Hurgar con catalejos
Amado Aurelio Pérez
Todo poeta es producto de una tradición.
La obra artística no nace en el vacío, sino que responde a un contexto cultural que explica su surgimiento. Aislar un poema significa condenarlo a que no dialogue con la tradición; reducirlo a los contenidos que expresa implica olvidar el puntilloso trabajo con el lenguaje que realiza su diestro hacedor.
La obra de Enrique Macias Loza (Jalos, Jal 1953) se enmarca en el ámbito de la lírica de los años sesenta. Con solo un libro, esta poesía (contemporánea de Poemas para un niño de edad innumerable, Botella al mar, El pobrecito señor X) se caracteriza fundamentalmente por la conciencia estructural del poema; el papel de síntesis (se realiza una simbiosis entre el pulido artístico del poema y el mensaje de crítica social que brota de este último); el verso narrativo y conversacional revela el gusto por la anécdota y el empleo de un tono coloquial, lección aprendida de los poetas latinoamericanos Cesar Vallejo, Javier Heraud Pérez, y la presencia obsesiva en Macias de un poeta francés, Artaud.
Desmitificador, irreverente, a veces lúcidamente, Macias Loza es uno de los grandes poetas de los años sesenta. Su obra evidencia que la cultura universal es, para él, un rompecabezas; de ahí el juego con las referencias que son empleadas, casi siempre, irónicamente en su poesía, una provocación, un acicate para que el lector asuma una actitud crítica respecto de los íconos acuñados por la tradición hegemónica.
Cito textual a Raúl Ramírez García, (primer editor de Macias) E. Macías, aunque nació en Jalostotitlán, Jalisco en 1953, se desarrolla y muere en Guadalajara en 2006. Macías, en potencia y extemporáneamente, pertenece al club del hashisch; ya que sus mentores literarios son: Rimbaud, Nerval, Baudelaire y el papi de todos: Theophile Gautier. Aunque también ha abrevado Macías en Ducasse, Artaud, Jarry, Gelman, Girondo, Huidobro y, sobre todo, en César Vallejo. Pero, en fin, no desatendamos que un artista es una esponja que absorbe vivencias y las eructa en forma de río voluptuoso, esbelto y dulce o a guisa de desaguisado atolón de hiel, espeso y amargo.[1]
Para los interesados, se puede consultar el sitio https://www.bibliotecaebook.com/reader/435495/&returnUrl%3D?productType=ebook&viewInside=true
Enlistado en el libro: *Asamblea de poetas jóvenes de México* editorial siglo XXl 1980,[2] y desde aquí; en Guadalajara con la aparición de la antología preparada por Carlos Prospero, para la revista Controversia, contribuyo a la fundación de la nada olvidable: Asociación para la Investigación de las Ciencias, las Artes y la Cultura (sic). Una larga lista jóvenes que al hablar de poesía, olvidamos el prurito de que existe cierta poesía que reconocemos como nuestra, reconocemos la importancia del emigrante rural a la urbe como sujeto dinamizador de la vanguardia literaria de aquellos años, y no podemos olvidar que Enrique Macias destaco también su afán de lector atento, promotor de talleres y en ese tenor recuerdo que siempre nos recomendó recuperar la obra de Mauricio Magdaleno el compañero de la facultad de Filosofía y Letras abatido por sus ideas políticas en esta ciudad de Guadalajara, junto a Patricia Rodríguez, la inspiradora de uno de los poemas más leídos por aquellos ayeres.
No son las calles lo que duele sino lo que dejamos en ellas,
Un encuentro fortuito que determinó toda nuestra existencia
y ya jamás fuimos los mismos,
un libro convertido en cenizas abandonado en un baldío,
un compañero desangrando herido prófugo sin brújula
ni puerta donde entrar para curar las profundas heridas.
No son las calles lo que duele, son los muertos, nuestros muertos,
los que no me dejan dormir ni vivir y a veces ni morir.
– Enrique Macías Loza.[3]
[1]Quint Berdac de Comparán Hariet Kristl: Memoria de la identidad. Una mirada panorámica a la diversidad cultural mexicanahttp://www.publicaciones.cucsh.udg.mx/kiosko/2018/memoria_de_la_identidad 25.11.2024
[2]Zaid, Gabriel: asamblea de poetas jóvenes editorial siglo XXI México 1980
[3] De perrunas furias y otros poemas editorial La Casa del Mago 1997