Hurgar con catalejos

Hurgar con catalejos

Amado Aurelio Pérez

1990aapc@gmail.com

Jesús D. Medina García

Simpatía por el débil.

Crónicas, Ficción, Literatura, Sociales y Académicas. Son los cinco capítulos que componen esta publicación, que incluye un prólogo de Carmen Aggi Cabrera.

“Intertextualidad” es un término acuñado por Julia Kristeva (1941) a lo largo de la conformación de su teoría sobre las interrelaciones permanentes que se establecen entre los textos y que expone extensamente en Semiotikè. Recherches pour une sémanalyse10,11 de 1969, a pesar de que es en 1967 cuando utiliza este término por vez primera a propósito de un estudio sobre Bajtín y su obra (Kristeva, 1997). La idea base de la que parte Kristeva es la de que un texto no puede existir hermética y autosuficientemente por dos razones específicas:

1) un autor es fruto de las muchas lecturas que haya hecho antes de iniciar su proceso autónomo de escritura, por lo que cualquiera de sus obras va a estar indudablemente afectada por un sinnúmero de citas, referencias e influencias de todo tipo;

2) en el ejercicio de la lectura, el propio lector establece también innumerables relaciones entre el texto que trata de interpretar y otros que se materializan automáticamente desde su

experiencia lectora en esta labor interpretativa. Entonces, el concepto de intertextualidad parte de la base doble de que todo texto debe ser escrito a partir de otro(s) y todo texto debe ser leído a partir de otro(s).

Independientemente de la necesidad de establecer una línea temporal donde se destaque la importancia y continuidad que la intertextualidad, en su aspecto reescritural, ha tenido para el desarrollo de la literatura, la filosofía y la estética es innegable la aplicabilidad que los principios propuestos por Kristeva tienen para el desarrollo de este marco teórico en concreto, pues, si bien la multiplicidad autorial es una de las claves de lectura más recurrentes desde las que se ha visto, la CRONICA; particularmente la ejercida por Jesús D. Medina García.

La escritura de géneros periodísticos requiere de técnicas y habilidades propicias e

independientes al conocimiento teórico de la profesión. Se trata de la búsqueda de herramientas

indispensables para lograr una narrativa lúdica que aborde temas urbanos enriquecidos con

anécdotas, vivencias y el reflejo vivencial de las situaciones. A diferencia de otros géneros, la

crónica resulta complicada porque hace una inmersión profunda en cada historia con el propósito

de que el lector se identifique con ella; por eso, se vale de recursos literarios que sacudan la

historia y muestren que toda coyuntura puede convertirse en eje principal. En la crónica, los

periodistas se ponen en los zapatos de los personajes, oliendo, percibiendo, observando; este

último aspecto implica la utilización de múltiples recursos sin alejarse de la realidad. No

obstante, a pesar de ser un género enriquecedor, no todos los periodistas pueden narrar con éxito

porque no hay escuelas destinadas a este fin; lo cierto es que hasta ahora no ha habido ningún estudio que se centre en la conceptualización específica que requiere este tipo de escritura en segundo grado.

Pero, si bien el término «intertextualidad» nace en los años 60 de la mano de Kristeva, lo cierto es que la inquietud por esta especial relación que los textos establecen entre sí es mucho anterior y podemos documentar, a lo largo de la historia filosófica y teórico-crítica, un considerable número de pensadores que se han preguntado y/o han respondido al problema de las relaciones y coincidencias entre unas escrituras y otras; o sea, entre las escrituras y sus reescrituras.

Álex Grijelmo, el autor del libro “El estilo del periodista” en una entrevista concedida a

diario El País en mayo 2016 en donde da cuenta que si el periodismo impreso debe recurrir a

la crónica y que se debe acentuar la presencia de este género ante la imposibilidad del medio

impreso de competir con noticias con la radio, la televisión o la internet.

A diferencia del reportaje, el autor (cronista) expresará su visión particular (subjetiva) de

los hechos y para su escritura suele emplear técnicas lingüísticas, propias de la Literatura. Esto

hace que el periodista cree un lenguaje rico en detalles, usando recreaciones de la realidad.

Estos atributos permiten recrear la realidad sin violar la veracidad de los hechos. También

recoge la exigencia de que el periodista haya presenciado los acontecimientos y los narre. “Lo

que transmite el cronista es de primera mano, lo que ha visto y oído. (…) cuando no es posible

mantener el supuesto de la presencia viva del cronista en las escenas que se relatan, será arte.

Jesús D. Medina García, publicó los relatos de pasión y olvido, contenidos en Simpatía por el débil, en el sitio www.letrafria.com.