cerca de este último arroyo, descubierta a todos cuatro vientos, y así hace en ella frío aunque no penoso. Cógese en aquella comarca mucho trigo y hay muchas estancias de ganado mayor y algunas de menor; moran en aquella ciudad de 80 a 100 españoles vecinos; las casas son de adobe y bajas porque por allí hay poca piedra y menos cal. Allí reside la Audiencia Real del Nuevo Reino de Galicia en que había a la sazón dos oidores y un presidente;

Obispado, catedral, convento franciscano, agustino y jesuita

Allí también reside el obispo y tiene una silla y, además de la iglesia catedral que se iba haciendo de cantería hay convento de agustinos y nuestro, y había ya religiosos de la Compañía que comenzaban ya a hacer lo suyo. Hacíase también un convento para las monjas de la Concepción en el cual se habían encerrado dos mujeres y esperaban de México monjas que las instituyesen a ellas y a las demás que hubiesen entrar. Estaba este convento sujeto al ordinario.

Otro nombre para Guadalajara: “El Molino” y “Tonalá”.

Llaman aquellos indios a aquella ciudad “El Molino” por un molino que se hizo luego como se conquistó la tierra, allí junto a aquel arroyo sobredicho; también la llaman Tonalá por un pueblo de indios que está allí cerca. Nuestro convento cuya advocación es de nuestro padre San Francisco es muy antiguo, hecho de adobes con un claustro dormitorios e iglesia, y es el que tiene más celdas de los de aquella provincia; leían en él, las artes y entre estudiantes y moradores había dieciséis frailes, los visitó el padre Comisario y detúvose allí hasta el último día de aquel año y mes, porque se le ofrecieron negocios que pidieron todo ese tiempo.

Convento de San Francisco, su huerta de cardos, ajos, cebollas y más.

Hay en aquel convento una bonita huerta en que se dan muy buenos cardos, ajos, cebollas, repollo y lechuga y otras hortalizas;

El venado conventual, el burro aguador, obediente pero con límites

Había en aquella casa un grande venado criado desde pequeño el cual en tañendo a comer y a cenar acudía luego al refectorio y daba una vuelta por todas las mesas y comiendo lo que cada fraile daba y él podía alcanzar y en acabado de pasar todas las raciones se volvía a salir por donde había entrado, y eran cosas de admiración que nunca faltaba de este ordinario. También había en aquel convento un jumento que había dado por amor a Dios un español, el cual tenía una propiedad tan rara que no pareció impertinencia ponerla en este lugar y era que traía con él, agua de una fuente de pozo fuera de la ciudad para que bebiesen los frailes y en poniéndole los cántaros en las aguaderas él iba sin guía ninguna al pozo y allí esperaba que le hinchasen y cargasen los cántaros y luego se volvía al convento donde en descargándole le habían dado una ración que eran ciertas mazorcas de maíz y comidas éstas, volvía por otra carga de agua de la misma manera que la primera, pero traída ésta, aunque más maíz le diesen y más le apaleasen, no había remedio que le hicieran traer más agua; dos caminos eran cada día su tarea y no había de pasar de allí ni por bien ni por mal.

Mateo, el indio enanito. Cocas, tecuexas y mexicanos los indios tapatíos.

Cosa por cierto bien rara como también lo era un indio que vino allí a ver al padre Comisario el cual se decía Mateo y tenía más de 60 años de edad pero no tenía de alta una vara de medir y la voz y miembros en proporción del cuerpo eran de un niño de cinco o seis años. Los indios de aquella guardería parte de ellos son cocas y parte tecuexas y parte mexicana de los que fueron con los españoles cuando la conquista; todos caen en el obispado de Xalisco y son la jurisdicción de aquella Audiencia.

Cofradía del Rosario. Los Juramentos. Fuente de devoción.

En nuestro convento está fundada la cofradía del Rosario y se tiene mucha reverencia y veneración. Cantan cada sábado en la tarde una letanía muy devota de nuestra Señora y acude mucha gente de la ciudad a asistir a ella, porque casi todos son cofrades de esta cofradía y otra que llaman de los Juramentos, y para la una y la otra tienen hecha los cofrades una bonita capilla pegada con la portería del convento del cual toda aquella ciudad es particularmente devota.

Visita del obispo, los oidores, y gente principal al padre Comisario     

Luego como el padre comisario llegó a aquel convento le fue a ver el obispo y los oidores y toda la gente principal y a instancia y a ruego del mismo obispo, predicó en la catedral el día de la Concepción. Oyóle la audiencia y toda la ciudad y los religiosos que en ella había; el día octavo predicó en nuestro convento y tuvo casi el mismo auditorio; el día del expectación de nuestra Señora hubo conclusiones en nuestra casa; acudieron a ellas y estuvieron  presentes el obispo, y los oidores y los religiosos de la Compañía y algunos clérigos e hiciéronse con mucha solemnidad, orden y concierto; desde ese mismo día o desde la víspera de esta fiesta a la víspera de navidad del Señor, se dijo cada día en nuestro convento, una misa cantada con mucha solemnidad al amanecer, a la cual acudía todo el pueblo y estaban en ella con grandísima devoción, con candelas encendidas no sólo los españoles sino también los indios; se llaman estas misas las de aguinaldo que se pide a nuestra Señora las cuales suelen también decir en México y en algunas otras partes de la Nueva España estos mismos días.

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