Intereses, caprichos y arrebatos Alfaro-Padilla

Si bien, la protesta y toma de terrenos en Huentitán, en donde españoles pretenden, desde hace más de 13 años, levantar un complejo habitacional y comercial, originalmente llamado Puerta Guadalajara, hoy Iconia, se da en el contexto de un nuevo pleito entre Enrique Alfaro y Raúl Padilla, a los estudiantes y al rector Ricardo Villanueva, criaturas e instrumentos del segundo, no les falta razón.

Lástima que las criaturas de Padilla López, como la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) y el propio rector Villanueva, quien creció al mismo amparo, tardaron también la friolera de trece años en reaccionar en contra de un mal dado ─por el ayuntamiento─ y un mal habido predio por empresarios, y de pilón extranjeros, a un precio ínfimo y sacrificando el bienestar de cientos de miles de personas que se han quedado sin parque, servicios y sin planetario: el Severo Díaz.

Pero eso nunca les importó ni a la FEU, ni a los rectores en turno,  porque tampoco le importaba al Licenciado, el líder moral de la oficial Universidad de Guadalajara, desde hace más de tres décadas privatizada en la práctica, en función de los intereses de Padilla López y su grupo.

¿Sabe usted el porqué de tan largo silencio? Porque Padilla no había tenido capricho que el gobierno, fuera federal o estatal, que no le cumplieran, en especial en los últimos sexenios, entre ellos el actual.

Pero una taza se rompió entre ambos y los particulares intereses de uno y otro no solamente no embonaron, sino que chocaron.

No se había presentado la coyuntura de que el mandamás universitario solicitara una partida especial y no se la dieran, como ahora ocurrió ─con o sin línea desde el Palacio Nacional, aunque sí la anuencia desde allá─ con la negativa presupuestal de 140 millones de pesos que demandó, en plena crisis de salud pública, para el Museo de Ciencias Ambientales, cuando se requiere de medicamentos y de hospitales, que la cólera del susodicho se encendió.

Entonces, su respuesta fue la de enviar estudiantes primero a tomar los terrenos que por una bicoca, sin licitación pública y una serie de artimañas avaladas por mayoría de ediles encabezados por el alcalde panista Alfonso Petersen, se aprobó en junio de 2008, sin licitación, la venta a la inmobiliaria Mecano América, del predio municipal de casi 14 hectáreas ubicado en calzada Independencia y Periférico,  para levantar 18 torres de 25 y 35 pisos habitacionales, más un hotel de 62 plantas. Luego los envió a protestar frente a la misma Casa Jalisco y la ausencia de Alfaro los encendió más.

Sin embargo, esto no sucedió 13 años atrás cuando, sin pudor ni recato el alcalde panista, Alfonso Petersen Farah, instrumentó con los  particulares, sean mexicanos, españoles o de ambas partes, la compraventa del terreno de la ciudad.

Y es que en el inter, el alcalde albiazul había avanzadas negociaciones con el Grupo Universidad –con Padilla López, entiéndase─, para refrendar el comodato del estacionamiento del Estadio Jalisco a la UdeG, que allá por mediados de los años 70 había cedido, sin más, la presidencia municipal priista.

A principios de septiembre del mismo año 2008, a propuesta del mismo Petersen Farah y sin el consenso de al menos seis regidores panistas,  se aprobó ratificar el comodato con la UdeG, aunque ahora por 66 años… y sin prestarse a que hubiera licitación.

El doctor Alfonso Petersen Farah, le entregó a Padilla en bandeja de oro lo que quería para que la Inmobiliaria Uniterra de la UdeG, que preside el propio exrector, construya ahí, algún día, un centro comercial, con el gancho de una biblioteca y una ludoteca (a la mejor casino) y estacionamiento subterráneo para medio millar de autos.

De esta forma, no hubo universitario que le protestara al presidente municipal por un desarrollo inmobiliario resumido en unas cuantas cuartillas e imágenes virtuales, sobre un terreno público que en 2009 el arquitecto urbanista, Jesús Rojas (Proceso Jalisco 223) consideró que valía 532 millones de dólares y que, a cambio, el municipio recibiría apenas unos 65 millones de dólares en obras y edificios. De pilón, Petersen perdonó a los inversionistas ibéricos 500 millones de pesos por licencias de construcción.

Alfaro Ramírez apoya la decisión que entonces tomó Petersen y han mantenido los ediles sucesores, incluido el mismo gobernador, y tanto más ahora tras el reciente desencuentro político entre el gobernador y el cacique universitario ─no se le puede calificar de otra forma tras 31 años y meses de “Padrino” de la UdeG─, por la rabieta de habérsele negado la suma de 140 millones de pesos que requería para sus negocios constructivos, o sea, su Museo de Ciencias Ambientales.

Los diputados locales, afines al mandatario decidieron destinar dichos recursos a lo en verdad urgente, al Hospital Civil de Tonalá. Por eso la toma meramente simbólica del terreno en cuestión y las protestas frente a la Casa Jalisco, tras el desalojo violento la madrugada del jueves pasado que llevaron a cabo antimotines y decenas de policías con el visto bueno del ejecutivo estatal.

Así, de caprichos a caprichos, entre arrebato y arrebato, se entienden los de arriba cuando de disputar posiciones, dinero y poder se trata.

¿Y el interés público, de la comunidad, del pueblo, del patrimonio de todos?

Les vale.

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