Inseguridad en las barbas de la Policía

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Partidiario

Criterios

 

Eran pasadas las tres de la tarde del miércoles 11 cuando un sujeto de la tercera edad, apariencia humilde, tocado con sombrero de palma de ala ancha caída que le tapaba media cara –alguien en redes sociales lo describió perfecto: “vestido de espantapájaros”-, ingresó al minisúper La Cava, casi contraesquina de la Policía Municipal; tomó una mercancía y, al regresar al mostrador en donde había dejado un termo rojo portátil, hizo como que iba a pagar y sacó una pistola, amagó a las dos dependientas y se llevó las ventas del día en segundos.

Momentos atrás –se sabría después-, se había parapetado en la dulcería Yahualica que está frente a la misma Policía adjunta a la Cruz Verde Leonardo Oliva; solicitó trabajo. Le dijeron que no había, y ante el trajinar dela clientela, optó por retirarse rumbo al negocio, que también es de vinos, que asaltaría. Dos, tres días previos, dirían después algunos testigos, lo habían visto merodear por ahí.

El hombre “vestido de espantapájaros”.

De los policías municipales que van y vienen a su cuartel cada rato, ni lo vieron ni lo olieron ni lo oyeron. Y ni sus luces. ¿En dónde se encuentran cuando se les necesita?  

El sábado pasado, 14 de diciembre, al menos dos tipos armados (se estima que habría alguien esperándolos en algún vehículo), irrumpieron a las 21:10 horas en una terraza situada en la avenida Hidalgo, a tres cuadras de Luis Pérez Verdía, en la colonia Arcos Vallarta. Se celebraba una fiesta particular de parientes cercanos al gobernador Enrique Alfaro Anguiano, entre ellas, la diputada estatal priista, Mariana Fernández, según se dio cuenta ayer mismo en partidero.com.

Las aproximadamente 30 personas, entre ellas las que iban llegando al evento privado. “No había música ni nada, que alguien imaginara que fuera una reunión”, y ningún establecimiento, restaurante abierto a la redonda, escribió en redes la diputada Fernández que y sin música hasta ese momento, fueron desvalijadas, a punta de armas de fuego, de tarjetas de crédito, celulares y cuanto objeto de valor traían.

A los minutos, los asaltantes ya habían hecho consumos por decenas de miles de pesos con las tarjetas de crédito robadas.

“No puedo creer que estoy viviendo en una ciudad donde no hay seguridad en nada. Igual que a todos me ro baron todo(…) Todos merecemos tener paz. Espero que el alcalde de Guadalajara (Ismael del Toro) algún día se interese por la seguridad de los tapatíos”.

Llamaron a las corporaciones de seguridad. La Policía Municipal de Guadalajara tardó nada menos que hora y media para hacerse presente.

Bien sabemos que la zona de Chapltepec, que está sobre el mismo eje de la avenida Hidalgo, está cerca del lugar donde fue el asalto a mano armada; siempre hay varios puestos de vigilancia policial, con torretas, patrullas, unidades blindadas y uniformados motorizados en aparatos de distinta índole y no acudir rápido, da lugar a la sospecha.

Y no se diga los fines de semana en que, se supone, se refuerza con más elementos ese, tan vulnerable e inseguro centro de bares, restaurantes y distracción en general.

Lo que ha sucedido a unas cuadras de ahí, se presta, como nunca a pensar si no se trata de algunos policías descarriados que cuentan con información  privilegiada y van a lo seguro. ¿Por qué tanta dilación? ¿Quién protege a quién?

¿Será que a todas las autoridades se les fue de la mano la seguridad por completo que hasta a los de casa sufren las consecuencias?

¿Cómo están las cosas para que una diputada –de oposición, claro, pero diputada al fin-, y además, prima del mandatario estatal clame de esta forma en contra de la inseguridad en que nos encontramos todos en esta capital?

Ahora, ¿cómo quieren nuestras autoridades que estemos los ciudadanos de a pie, sin nada ni nadie que nos defienda, que nos brinde siquiera un poco de seguridad, si en las barbas de la Policía Municipal pasan estas cosas?

Conocedores los criminales, organizados o no, del reinado de la injusticia y la impunidad en el país, y en Jalisco, van a lo seguro, ya lo expresé, en contra de quien sea y como sea para conseguir su objetivo.

Bien saben los malandrines que difícilmente se les identificará, y se  les buscará. Mejor piensan que en el remoto caso de que se les encontrara, ya esperarán la forma de escabullirse. En última instancia, pueden estar pensando en futuras amnistías, incluso, a cambio de votos.

Así pueden reflexionar, no cabe duda. Por eso, y muchas cosas más, se sienten seguros.

Piensan, y actúan, con la lógica, hasta ahora por desgracia, que la justicia no los alcanzará porque hay corruptos o ineptos, o ambas cosas, en posiciones estratégicas de los gobiernos municipales, estatales y federal.