Hurgar con catalejos

Hurgar con catalejos

Amado Aurelio Pérez

1990aapc@gmail.com

Con la finalidad de dar mayor realce a la poesía dentro del programa literario, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara creó en 2008 el Salón de la Poesía, programa que busca contribuir a la mejor difusión de este género.

A lo largo de dieciocho sesiones, el público tiene la oportunidad de escuchar, en voz de los propios autores, una selección de sus poemas preferidos. Se trata de encuentros que buscan conectar al público con los escritores que dieron origen a textos inolvidables y que permiten conocer el matiz exacto de cada verso, esos imperceptibles giros del lenguaje que hacen la diferencia entre simples palabras y frases que cobran vida y quitan el aliento. Asistí a la lectura del poeta José María Muñoz Quirós (Ávila, 1957).

Licenciado en filología hispánica por la Universidad de Salamanca; doctor en teoría de la literatura y catedrático de lengua y literatura. Presidente de la Academia de poesía Juglares de Fontiveros, y director de la revista literaria El Cobaya.

Entre sus libros y premios destacan los siguientes: Ritual de los espejos (1990), accésit del Premio Adonais;  El sueño del guerrero, Premio Nacional de poesía Tiflos; El cuaderno de invierno (1998), Premio Internacional de Poesía San Lesmes Abad, Ciudad de Burgos; Material reservado (1998), Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma; El color de la noche (2007), Premio de Poesía Ciudad de Salamanca; El rostro de la niebla (2009), Premio de Poesía en castellano Alfons el Magnànim, Valencia.

Por el conjunto de su obra ha recibido el Premio Nacional de las Letras Teresa de Ávila, en 2018. El poeta reveló que la clave de su poética; “Es la escritura constante: la palabra puesta al servicio de la memoria”.

La “reconstrucción de la añoranza” se convierte, pues, en la perspectiva desde la que su poesía se acerca silenciosa y contemplativamente a la presencia escondida de todo lo que conforma los paisajes de la existencia. El misterio del tiempo vivido y aposentado en la isla del recuerdo recorre obsesivamente la obra de Muñoz Quirós.

Yo tan sólo sé que mi destino personal y profundo es escribir, sin un porqué, sin que necesite saberlo, sin tan siquiera que yo me lo pregunte para cerciorarme. Escribir es un estado del ser, una precisa mirada sobre la vida, las cosas y los seres humanos, sobre mí mismo. Tal vez escriba para reconocerme y de esa manera poder reconocer todo lo demás.

La inmensidad de las noches
puebla mi corazón
de pájaros oscuros.

Alud de nieve negra.

Nada condena
esta manera de vivir,
y es seguro que a nada lleva
este vagar por los bosques del mundo,
por los caminos de otra mañana sin aurora.

¿Cómo describe su oficio? ¿Cómo es su trabajo cotidiano con la poesía?

Mi oficio es el de un artesano, el de un trabajador incansable, buscador en mis propias entrañas, peleador con el indomable idioma (que decía Bécquer). Sé que en esa secreta labor hay muchas, muchísimas, cosas que no sirven, que son fracaso estético, que se anulan en sí mismas. Pero necesito bucear en esas oscuras aguas, moverme en el lenguaje y desdeñar cada día muchas aventuras que son sólo eso, y entonces cobra sentido mi entrega en cuerpo y alma a la poesía, el más alto secreto de mi vida, la más alta cumbre (también en versos de Juan Ramón Jiménez).

Forjado formalmente con un sutil y efectivo lirismo, que hace de su obra una poética de todos los tiempos, Muñoz Quirós se encuentra publicado en VASO ROTO. Sus títulos: Inalterable luz y Locuaces gorriones.