Puntos y Contrapuntos
Criterios
Nadie puede vencer al tiempo. Tarde o temprano, por muy diversos caminos, la naturaleza se abre paso para transformar el mundo. Pasa con la vida de las personas y también con respecto a algunas instituciones. Hay cambios que inevitablemente llegan.
El próximo lunes primero de abril del 2019 tomará posesión el nuevo rector general de la Universidad de Guadalajara (UdeG), para el periodo 2019-2025.
Una vez que el actual rector general sustituto de la UdeG, Miguel Ángel Navarro Navarro, rinda el sexto informe de la actual administración de esa institución educativa, que encabezó Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla desde el 1 de abril del 2013 hasta el pasado 16 de marzo de 2018, empezará la cuenta regresiva para la elección del nuevo ungido en la UdeG.
Bravo Padilla dejó la rectoría para ser candidato a diputado federal plurinominal postulado por Movimiento Ciudadano y actualmente coordina la fracción de 28 legisladores (2018-2021) del partido naranja en el Congreso de la Unión.
El informe de Navarro Navarro será este martes 15 de enero del 2019. Quien aspire a llegar a la rectoría general para los próximos seis años, sólo requiere cumplir un trámite y pasar una aduana: conseguir el voto del exrector (1989-1995), Raúl Padilla López, el cacique de la UdeG desde hace 30 años, quien guiará comedida y generosamente -para que no se vayan a equivocar ni corran riesgos-, la voluntad de los 164 integrantes del Consejo General Universitario, máximo órgano de gobierno formal de la institución, integrado por representantes de los gremios de académicos, trabajadores y alumnos, que el factótum universitario controla con mano férrea.
Los signos que se observan en el horizonte anuncian que la elección del nuevo rector general podría marcar un cambio generacional en la UdeG, pues llegaría al máximo cargo formal, por primera vez, un exdirigente de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), que el cacique Raúl Padilla promovió y fortaleció en 1991, para defenestrar a la vieja Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), la que fue su alma mater como dirigente estudiantil y en la que se apoyó para llegar a la rectoría.
Carlos Ramírez Ládewig (hijo de Margarito Ramírez Miranda, exgobernador de Jalisco 1927-1929), fue el primer presidente de la FEG y jefe político de la UdeG durante 24 años, desde 1951 hasta el día de su muerte, cuando fue asesinado el viernes 12 de septiembre de 1975, presumiblemente por un comando guerrillero, aunque su familia mantiene la certeza de que fue un crimen de Estado perpetrado por el gobierno del presidente Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), quien era yerno de José Guadalupe Zuno Hernández (exgobernador de Jalisco 1923-1926), pues estaba casado con María Esther Zuno Arce.
Al morir Carlos, heredó el liderazgo político de la FEG y de la UdeG su hermano Álvaro. Jefe y protector de Raúl Padilla, Álvaro lo llevó a la rectoría de la UdeG en 1989. Ese año ‘El Licenciado’ -como genéricamente se conoce al cacique- le quitó todo el poder a Álvaro y se apoderó de la UdeG.
LOS SIGNOS
El grupo compacto que llegó con Padilla López al poder en la UdeG está exhausto. En la línea de sucesión rumbo a la rectoría general sólo queda el actual secretario general José Alfredo Peña Ramos. Pero la nueva camada de leoncitos de la FEU, que a partir de 1991 creció como columna legitimadora del poder del cacique universitario, ya reclama sus propios espacios.
A Peña Ramos podría quedarle el consuelo de jugar el papel de bisagra entre dos épocas: la de Padilla López y la que podrían escribir sus pupilos, los exdirigentes de la FEU por él impulsados y tutelados durante los más recientes 28 años, en los que bien se ha cuidado de dejar siempre en claro que lo ha hecho en representación de su jefe máximo, con el muy interesado propósito de reiterar sumisión y lealtad absoluta al cacique.
Sin embargo, es Peña Ramos el que tiene los vasos comunicantes directos con sus cachorros, claro, en nombre de “El Licenciado”.
De jóvenes con cualidades -para el bien y para el mal-, los expresidentes de la FEU pasaron a la categoría de promesas jóvenes. Pero el tiempo se les vino encima rápido y la mayoría son ahora adultos con responsabilidades, que operan importantes espacios de poder bajo la mirada vigilante de ‘El Licenciado’ o de su más directo representante, el famoso ‘El Atenguillo’, como muchos identifican a Peña Ramos.
De los diez expresidentes que ha tenido la FEU hasta la fecha, hay por lo menos dos que aún sin decirlo reclaman sus derechos en una sucesión que nada tiene de democrática y sí mucho de dinástica.
El rector del Centro Universitario de Tonalá, Ricardo Villanueva Lomelí, acudió con el gobernador Enrique Alfaro Ramírez para gestionar recursos para la construcción de un Hospital Escuela en ese complejo estudiantil, informó Mural el pasado jueves 10 de enero del 2019.
El funcionario universitario explicó que en el Presupuesto de Egresos de Jalisco 2019 no se asignaron recursos para dicho nosocomio, a pesar de que Alfaro Ramírez propuso a los diputados una partida de 200 millones de pesos para el arranque de la obra. De acuerdo con el proyecto ejecutivo realizado desde hace 2 años, el costo global del hospital escuela de Tonalá ascendería a mil 200 millones de pesos.
