Gobierno de Jalisco: de administrar la crisis a solucionarla

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Para nadie era un secreto la difícil situación en la que recibiría Enrique Alfaro, gobernador del estado, las riendas de Jalisco. Más allá de algunos buenos resultados obtenidos por la administración de Aristóteles Sandoval, la realidad que heredaba el alfarismo no era precisamente la mejor para apuntalar las bases políticas de la Refundación.

Precisamente por esta razón, Alfaro Ramírez no puede llamarse a sorpresa ni manifestar extrañeza de la dura realidad jalisciense que, a querer o no, ha complicado el andar naranja por las veredas políticas de nuestro estado. De cara a ello, solo al inicio de este gobierno resultaba válida la narrativa de la “casa tirada que nos dejaron es difícil limpiarla”. Pero, al paso de los meses se materializó la máxima de la política que reza: “problemas heredados no resueltos, se vuelven tus problemas”. Así, transcurrió el primer año de quien habita Casa Jalisco.

Estoy cierto, que ante la pesada losa que recibió el gobierno entrante en 2018, la mejor estrategia que encontraron para cargarla, fue la de administrar la multifacética, multifactorial y multidimensional crisis; más allá de suponerse con los arrestos necesarios para resolver la profunda problemática económica, política, social, de salud y de seguridad, mediante los escasos recursos materiales, económicos y humanos, Enrique Alfaro le apostó en el primer año únicamente por dirigirla.

La idea de administrar una crisis se proyecta desde el supuesto de que no se cuenta con lo necesario para solucionarla, y que, bajo ese precepto, lo menos malo es gestionarla, evitar que aumente y contenerla para que no se desborde. Levantar diques para que la vulnerabilidad del estado tenga manifestaciones en el menor número de espacios sociales y que afecte a la menor cantidad de habitantes, sin que eso signifique necesariamente la solución de los problemas.

Desde luego que reconocemos que administrar una crisis no es un asunto menor, pero no es suficiente para encararla con éxito y sentar las bases de la pretendida Refundación que pregonan desde el poder. Lo delicado de esta situación, es que en tanto solo se piense en administrar el tiradero, cualquier conflicto que aparezca, por menor que sea, tendrá un efecto mayor en el contexto de inestabilidad, vulnerabilidad y precariedad que tenemos en Jalisco.

Si bien, es mejor administrar la crisis que ignorarla, se impone que, durante el segundo año del gobierno de Enrique Alfaro se comiencen a solucionar los problemas. De lo contrario, las problemáticas recibidas en 2018 por Movimiento Ciudadano, lejos de disminuir, aumentarán sistemáticamente, minando con ello las esperanzas de la población puestas en un nuevo proyecto político para Jalisco.

 

@contodoytriques

 

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