Hurgar con catalejos
Amado Aurelio Pérez
Poesía y testimonio histórico en Jalisco.
La globalización ha afectado nuestra industria editorial, a partir de las fusiones en mega compañías que absorben a las pequeñas casas editoriales, que confinan a noveles autores a nichos regionales, salvo que el autor o autora haya recibido un premio en Madrid, Barcelona o la Ciudad de México. Este hecho paradójico obliga a nuestros emprendedores de industria editorial: armar antologías, reuniones, compilaciones, florilegios, asambleas, omnibuses, selecciones, actividad más atractiva para conquistar a los amantes de la contemplación estética en comunión, simpatía y cooperativa solidaria para nombres incipientes.
El drama, como lo señala, Juan Domingo Argüelles citando a Gabriel Zaid, es que el antologador se asuma como oráculo, o voz ultima, de la nueva dictadura, a la que denominan canon.
Esta historia arranca, desde La Poesía Mexicana Moderna (1928) firmada por Jorge Cuesta; la de Maples Arce, homónima (1940); la titulada Poesía mexicana 1950-1960 (1960) de Max Aub; Poesía en movimiento (1966) de Octavio Paz, Homero Aridjis, Alí Chumacero y José Emilio Pacheco; la Antología de la Poesía Mexicana del siglo XX (1966) de Carlos Monsiváis; Ómnibus de poesía mexicana (1971) y Asamblea de poetas jóvenes de México (1980) de Gabriel Zaid.
Dos décadas de poesía en México de Sandro Cohen (1981); Poetas de una generación 1940-1949 (1981) de Jorge Fernández de León; Poetas de una generación 1950-1959 (1988) de Evodio Escalante; Ávidas mareas (1988) de Alejandro Sandoval; la Antología de poesía mexicana (1996) de Víctor Manuel Mendiola; La rosa escrita (1996) de Francisco Hernández; y más recientemente El manantial latente (2002) de Ernesto Lumbreras y Hernán Bravo; La región menos transparente del aire (2003) de Héctor Carreto; Reloj de pulso Crónica de la poesía Mexicana (2003) de Rogelio Guedea; Más vale sollozar afilando la navaja (2004); y Un orbe más ancho (2005) de Carmina Estrada. Aquí en Zapopan, Jalisco, Pedro Valderrama merece especial mención: Corazón de Metralleta; así como la de Jaime Labastida: El Amor, el sueño y la muerte en la poesía mexicana para la editorial Novaro y la publicación del Departamento de Bellas Artes del Gobierno del Estado de Jalisco, que encargo a José Joaquín Blanco, una mirada histórica sobre la poesía nacional, para la colección de textos latinoamericanos. La editorial Océano, publico a Juan Domingo Arguelles: Historia crítica de la poesía mexicana; coordinación de Rogelio Guedea. F.C.E. 2014
La historia de la poesía mexicana a partir de los años 60 está marcada por dos hechos históricos extremos: la matanza de Tlatelolco, los feminicidios de Ciudad Juárez. Más complicado todavía, es preguntarse consciente de ello, ¿qué pasa con la conciliación indispensable para tomar en cuenta un fenómeno de reciente aparición en los discursos académicos y universitarios, si se ha escrito tanta y tan buena poesía? ¿por qué no aparecen en dichas selecciones las mujeres que han entregado buena parte de su vida a la escritura?
La poesía aparece, así como el espacio de resistencia, de verbalización, en medio de contextos represivos o tensionales. El cuerpo social para el que se escribe se escabulle. Las nuevas vanguardias una vez más muestran su inevitable gesto político, su capacidad para resituar las posibilidades comunicacionales y de representación de la escritura.
Entre las mujeres sobresalen Fanny Enrigue, Patricia Medina, Abril Medina, Luz Balam, Erika Ramírez Diez, Blanca Bátiz, y la ya comentada en esta columna, Adriana Leal. Existe además un diccionario de escritoras jaliscienses, elaborado por la Doctora Silvia Quezada.
Espero contar con su atención en los comentarios de cada una de ellas, en próximas colaboraciones, aún en preparación.