Ginés, el teco (cuento) / II

Ginés, el teco (cuento) / II

Mel Toro

 

Segunda Parte:

Haciendo buen ruido, arrojan la ropa al mueble, arriman vasos, hielos y bebidas para continuar la chorcha. Se sueltan el pelo. En el apartamento viven tres chavos: Greg, Ginés y Angelito. La idea de salir a buscar juerga fue rechazada por Ángel porque el lunes presentará un examen complicado en su escuela. Estudia ingeniería, como el Ginés, pero no con los tecos sino en la UdeG. Cuando arrancaron al centro, él se encerró en su cuarto para entregarse al sueño.

El par de juerguistas vuelve con compañía. Les vale si Ángel duerme o vela. Greg es despabilado y saleroso. Su buen humor despierta y contagia de alegría a las chicas. Es la secuela de ganarse la confianza. Marta se acomide a servir bebidas y le ofrece una cubita bien servida al Greg. Brindan. En tanto Ginés pone al aire una musiquita sabrosona con el fin de invitarlas a bailar. Las chicas no se hacen del rogar. Marta se nota más entusiasmada. A Gabi no se le acaba de derretir su hielo. Nota a su compañía más bien tosco y poco seductor.  Hacen una pausa musical y departen.

_ ¿Cómo está eso de que se vinieron a estudiar a Guanatos? pregunta una.

_ Concluimos la secundaria y arrancamos para acá – contesta el Greg, sin darle muchas vueltas al asunto -. De no haberlo hecho, los jefes nos hubieran metido directitos a la chamba. Yal potrero, que es lo peor.

_ Unos amigos convencieron a nuestros papás a venirnos y nosotros nos sacrificamos – remata Ginés la explicación -. Allá no hay más que secundaria. Nos vinimos a cursar la prepa y, ya encarrerados, le seguimos a la facultad.

Vuelven a brindar y a zangolotearse con una tandita de baile desparpajado. Las muchachas se miran entre sí y consultan su reloj. Como que Gabi es de la opinión de ya concluir la fiesta, pero nota entusiasmo de más en Marta, que ríe y canta despreocupada. Se vuelven a sentar. Toman un nuevo descanso. Greg abre plática de nuevo.

_ Y ¿ustedes qué, nenorras? ¿Estudian o trabajan?

_ Las dos estudiamos – contestan a una, superponiendo sus palabras -. Estamos en la prepa.

_ No me vayan a salir con la mamada, chicas, de que estudian en una prepa de la UdeG. ¡No les veo cara de chafas!

_ Pues sí, fíjate que sí – contesta airosa la Gabi, sin hacer caso a la ofensa de Ginés -. Estudiamos en la prepa de Jalisco. ¿Por qué?

En tono bajo, casi imperceptible, Greg le murmura a Marta al oído: “Ya va a regar la sopa este cabrón. ¡Cómo no se los advertí!”. La toma, discreto, del codo y la conduce a la alcoba, para sacarla de la posible disputa por estallar. Pide que le haga un gesto de desaprobación a la amiga para ver si logra que se calle y no haga caso a Ginés. Marta, de inmediato, capta la advertencia que le ha enviado Greg. Pero Gabi no se da por enterada. Ambos se encierran en la alcoba. Dejan solos al parecito en la sala, con ánimo mutuo de trenzarse en sinrazones.

_ Pues mira Gabi – arremete de sopetón el Ginés -. Antes de que me digas nada, te pongo las cartas sobre la mesa. De las dos universidades que tenemos en la ciudad, la mejor es la autónoma. Es una institución católica, en la que se defienden las verdades religiosas. La de ustedes se dice laica, pero es atea.

Gabi no esperaba la andanada. No conoce a Ginés. No sabe si su respuesta le picará la cresta. Pero para no coger el rábano por las hojas, le pide que le amplíe su apreciación tan discutible. Ginés asiente.

_ A la autónoma la fundaron en 1935 un señor de apellidos Cuesta Gallardo y los hermanos Leaño Álvarez del Castillo. Es producto de la reacción sólida de los católicos tapatíos, para oponerse a la norma del gobierno del tiempo de Lázaro Cárdenas, que decía que la educación que impartiera el estado debía ser socialista. Nuestras familias católicas dieron la espalda a las escuelas del gobierno para defender la fe.

Se da un leve respiro y se sigue de frente:

_ No sé si sepas que la UNAM nos dio el registro oficial, pues el gobierno local nos lo regateó. Aquí estatuyeron que los únicos estudios superiores que se reconocerían en el estado serían los de tu universidad pinchurrienta. Pero se quedaron chiflando en la loma. Nuestros egresados son tanto o más buenos que los de ustedes y están reconocidos.

_ No entiendo bien qué quieres defender – replica Gabi con cierta timidez -. No capto la conexión entre los estudios superiores y la defensa de la fe. Me gustaría que me lo

aclararas con más detalle, si es que quieres hacerlo.

_ Mira, niña. No tiene mucha ciencia, pero te lo pinto con dos brochazos. Los fundadores armaron desde el principio una revista de penetración ideológica, llamada Réplica, cuyo lema era civilización y barbarie. Pero más que nada, pusieron las bases para estructurar con los estudiantes más impetuosos grupos altivos, de choque, para enfrentar a los cerdos udegeístas. Terminaron apodándonos los tecos. Así es el miedo que nos tienen.

_ ¿Tú eres teco?

Gabi le revira impetuosa, sin dejarle terminar. Sabe bien ella que los tales tecos componen una especie de hermandad secreta y que ninguno debe revelar su pertinencia al grupo. Pero al Ginés le acaban de traicionar su subconsciente y el alcohol que lleva ingerido. No obstante, capta su indiscreción y enmudece. Se hace un pastoso silencio. Largo rato se mantienen vigilantes, midiéndose uno a otro la distancia. Al fin Gabi decide destrabar la incomodidad.

[Continuará…]