HURGAR CON CATALEJOS
Amado Aurelio Pérez
TONACALLI.
(RELATOS DEL CAMINO REAL DE TIERRA ADENTRO)
Desde el comienzo, amable lector, dejo constancia del momento de crisis, la que vive el país. Para superarla, existen diferentes recetas; pero resulta indispensable hacer memoria y recobrar los saberes de nuestros antepasados.
Si bien el imaginario literario ligado a la frontera norte mexicana se remonta al menos a la novela de la revolución y aparece en cuentos de Juan Rulfo y José Revueltas a mediados del siglo XX, se ha ampliado y metamorfoseado en la reciente creación literaria en el contexto de la globalización, específicamente tras la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la crecida importancia del narcotráfico en México, el acelerado proceso de la migración.
Desde principios de los noventa, la velocidad de los cambios económicos, sociales, demográficos, la hibridez cultural de las regiones fronterizas ha propiciado, junto a estudios de ciencias sociales, la escritura de relatos asimismo híbridos que intentan responder a los desafíos de una dinámica, compleja y violenta realidad contemporánea: cuentos a modo de guiones televisivos o de obras teatrales (Luis Humberto Crosthwaite), cuentos armados a modo de novela calidoscópica (Carlos Fuentes), crónica elegiaca del crimen (Sergio González Rodríguez), novela rítmica del horror (Roberto Bolaño), fábula de iniciación (Yuri Herrera). La frontera, terra incógnita y mapa del futuro, condensa los rasgos de un nuevo espacio literario, mítico y poético, aunque no desprovisto de visos realistas. Llega a ser la misma metáfora del territorio de la exploración literaria. Cuando dimensionamos las distancias recorridas a pie en los territorios mesoamericanos del México prehispánico, resulta fascinante imaginar las motivaciones que llevaron a las personas a desplazarse de un lugar a otro.
El occidente de la República, no apareció en la configuración de la Mesoamérica prehispánica sino hasta la década de los sesenta del siglo XX, el comercio a larga distancia ha sido una categoría de análisis funcional para entender la Mesoamérica Septentrional. Autores como Charles Kelley (1971), Phil Weigand, Garman Harbottle y Edward V Sayre (1977), Christopher Beekman (2008) y Glen Stuart (2005), fueron investigadores pioneros, en el esfuerzo de reconstruir estas redes de intercambio como un modelo de comprensión del proceso de surgimiento, auge y declive de diversas tradiciones del Occidente.
El concepto de Mesoamérica ha sido construido a partir de lo que Alfredo López Austin definió como un núcleo duro , una serie de características culturales compartidas por la mayor parte de los pueblos prehispánicos, en la tradición del trabajo crítico que ha intentado entender y definir la literatura de la zona, uno de los principales puntos de debate refiere al cuestionamiento de si importa la pertenencia de los escritores al lugar narrado y, por otro lado, para poder referir a una vertiente de la literatura mexicana nacida a raíz de las particularidades de la frontera México-Estados Unidos, ha sido necesario un proceso evolutivo del que forman parte tanto los textos literarios inspirados en ella, como la crítica sobre los mismos. Debido a que en las últimas tres décadas el cuerpo crítico de la literatura que utiliza como tema al norte mexicano ha crecido exponencialmente, los debates a los cuales ha dado pie mantienen un auge y una relevancia equiparables a los de los propios textos.
Desde finales de los años 80 se han generado, más allá de los desencuentros, importantes diálogos con y en torno a la literatura que se escribe desde y sobre dicha zona. En 1987, Leobardo Saravia Quiroz señalaba que hasta antes de la década de los 70 no era posible hablar de una tradición literaria en la frontera debido a que había existido un atraso notable en la asimilación de las formas expresivas modernas y de las propuestas de la vanguardia nacional e internacional, un evidente contraste en el nivel literario logrado en esta zona respecto al observado en el centro del país, un relativo desfase y atraso. El término frontera se volvió sinónimo de guerra y se aplicó “a todos los enclaves de la colonización situados en regiones donde los indios no estaban todavía pacificados del todo”
Poco antes de la llegada de los españoles era la frontera entre pueblos cazadores y recolectores de tradición nómada la situación de pueblos agrícolas de tradición sedentaria. Este límite no fue una línea estancada en el espacio y el tiempo, sino que estuvo en constante movimiento en el primer milenio de nuestra era. Como señala Braniff, esta línea se había extendido muchos kilómetros más al norte y osciló en el tiempo posiblemente por factores climáticos, aunque no descarta cambios “económicos y políticos relacionados con los procesos de deterioro o de bondad climática”
Como ejemplo de la condición fronteriza que tenía esta zona en la segunda mitad del siglo XVI, podemos citar un testimonio signado por Sebastián Olmedo y Frías que da cuenta de los primeros intentos por conquistar las inhóspitas tierras de la recién descubierta Nueva España.
La hacienda del Jazmín surgió como consecuencia de esta incursión de los conquistadores españoles, y sirve de fuente de inspiración para la obra TONACALLI, Relatos del camino real de tierra adentro; de Jesús Rodríguez Gurrola quien revisa las aventuras de la primera colonización, que parecen arrancados de la “Brevísima Destrucción de las Indias”, obra de Fray Bartolomé de las Casas. Elogiada en nuestro tiempo como voz pionera de los derechos humanos universales y a la vez pionera en la crítica de la conquista, y quien no dejó de abogar por los indígenas ante los atropellos y abusos de los colonizadores.
No olvidemos “Los españoles necesitaron 50 años para lograr la pacificación general de las tribus chichimecas que dominaron la llamada “frontera de la plata”, la región que se extendía de San Juan del Río a Durango y de Guadalajara a Saltillo”.
En este sentido, los invito a disfrutar del mundo literario creado por el Doctor en Letras Románicas por la Universidad Paul Valéry, Tonacalli, Relatos del Camino Real de Tierra Adentro, cúmulo de milagros, pasiones y sentimientos colectivos fluyendo en paisajes imaginarios que dan cuenta de una cultura ancestral, que vive su existencia real en las comunidades originarias del México profundo.