Al doctor Hugo López-Gatell Ramírez la oposición misma lo trepó ya al cuadrilátero de los futuribles. Antes de febrero su nombre ni siquiera aparecía en lista alguna de elegibles. Deben haberlo conocido bien sus allegados y, a buen seguro, sus familiares. No sabemos bien si le aplicaría el dicho viejo de: lo conocen en su casa y a la hora de comer. Pero en las listas de políticos brillosos nadie lo registraba.
Se nos vino encima la pandemia. Supimos de su aparición en China. Un buen día, a finales de febrero, AMLO lo presentó como encargado de coordinar los trabajos para enfrentar la pandemia. Aún no nos imaginábamos los estragos por venirse. Resultaban a muchos exageradas las medidas de confinamiento que había implantado China, para aminorarle su crudeza. Pero nada más. Gatell empezó su talacha de manera distinta a como se han plantado los personajes que pone Obrador en movimiento. Lo normal hubiera sido que el doctor Jorge Alcocer, secretario de salud, fuera el asignado para dicho encargo. Pero fue el Subsecretario de Prevención y Protección de la Salud.
Nuestras inercias nos tienen acostumbrados a este formato. Si es asunto de política exterior, trepa a la palestra Marcelo Ebrard. Si es asunto de milicia, sube al podio Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa. Si es cosa de energía, vemos en primer plano a Rocío Nahle. Y así sucesivamente. De muchos se dirá que son meros floreros, pero eso es otra cosa.
Hugo López-Gatell se ganó pronto al auditorio. AMLO acapara sus mañaneras. Pero el asunto de la pandemia se nos volvió prioritario. Hubo que abrir sesiones vespertinas para mantenernos informados a nivel nacional y marcarnos pauta de acción colectiva. No se trata de jueguitos o farándula, aunque nuestros políticos son muy dados a estas transformaciones en su conducta. Gatell tomó el pulso y se ganó la confianza del respetable.
Y es que el respetable, o séase todos nosotros, aunque entendemos que hay que tolerar de la mejor manera a los políticos, sabe ponderar a quienes nos hablan con atingencia o a quienes sólo nos quieren ver la cara. Diferenciamos sin mucha dificultad quien toma en serio su papel de quien juega con la careta del tío Lolo. Gatell aprobó ante el público, al grado de rebasar en este rubro a su propio jefe, AMLO. Dado que la contingencia es prioritaria, su buen desempeño le granjeó esta distinción.
Sin proponérselo, según confesión propia, trepó los cuernos de la luna. Esto vino a encorajinar a los políticos abiertos, los de la oposición cansina, que no lo traían en inventario. De inmediato empezó el bombardeo en su contra, para tumbarlo del macho. Los opinócratas, como Loret y Dóriga, la Denisse y muchos otros dueños de micrófonos alquilados, lo pusieron de inmediato en la lista de los dinamitables. Habrá que reconocer que la campaña de desprestigio en su contra ha corrido en sentido inverso. Crece cada día más su aceptación ante el culto y sufrido público, que somos todos los demás. López-Gatell
La posición del público, que también destila en los medios aunque no le andemos haciendo mediciones, está mejor reflejada con la alocución de una reportera que le abordó de manos a boca en una de sus vespertinas: “¿Y por qué es usted tan guapo?” Gatell no fingió demencia. Tal vez ningún varón así abordado sepa reaccionar bien al tiro. Pero lo hizo de la mejor manera posible, como ya nos tiene acostumbrados: “Ahora sí que me cambió usted el ritmo”. Al buen entendedor…
Le vino esta semana una especie de premio mundial por su eficiente desempeño. Propuso la OMS integrarlo a su equipo de expertos, reconociendo el trabajo que desempeña. Con la moda de los tapabocas, se les enjaretó uno bien puesto a sus críticos, pagados o no, enchufados en la oposición o no, simpatizantes de la campaña de odio contra AMLO o no. Con la lógica de nuestra grilla, es de suponerse que sus baterías estarían calculadas para derribar a Monreal, al carnal Marcelo, a la Scheinbaum, a los que danzan ante las candilejas. Con Gatell les brotó un gladiador inesperado.
Tal vez es el móvil que dio pie a la Junta de Coordinación Política del Senado para citarlo a comparecer. Gatell no podía negarse. Tenía que escuchar a nuestros ‘representantes populares’, que se dieron gallo a tundirlo por cosa de seis horas, sin dar muestras de fatiga. Muy propio, el reconocido doctor les contestó cuanta pregunta le elevaron y pudimos constatar su experiencia de catedrático práctico. No le fue mal. Al contrario, los que han de estarse lamiendo las heridas, son los senadores. Suelen trepar al cuadrilátero a remojar sus trapos sucios y a aparecer resplandecientes. Pero el tiro les salió hoy por la culata. López-Gatell
Dante Delgado Ranauro, Verónica Delgadillo, Samuel García, senadores por el MC, y Alejandra Reynoso, panadera de Guanajuato, fueron los jueces. Se dio a ofendida la panista. Lo calificó de misógino, de ‘macho explicador’. Éste es un terminajo mal traducido del caló feminista gringo [mansplainer], como forma de opresión sutil. Aplica al varón que sintiéndose superior se pone a dictar cátedra [explain] aún a mujeres profesionales en la materia, por el solo hecho de ser mujer. De ahí el termómetro de machismo que se le busca aplicar. Ya no hallan con qué devolverle los mandurriazos que les propina. Parece que andan totalmente fuera de baranda. Que así sigan. López-Gatell