Antes de arrancar, estimado lector, expreso que me apena y duele las circunstancias en que falleció la futbolista Daniela Lázaro Ducoloumbier, cuyo posible feminicidio fue descartado ayer por la Fiscalía del Estado de San Luis Potosí, lugar donde jugaba para el equipo local, además de las condolencias hacia su familia. pandemia
El coronavirus representa una oportunidad para construir una cancha pareja para el fútbol femenil.
En las recientes semanas mucho se ha hablado de las pérdidas económicas para el mundo del fútbol como industria, misma que suele dejar relegado y en la marginación al balompié femenil.
Desde antes del parón, las condiciones económicas, sociales y mediáticas del fútbol femenil no otorgaban a las protagonistas en el terreno de juego la misma tranquilidad económica y profesional para realizar su actividad con respecto a los varones, situación que tras la crisis del Covid-19 y financiera podría cambiar.
La reducción en los salarios estratosféricos que la industria futbolera ofrece normalmente a los varos , debería acercar a las jugadoras a salarios dignos para su actividad, no como en el circuito mexicano, donde existen salarios-becas de 6 mil pesos mensuales, o bien como en España, donde las demandas en mejoras económicas incluso han movilizado a las futbolistas a detener la liga.
Hoy en día los dueños, las televisoras y los aficionados deben definir los caminos del balompié femenil en el que además de la condición económica precaria se deben de mejorar prácticas de discriminación por la orientación sexual de las jugadoras, ya que existe la lucha por expresar abiertamente su vida personal, como le ocurrió a la seleccionada nacional y jugadora de Chivas, Janelly Farías.
A diferencia de lo que ocurre a la mayoría de los futbolistas varones, cuyos aficionados les solicitarían algún autógrafo o fotografía, por ser figuras públicas y mediáticas, a Kanae Fukumura, portera japonesa del Oviedo, la agredieron en el aeropuerto de Madrid por su descendencia asiática, alegando que podría ser portadora del nuevo coronavirus; esto a pesar de llevar el jersey de su equipo.
En medio de esta pandemia circula ya el documento #RaisingOurGame, mismo que traza los diversos ángulos de la evolución económica del fútbol femenino, a fin de cuantificar público en los estadios, televidentes, patrocinios y un profundo análisis de las condiciones de las jugadoras por club y una vez que llegan a la selección nacional de su categoría.
En medio de la pandemia, también, hemos escuchado el clamor por el regreso del futbol varonil a nivel mundial y leído de las notas en las que futbolistas han recibido reducciones a sus salarios a fin de que otros miembros de los clubes, incluidas las mujeres, no se queden sin ingresos. Sin embargo no se han presentado escenarios más equitativos para la reanudación del fútbol femenil.
Será sin duda difícil la reactivación del fútbol como industria del deporte y entretenimiento. No obstante, es una gran oportunidad de, con topes salariales, de gasto e inversión, se piense más en equilibrar el modelo para que los clubes no vean en el fútbol femenil un mal necesario ni una carga, sino como un pilar de sus proyectos.
Que a partir de aquí las jugadoras tengan un espacio libre para desarrollar su talento y su actividad profesional bien remunerada, digna y en la que se puedan cobijar como lo hace cualquier jugador varón que habita en una burbuja social con muchos beneficios.