¿Irá Alfaro a fondo en el desfalco a Ipejal?

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Partidiario

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En conferencia de prensa ayer lunes, el gobernador Enrique Alfaro Ramírez reveló, durante la presentación del plan de trabajo y diagnóstico del Instituto de Pensiones de Jalisco (Ipejal), lo que en buena medida ya se sabía desde hace tiempo, y es que el organismo sufre un multimillonario déficit, en gran parte debido a un desfalco cometido en el sexenio pasado.

Para nada mencionó que esto sucede desde antes del priista Jorge Aristóteles Sandoval Díaz, y la realidad es que este problema proviene desde el gobierno del panista Emilio González Márquez, por cierto amigo e impulsor de Alfaro desde que éste era presidente del conurbado municipio de Tlajomulco de Zúñiga.

Por principio de cuentas, el mandatario expresó textualmente que Ipejal “presenta un déficit de 260 mil millones de pesos”, cifra que me parece exagerada porque significaría el equivalente a varias veces el presupuesto anual del estado y, en ese caso, la entidad estaría totalmente hipotecada por decenios. Pero en fin, él dio esa cifra que me parece exorbitante e incomprensible para mi poco saber y entender, porque la institución jamás habrá manejado tamaña cantidad, pero la transcribo tal cual.

Añadió Alfaro Ramírez que en 2014, la diferencia entre ingresos y gastos era inferior a 220 millones de pesos, pero que el año pasado, último de la administración de Aristóteles, es de menos mil 565 millones.

“Ese es el tamaño del desfalco y la irresponsabilidad de quienes manejaron Pensiones en el sexenio anterior”, y que de seguirse la misma dinámica “estaríamos en el 2025 llegando a 5 mil 580millones de pesos de déficit en este balance, entre aportaciones y gastos”, y no habría dinero para cumplir con las obligaciones hacia los trabajadores estatales.

Por su lado, el secretario de Finanzas, Juan Partida Morales, afirmó, y razón le sobra, que “el déficit se debe a la corrupción,  a la ineficiencia, inoperancia de la institución y a los errores y dolo en las inversiones”.

Si recordamos, en el período de González Márquez, a sugerencia de Herbert Taylor, secretario de Innovación, y de Oscar García Manzano, presidente del consejo de administración en el primer trayecto de Emilio, éste envió una iniciativa de ley al Congreso local para que el organismo dejara de ser sólo un ente ahorrador y financiador de recursos de y para los burócratas, en el que se incluía la atención hospitalaria y prestaciones similares, para convertirse en una institución financiera e inversora, aun en capitales de alto riesgo.

Desde aquel tiempo avizoramos que los recursos de los trabajadores al servicio del estado y los municipios estarían en riesgo, tal como ha venido sucediendo con prácticamente todas las aportaciones que ha hecho Ipejal en empresas y proyectos a veces hechos sobre las rodillas, como es el caso de la Villa Panamericana en 2011, la que aportó directamente 515 millones de pesos. El Instituto Promotor de la Vivienda de Interés Público (Iprovipe) financió 587 millones.

González Márquez y sus cercanos apostaron que una vez pasado los juegos panamericanos, los departamentos o villas se venderían como pan caliente y a muy buen precio, de donde obtendrían ganancias, y eso, ocho años después, no ha sucedido por una serie de irregularidades que van desde ilegalidades hasta daños ambientales.

Por su parte, el Grupo Corey, de la familia Cornejo, y algunos otros empresarios y particulares ligados al poder, coinvirtieron en la obra apenas 350 millones de pesos, confiados en que recuperarían rápido su financiamiento. Y no ha ocurrido.

Antes, a finales de enero de 2010, Emilio lanzó el proyecto del “Nuevo Cancún, pero mejor hecho”, conocido como Chalacatepec (llamado Xalacatepec II en tiempos de Guillermo Cosío Vidaurri), en Tomatlán, y para pronto aportó casi la mitad de lo que pondría por su parte la empresa Rasaland, de Juan Cristóbal Bremer, hijo de Juan José Bremer, político y diplomático echeverrista.

Ipejal hizo entonces su primera gran apuesta: 90 millones de dólares, equivalentes a poco menos de mil 170 millones pesos al cambio, que era de poco menos de 13 pesos por unidad. Ahora esa cantidad ronda los mil 800 millones.

Durante su gobierno, Aristóteles nada hizo para resolver el problema. Al contrario, lo agravó al apostar por la constructora española Abengoa, entonces a punto de quebrar y hoy quebrada, e invirtió en ella 603 millones de pesos.

También invirtió en Transportación Marítima Mexicana (TMM), una empresa en problemas y con fraudes y demandas de por medio en la década de los 80-90. Aun así, el mandatario priista le prestó mil 600 millones de pesos. Ahora, dice Alfaro que de esa cifra han recuperado 700 millones.

En la conferencia de prensa se informó que están en curso al menos seis denuncias por el desfalco a Ipejal. No se dieron nombres, pero si se le escarba, habrán de irse hasta su conformación y tendrán que llamar a cuentas al mismo González Márquez. Y de ahí hacia abajo, pues no es concebible que con dinero de los burócratas se financien proyectos privados o se arriesguen en bonos y acciones de alto riesgo.

¿En verdad llegará Alfaro hasta el fondo de las cosas, cuando hay tantos intereses económicos y políticos y una maraña de enredos no resueltos? Veremos.

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