Hurgar con catalejos
Amado Aurelio Pérez
Bestiario amoroso
Animalario erótico sobre la transmutación humana
El “nuevo feminismo” de fines de los sesenta, surge conjuntamente con los movimientos sociales que irrumpieron en aquella época en países de Europa y también en Estados Unidos. Uno de los principales argumentos que defendió el nuevo feminismo, se basó en la transformación de la relación entre los sexos, como condición para modificar las estructuras económicas, iniciando de esta forma la visualización del concepto de género.
Las líneas más importantes que definieron la versión del “nuevo feminismo,” estuvieron marcadas por la redefinición del concepto de patriarcado, los orígenes de la opresión de la mujer, el rol de la familia, la división sexual del trabajo y el trabajo doméstico, la sexualidad, el replanteamiento de la separación entre espacios público y privado y el estudio de la vida cotidiana a partir del eslogan lo personal es político.
la cultura patriarcal se basaba y era transmitida en parte a través de la literatura. Por tanto, lo literario debía ser revisado críticamente por las mujeres, conscientes de la ideología masculinista que dominaba la sociedad patriarcal.
A pesar de ser una de las formas literarias más antiguas que existen, el bestiario se mantiene vigente y con fuerza en la literatura contemporánea. Aunque la mayoría de los seres de estos bestiarios pretenden ser el reflejo de un mundo nuevo, singular y extraordinario, también encontramos algunas criaturas que podrían clasificarse, como bestias amorosas.
El amor es una bestialidad, una enfermedad que únicamente se cura amando, según la mirada de la escritora Azucena Godínez, dramaturga, actriz y director teatral, cuyo objetivo a la hora de escribir bestiarios es comulgar lo humano con la transmutación erótica: “nací humana, pero soy hermana gemela de las plantas”, claramente lo explicita en la nota liminar que acompaña la publicación de Amateditorial del pasado mes de noviembre 2024.
Sus textos reflejan comportamientos humanos; bestias que pretende mostrar lo poético, lo maravilloso lo extraordinario; que hacen de la comicidad el aderezo de la vida. Su principal objetivo, es la crítica al comportamiento humano. Valga como ejemplo, el texto que lleva por nombre Mantis religiosa.
Amante letal, caníbal y devota, la mujer mantis es múltiple, pues lleva implícita la transmutación de su cuerpo. Es reina del camuflaje y se mueve con soltura. Le gusta andarse por las ramas y, voraz lanza las cuchillas de sus manos para embaucar y devorar al que la embiste, pues, tiene el poder de comer y amar a un tiempo. La mantis devora con su boca, la mantis devora con su sexo.
La religiosa junta sus afiladas manos y deja salir una plegaria mientras ofrece la muerte por la boca y recibe la vida por el sexo.
Muchos de los personajes de estos cuentos son seres/ animales que, por su comportamiento fuerte y violento, adoptan las características de bestias. En algunos cuentos, aparecen criaturas animales especies endémicas cuya presencia es leitmotiv tiene como propósito evidenciar la tendencia instintiva y salvaje de los humanos.
Colibrí
No hay hombre más galante ni mas atento que el colibrí, que, cual político en campaña, no repara en proezas para lograr su conquista. Se trepa a las alturas, sube y baja, vuela de aquí para allá, hace piruetas, pues es el único capaz de volar hacia los cuatro puntos puntos cardinales, de sostenerse al vuelo y dar reversa. Tiene un palpitar exorbitante, un vertiginoso aleteo, un profundo amor alas flores y un prominente pico que le sirve para abrevar el néctar del sexo opuesto.
Uno de los animales más interesantes del bestiario, entre otras cosas, por lo inesperado de encontrarlo.
Ajolote
Niños traviesos, hombres submarinos, transparentes genitales; los ajolotes se dedican a dar placer a las bañistas.
Unos penes, otros, ávidas lenguas, se resbalan por los labios sexosos de las que se bañan; las lamen, las calientan, las provocan con amor oral las excitan y recorren con caricias todo su cuerpo; aunque prefieren mantenerse a ras de vagina, sin hacer distinción entre ellos, porque son placenteros y sabrosos.
Azucena Godínez también es autora de Los limites del agua, (2023) poesía y La Parola e il grido (2019), y antologías de nuevas voces de la dramaturgia jalisciense.