Intemperancia política de los Alfaros

Ya se ha dado cuenta, en este medio y en muchos otros que proliferan en las redes sociales, de la absurda intemperancia mostrada por el gobernador Alfaro y del cuadro más cercano de sus grillos. Se han basado en la cantilena de que el gobierno federal busca desestabilizar su gestión. Seguramente supondrá esta pelusa que explotando semejante veta de confusión logrará disminuir el rechazo ya generado a su presencia en el comando político actual.

De las manifestaciones y algaradas pasadas, denunciaron que se trató de movilizaciones gestadas desde los ‘oscuros sótanos’ del poder federal, involucrando al mismo López Obrador. Así les fue. No se la acaban. Tuvieron que retractarse y recular, aunque bajita la tenaza le han seguido buscando ruido al chicharrón. Su pretensión por posicionar a Alfaro en el liderazgo de la oposición, como líder indiscutible de la BOA, les hace perder el tino.

Dante Delgado, Tonatiuh Bravo y el mismo Clemente Castañeda siguen punzando la herida. Se vinculan a las siglas de MC (movimiento ciudadano), que más bien ha de ser movimiento de hilos, de cuerdas, de títeres. Dante nos es ajeno, pero Tonatiuh y Castañeda son de aquí, son locales. Incluso están ligados a los bajos fondos del historial de la UdeG. ¿Cómo podrán explicar a la comuna el hecho de haber zarandeado a tantos muchachos, estudiantes de la UdeG, en la pasada zambra? Otro estropicio suyo viene siendo eso de que busquen identificar por ejemplo a Candelaria Ochoa, que se desempeña como funcionaria de la secretaría de gobernación, como prueba del origen federal de la movilización. Los sufridos jalisquillos sabemos que doña Cande es de aquí. Si asistió a la movilización fue por ejercer su derecho como ciudadana, como miembro de la comuna estatal. Así lo hicieron los muchachos que acudieron a esta jornada, aunque a muchos de ellos la fortuna les volteó el rostro.

Por aquí deberíamos empezar a buscarle el trasfondo a estas peripecias. ¿Puede un ciudadano común y corriente acudir a estas exposiciones públicas sin correr el riesgo de lesiones y afrentas? Por tratarse de un derecho constitucional ¿la autoridad constituida ya no va a garantizarnos el ejercicio práctico de estos derechos? No es posible que abramos los ojos a la realidad y constatemos que son los propios cuerpos de seguridad los que toletean y secuestran a los ciudadanos indefensos e impiden a los ciudadanos su manifestación libre y voluntaria.

Lo peor de estos cuadros infamantes viene al final. Los titulares del poder local salen a condenar a estos ciudadanos manifestantes como infiltrados, como marionetas del poder central, como títeres enviados a la calle para efectos de desestabilización. Ya con tal excusa en la mano, los policías toleteros, uniformados o disfrazados de civil, se dieron vuelo en sacudir sus macanas en el cuerpo de los detenidos, en secuestrarlos, en robarles pertenencias como celulares, bicicletas y más aditamentos. Con lo de los celulares, parece ser que buscaron ligas y nexos que probaran que había en ellos conexiones que los vinculaban a las consignas del poder federal o su pertenencia al partido de Morena. Pero ¿con las bicicletas?

Se ligan las biclas, porque uno de los afectados por esta intemperancia policial fue Flavio Pinedo Márquez. Acudió, como queda dicho, por su pleno derecho y voluntad a la concentración que habría en la calle 14 ante la fiscalía del estado, pero no llegó. Unas cuadras antes, vio que las fuerzas del orden detenían a unos chavos que iban a la protesta y que los golpeaban. Por invitarles a la cordura, también a él y a su compañera Monserrat les sometieron, les despojaron de bicicletas y celulares, los treparon a la patrulla y los mantuvieron incomunicados por varias horas.

Cerrada ya la noche les soltaron, lejos de su domicilio. Flavio y Monserrat son esposos. Viven en el centro de la ciudad, por el barrio del Santuario. Les liberaron separados, por el cerro del cuatro y por Periférico sur. Sin dinero y a altas horas de la noche. Hubo contra ellos y contra todos los que fueron detenidos injustamente un trato dictado por el rencor y por el odio. ¿Nos merecemos tales reprimendas deleznables por nada?

Flavio fue alumno mío en la carrera de filosofía en la UdeG. Le dirigí su tesis de grado. La tituló: El pensamiento político de Ricardo Flores Magón. Obtuvo la nota máxima en su presentación. Luego se incorporó al equipo magisterial de la UTEG y más adelante al del CUCSH. Aparte hay que decir que es uno de los miembros más distinguidos del Colegio Jalisciense de Filosofía, que desde su fundación preside quien esto escribe.

Desde este espacio, nuestra organización de profesionistas de la filosofía eleva su más enérgica protesta en contra de sus agresores, que no pueden recibir otro nombre los golpeadores que actuaron en su desaparición forzada. Que ahora el intemperante gobernador diga que la policía ministerial desobedeció sus órdenes, o que no pertenecía a esos cuerpos sino al crimen organizado, no se ajusta a una respuesta responsable y atinada. Flavio, y todos los que fueron agredidos por esta turba enviada a amedrentarles, deben ser desagraviados. Se les debe pedir perdón públicamente, por haber sufrido en carne propia la injuria conculcadora de sus derechos ciudadanos más elementales y menos por quienes deberían ser sus protectores y garantes. Y que no se vuelvan a repetir hechos tan bochornosos. Ya deberían de ponerse las pilas nuestros gobernantes. La sarta de sus pifias va trepando ya demasiado alto.