El rector del centro universitario de Tonalá apareció sonriente en medios de comunicación convencionales y digitales. Este caso habría que observarlo con mucha atención y curiosidad, pues en tiempos tan cercanos al proceso de elección del nuevo rector general, la libertad que se le concedió a Villanueva Lomelí sólo podría haberla avalado el cacique universitario, pues nadie puede buscar los reflectores, para promover su imagen y sus aspiraciones, si no es con la venia de Padilla López.
Villanueva Lomelí tendría el apoyo del exgobernador priista Jorge Aristóteles Sandoval Díaz. Presume una buena relación con el actual gobernador de Movimiento Ciudadano, Alfaro Ramírez -con quien comparte entrañables amistades muy personales- pese a que ambos disputaron la alcaldía de Guadalajara en los comicios del 5 de julio del 2015. Y si ya gozara del respaldo de ‘El Licenciado’, quizá tendría la mesa servida.
Presidente de la FEU 2001-2004, Ricardo fue jefe de la Oficina de Gabinete de Jorge Aristóteles cuando Sandoval Díaz fue alcalde de Guadalajara (2010-2012) y elaboró para su jefe una radiografía de Jalisco, en la que se sustentaron los argumentos de campaña del aspirante priista a la Gubernatura en el 2012. Villanueva Lomelí fue el coordinador operativo de esa campaña electoral.
Al ganar Jorge Aristóteles la gubernatura Ricardo fue nombrado secretario de Planeación, Administración y Finanzas a partir del viernes 1 de marzo del 2013. Con el apoyo de su jefe fue postulado candidato a la Alcaldía tapatía para los comicios del 2015 que perdió frente a Alfaro Ramírez.
Hasta antes de su descalabro era, políticamente hablando, el prospecto mejor posicionado hacia los círculos más altos de poder en la UdeG. Era el principal articulador de la fuerza que representaban los nueve presidentes que hasta entonces había tenido la FEU en sus 24 años de historia.
DISCRETO
Hay otro expresidente de la FEU que ha construido, ladrillo sobre ladrillo, una relación de confianza con el cacique universitario, a su servicio y en favor de sus intereses: José Alberto Castellanos Gutiérrez, presidente de la FEU 1995-1998.
Discreto y poco afecto a los reflectores, ha sido rector de dos diferentes centros universitarios, en los que ha repetido gestión, periodos que suman 12 largos años, lo que le ha permitido conocer las entrañas del grupo y estar vinculado en forma permanente al cacique universitario.
De 2004 a 2007 y de 2007 a 2010 fue rector del Centro Universitario de la Zona Norte, en Colotlán, mientras que de 2013 a 2016 y de 2016 a 2019 cumplirá dos periodos consecutivos al frente de la rectoría del Centro Universitario de Ciencias Económico-Administrativas (CUCEA).
Ninguno de los expresidentes de la FEU, incluyendo Villanueva Lomelí, tienen la trayectoria de Castellanos Gutiérrez, quien además cumple una delicada tarea para los fines políticos, económicos y de control del grupo. Le cuida las espaldas y el presupuesto a Padilla López en áreas clave, desde sus responsabilidades en el CUCEA.
Al CUCEA está adscrita la Secretaría de Vinculación y Desarrollo Empresarial, que a su vez incluye al Corporativo de Empresas Universitarias (con 14 entidades), cuyo Consejo de Administración preside Padilla López.
¿Y qué es lo que ha cuidado Castellanos Gutiérrez en sus seis años como rector del CUCEA?
Pues bien, vea usted los presupuestos que en los recientes seis años le han sido asignados a esta Secretaría que administra los recursos con los que se alimentan los negocios universitarios que controla Padilla López: en 2013 dispuso de 884 millones 290 mil 176 pesos; en 2014 tuvo respaldo de 765 millones 112 mil 692 pesos y en 2015 le asignaron 866 millones 292 mil 553 pesos.
De igual manera, en 2016 le presupuestaron 915 millones 603 mil 616 pesos; en 2017 esa Secretaría de Vinculación y Desarrollo Empresarial manejó 611 millones 155 mil 647 pesos y en 2018 dispuso de 619 millones 520 mil 844 pesos. Todos estos datos tomados del Presupuesto Oficial de la UdeG, autorizados por el Consejo General Universitario.
Si la sucesión de rector general en la UdeG tomará un nuevo rumbo y el factótum de la institución pusiera en la lista de elegibles a algunos expresidentes de la FEU, los dos mencionados estarían en la primera línea de aspirantes.
En los recientes 28 años han pasado por la presidencia de la FEU los siguientes personajes: Lorenzo Ángel González Ruiz (1991-1993); Felipe de Jesús Ocegueda Barragán (1993-1995); José Alberto Castellanos Gutiérrez (1995-1998); Leopoldo Pérez Magaña (1998-2001); Ricardo Villanueva Lomelí (2001-20014); Carlos Corona Martín del Campo (2004-2007); Cesar Barba Delgadillo (2007-2010); Marco Antonio Núñez Becerra (2010-2013); José Alberto Galarza Villaseñor (2013-2016) y Jesús Arturo Medina Varela (2016-2019).
La mayoría ya dejaron de ser jóvenes promesas. Ahora son adultos a quienes les angustian y les impulsan las ambiciones que alimentan el tiempo y la edad.