George Floyd y la coyuntura trumpiana

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De las coyunturas podemos salir fortalecidos o simplemente no salir. La coyuntura marca la intersección exacta entre el tiempo y el espacio para producir un acontecimiento que trasciende el tiempo largo, a partir de su irrupción en el tiempo corto, en la brevedad líquida del momento.        floyd

La coyuntura que vive Donald Trump y su gobierno no nació el 25 de mayo en Mineápolis, Minesota, con el asesinato de George Floyd a manos de la policía local. Por el contrario, la realidad que en estos momentos se vive en Estados Unidos es consecuencia de una estructura socioeconómica, política y cultural que la generó y la soporta. Si traerá cambios trascendentales o solo de forma, ya lo veremos al paso del tiempo, seguramente esta coyuntura transformará los procesos cortos y largos de la sociedad estadunidense.

Para entender la coyuntura trumpiana debemos desarmarla, desmembrar sus partes del todo, sin perder de vista el conjunto, y una vez deshecho el rompecabezas deberemos armarlo nuevamente agregando las interpretaciones y explicaciones necesarias. Esta labor nos impondrá un necesario ejercicio de análisis de la forma y el fondo para alcanzar a llegar al meollo de la violencia que hoy recorre las calles de ciento cincuenta ciudades de la Unión Americana, como una muestra palpable de una nación fracturada por el propio peso de su historia.

El asesinato de George Floyd es un eslabón más de una historia de larga duración, una historia que continúa, y tal parece que nadie a lo largo de cuatro siglos ha querido o ha podido ponerle un alto. Aunque se ha avanzado en los derechos civiles y respeto a las minorías desde la Guerra Civil, parece que ni la abolición de la esclavitud en 1863 ni la lucha por los derechos civiles en la década de los años sesenta de siglo pasado han sido suficientes.

El asesinato de George Floyd no es la causa del desbordamiento de la indignación ciudadana, en todo caso, fue el empujón definitivo para tomar las calles y exigir que la realidad cambie. En el fondo del griterío la catapulta que los lanza a su lucha es la supremacía blanca y el racismo.

La violencia racista contra los afroamericanos es histórica y sistémica. Los afroestadunidense representan 33% de la población carcelaria en nuestro vecino del norte, mientras representan 13 por ciento de la población total estadunidense; 23% de las víctimas mortales de la policía son afroamericanos, y ese grupo social tiene seis veces más posibilidades de ir a la cárcel que los blancos. Los adolescentes afroestadunidenses tienen 21 veces más probabilidades que los blancos de morir por agentes de policía. La policía mata un afroamericano cada 40 horas. Esto es la materialización más ofensiva de las profundas desigualdades que delinean la cotidianidad de los afroamericanos.

Frente a esa realidad, no hay nada más alejado que decir que las manifestaciones y los disturbios son irracionales y caóticos, muy al contrario, son estructurados y cobran un profundo sentido para quienes participan en ellos. Sin duda, son las armas débiles con que cuentan para expresar su poder.

De cara a todo ello, la respuesta de Trump ha sido aportar más gasolina al fogón. Si bien, al inicio las protestas no estaban dirigidas contra él; luego de sus declaraciones criminalizando a los manifestantes, llamándolos terroristas y amenazando con enviar al Ejército a contener las manifestaciones con base en la Ley de la Insurrección de 1807, pasando por encima de los gobernadores y el Congreso, la indignación se canalizó hacia el jefe de la Oficina Oval.

La coyuntura que puede derrotar a Donald Trump tiene cuatro aristas, a saber: la epidemia de Covid19 que ha contagiado a casi dos millones de estadunidenses y cobrado la vida de casi 106 mil personas; un desempleo que alcanza los 40 millones de personas; el desplome de la economía; y las manifestaciones por el asesinato de George Floyd.

Si bien, el panorama es sombrío, con una caída de la aprobación del presidente de 53 a 45% en el último mes; y el candidato demócrata, Joe Biden sacando una ventaja de 53% a 43 por ciento en la intención del voto; aún el presidente podría salir fortalecido de esta coyuntura.

Para ello, hay dos caminos: el primero, seria contener el número creciente de victimas del coronavirus, que la reactivación de la economía generara millones de empleos nuevamente, y una respuesta más empática hacia las manifestaciones de los afroamericanos; el segundo escenario es más violento, en él, Donald Trump podría agudizar las tensiones en la comunidad y profundizar las fobias de su electorado hacia sus contrincantes.

Más allá de lo que suceda, la sociedad estadunidense debe tomar conciencia que su histórico racismo es la causa primigenia del descontento e indignación que hoy recorre sus ciudades.

 

@contodoytriques

 

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