Grandezas de Nueva Galicia / IX
Gabriel Michel Padilla
Capítulo 6 (79)
De la de una fiesta que los indios de Tlajomulco hicieron el Día de Reyes
Tienen costumbre los indios de Tlajomulco mucho tiempo ha, de representar en su pueblo cada año el día de la epifanía, lo que en aquella pascua y festividad aconteció y pasó como nuestra madre la Santa Iglesia lo enseña y publica; lo que estando allí el padre comisario general hicieron en este caso, pasó de esta manera tenían hecho el portal de belén en el patio de la puerta de la iglesia casi arrimado a la torre de las campanas y en él tenía puesto al Niño y a la Madre y al santo José.
Portal de Belén, descubrimiento del heno. Herodes majestuoso
Era hecho el portal de unos palos, muy pobre, cubierto con otros palillos y sobre ellos uno como mojo o maehojo (heno) que se cría en aquella tierra y en las de México y otras, en las encinas y robles y otros árboles y es a manera de rencillas y barbas así de hacer unas con otras muy blandas delicadas que en lengua mexicana se llama paxtle y sirve para las muchas cosas; y a un lado del patio tenían hecha, algo apartado del portal, una ramada donde estaba Herodes sentado en una silla con grande acompañamiento representando mucha gravedad y majestad.
Los santos reyes descienden lentamente, regalos en un chiquihuite
Desde lo alto de un cerro de los que están junto al pueblo, vinieron bajando los reyes a caballo, tan despacio y poco a poco así por gravedad como porque el cerro es muy alto y tiene muy áspero camino que se tardaron casi dos horas en bajar y llegar al patio. Traían los reyes un indio a pie con un guión y éste venía delante y detrás de ellos venía otro de más de ochenta años con un chiquihuite a cuestas con los dones y ofrendas que habían de ofrecer al Niño. En el ínterin que llegaban, salió una danza de ángeles, los cuales delante del portal danzaron y bailaron, cantando algunas coplas en lengua mexicana con muchas humillaciones y genuflexiones al Niño.
Gloria in excelsis, los pastores se desmayan, regalos para el Niño
Luego llegó otra danza de pastores cargados de zurrones y calabazas y otras cosas, con sus callados y aderezos pastoriles, aunque muy pobres y estando todos juntos en medio del patio se descubrió un Ángel en una torrecilla hecha de madera en el mismo patio y canto Gloria in excelsis Deo etcétera, a cuya voz cayeron en tierra los pastores como sin sentido y confortándolos el ángel en lengua mexicana, y dándoles las nuevas del nacimiento del Niño volvieron en sí y se levantaron y acudieron todos al portal con mucho contento y regocijo y ofrecieron al niño de lo que llevaban, uno un cabrito, otro un cordero otro unos panes y otro una toca y otros otras cosas con tanta reverencia que provocaban a los circunstantes a devoción. Luego comenzaron a danzar y bailar y a cantar en la misma lengua mexicana en alabanzas del Niño haciéndose unos a otros preguntas y diciendo qué habían visto y qué habían oído y respondían con mucha alegría repitiendo muchas veces la palabra del ángel y diciendo “goria, goria, goria” dando saltos y brincos con sus cayados con grandísimo regocijo y placer;
Danzas singulares, Dominguillo y Gonzalillo, personajes claves.
luego lucharon unos con otros y cuando se derribaban iban rodando por el suelo asidos y abrazados muy fuertemente, con tanta ligereza que ponía espanto y daba mucho contento y si alguno los quería detener, así iban rodando, afirmando su cayado en la tierra para que no pasasen adelante sino que en él se detuviesen; en llegando ellos al cayado daban la vuelta y tornándose por donde habían ido, así abrazados rodando; y cuando esto pasaba muy adelante, llegaban dos pastores y cogíanlos en medio con sus cayados, y así cesaba su rodar y se levantaba; mandaba el mayoral a cada uno que saliese a saltar y brincar llamábalos por sus nombres a uno Dominguillo y a otro Gonzalillo y a otros por otros nombres muy graciosos y todos le obedecían y finalmente viendo que se acercaban ya los reyes, hicieron un corral o cerco asidos de las manos en rueda dejando dentro dos de ellos sueltos, los cuales con sendos cayados andaban tras los de la rueda como si fueran toros y con los cayados los derribaban al que cogían y le llevaban rodando a una parte y a otra con la cual se concluyó la fiesta que cierto estuvo muy de ver.
La estrella de Belén desplazándose por el viento
Llegaron los reyes a la puerta del patio, guiados por una estrella que los indios tenían hecha de oropel y la corrían por dos cuerdas que llegaban desde el cerro hasta la torre de la iglesia, y tenían hechas a trechos unas torrecillas de maderas altas, desde las cuales encaminaban la estrella para que corriese por las cuerdas, llegados pues los reyes a la puerta del patio, se les metió y escondió la estrella en una de aquellas torrecillas y entonces enviaron sus mensajes a Herodes para entrar; después de algunas demandas y respuestas,
Los reyes ante Herodes, libro de las profecías, ira de Herodes
se apearon y entraron en el patio delante de Herodes, y hecha su pregunta, llamó Herodes a los sabios, los cuales trajeron un libro grande y a instancia del rey buscó uno de ellos la profecía y hallada y relatada a Herodes se enojo tanto con él que le quiso poner las manos, arrojó el libro por el suelo y mando luego al sabio que lo tomase y tornase a leer aquella profecía haciéndole hincar de rodillas. Estaba el negro doctor leyendo todo turbado y temblando, hojeando del libro y como al fin tornó a hablar la profecía y se la mostró a Herodes tornóse Herodes a enojar con él y tomó el libro de las manos y dio le a otro doctor el cual asimismo puesto de rodillas y con la misma turbación buscó y halló la misma profecía, y lo mismo hicieron otros dos o tres a quien el mismo Herodes iba dando el libro finalmente viendo Herodes que todos conformaban, dijo a los reyes que fuesen a buscar al Niño etcétera, y él se quedó con sus doctores dando grandes palmadas en la mesa y sobre el libro a veces riñéndolos y a veces arrojando el libro sobre la mesa y en el suelo mostrando tanta cólera y enojo y soberbia y presunción, así en el aspecto como los meneos, obras y palabras como si de veras estuviera enojado y fuera el mismo rey Herodes.
Aparición de la estrella, jarros de plata que contenían los dones regios
Partidos los reyes de la presencia de Herodes salió luego la estrella de la ramadilla y torre y prosiguió su curso hasta llegar a la torre de la iglesia, a cuyo pie, como dicho es, estaba el portal de Bethlem.
Postración de los reyes. Un indio viejo, treinta años actuando
Postráronse los reyes ante El Niño y le ofrecieron sus presentes que eran unos jarros de plata, haciendo cada uno, puesto de rodillas una oración breve en lengua mexicana; el indio viejo que llevaba la carga de estos dones (el cual según certificaron el padre comisario hacía más de y treinta años que hacían aquello cada año un tal día como aquel) puso el chiquihuite, y algo apartado del portal vuelto hacia el Niño le habló de pie de la misma lengua mexicana, diciendo que no tenía otra cosa que ofrecerle sino aquella carga que traía y el cansancio que traerla había pasado, que todo aquello le ofrecía; luego se descubrió el ángel en la torrecilla sobredicha y dijo a los reyes que se volvieran a su tierra por otro camino y así ellos salieron del patio y la fiesta se concluyó, a la cual se hallaron presentes diez o doce frailes y muchos seculares y más de cinco mil indios así de los de aquella guardianía como de otros pueblos, porque todos los de aquella comarca acuden a aquella fiesta.