Hurgar con catalejos

Hurgar con catalejos

Amado Aurelio Pérez

panop1954@gmail.com

Contribuciones de mujeres poetas signan su contrato con la existencia.

La labor de la poesía estimula la libertad, y, en los últimos años, ha dejado de ser un invento de la tradición, para ser un vuelo, lo más lejano a la biografía de su autor. El protagonista del poema es el lector, y en él, cobra sentido la soberanía intelectual del poema.

Esto significa romper el esquema tradicional de la comunicación, (emisor receptor), y da lugar a la coetaneidad entre la historia vivida y esa misma historia, con repercusión instantánea. El resultado más relevante viene a ser un retorno a la oralidad, que permite reconstruir un universo cultural, que relaciona inequívocamente con la realidad al poema mismo.

Escribir la columna es una terapia, patear botes; platicando en las aceras, una y otra vez, sabiendo que hay muchas cosas más interesantes, ejemplo, hablar de la iglesia de Saint-Sulpice, donde Dan Brawn, hizo transcurrir los pasajes de: El código Da Vinci. Pero París como dijo Humphrey Bogart en Casa Blanca, “siempre nos quedará París.”

La ciudad será centro de la atención mundial, con motivo de los juegos olímpicos número XXXIII. París es también una urbe marcada por la violencia: en la noche del 23 al 24 de agosto de 1572 la matanza de San Bartolomé; La Comuna, la gran rebelión revolucionaria de 1871, un baño de sangre que dio origen al terror político con la guillotina de Robespierre. Tal vez, sea mejor citar un verso de Él spleen de París que Baudelaire dedicó a la Ciudad Luz y resuena más que nunca en estos territorios: “Sólo es digno de su libertad quien sabe conquistarla”.

En este sentido, las potencialidades que exhibe el material poético como germen del arte ponen de manifiesto que al tiempo hay que entenderlo como un “campo de batalla” donde se cifran múltiples discursividades posibles. Es así como las contribuciones de mujeres poetas signan su contrato con la existencia.

Elizabeth Camacho Lara ganó 2018 la beca Inés Arredondo. Un año antes obtuvo el premio estatal de poesía joven del Instituto Sudcaliforniano de Cultura.

RETORNO DEL HEROE

Vi cómo mi madre partió tu cabeza en dos.

Ese día quedé huérfana.

Desde entonces, lloro y lucho.

Te enterré y a ella también: 

en rencor y en culpa.

Latidos negros bombearon

dilataciones de odio

por años.

(Fuerte, fuerte

romper en débil

corazón).

Río de lava fluida

no pude sino imitar tu imagen:

piedra que es lanzada para

juzgar a la mujer del diablo

y jugar en el rio, mientras observa

ahogada, hundida

como la familia feliz se va a su verdadera casa.

Piedra que no tendrá casa ni será casa

ni sabrá qué se siente ser la mano

que la lanza.

Siempre interpretaste tu papel de héroe:

los héroes no son cuestionados

ni piden perdón.

Todos sus actos son justificados.

Y yo juzgué al héroe muerto,

me atreví a retarlo

a causar deshonra

porque fui dos de tus hijas:

Electra o Ifigenia,

la primogénita y la última;

la que se condenó y

la que se resistió a morir

a ser sacrificio para su beneficio.

En realidad, nunca regresaste.

Los verdaderos héroes regresan

cuando el viaje los ha cambiado.

Priscila Palomares, egresada de U.A.N.L.  publicó: Nueces y sirenas (2014), la editorial Cuadrivio publicó Ecografías (2019). Feminista consciente de cuál es su responsabilidad,

LA OTRA OTREDAD

Hubo un tiempo donde el deseo era un embrión. Sin vida.

Como la tinta que se hace pasar por símbolos. Las líneas.

Nos mutilaron. Diseccionaron la carne. Mapa intangible.

Tinta que marca territorio. Países que separan la memoria

colectiva. Fragmentada. Dos sexos que comparten raíces.

No historias. Y pensar que de niña creí que éramos iguales. 

Éramos iguales. 

En estos poemas, la relativa impertinencia parece evidente, pero ambas nos seducen con su escritura, y diría Raúl Aceves “LA POESÍA VIVE EN LA CLANDESTINIDAD.  Desde ahí arroja bombas a los lectores transeúntes, que generalmente salen indemnes.  (La fiesta inmóvil 2023).

Lo cual no anula que las poetas mujeres, para poder ser leídas por todos, tengan que recibir un premio, de los que originan los éxitos de venta, cuyo eco nutre el capital cultural.