Por Amparo Reyes
21 de enero de 2022.- A las tres de la mañana empieza a llegar la gente para formarse y tratar de conseguir una incapacidad avalada de manera oficial por parte del ISSSTE.
Vienen enfermos, abrigados como pueden y usan cubrebocas, algunos tuvieron la precaución de llevar banco o sillas para poder descasar, otros se las arreglan como pueden.
Muchos traen su prueba Covid realizada por laboratorios privados que pagaron a un costo de entre 400 a mil pesos, pero al llegar a la ventanilla de atención, se dan cuenta de que ese documento de nada les sirve y tienen que esperar a que se les haga otra prueba Covid.
El trato por parte del personal se ha vuelto tan mecanizado que carece de sentido humanitario. No hay decoro en el servicio, el derechohabiente del ISSSTE tiene que resignarse a entender que la institución entrega sólo 24 incapacidades por turno y el personal que atiende al usuario sabe que se deben limitar a esa orden.
Igual, el problema es menor porque en la fila de los enfermos casi nadie reclama.
Al filo de las 6:30 de la mañana, ya hay más de 50 personas a las afueras de la Clínica 2, ubicada en el rumbo de Eulogio Parra, en el barrio de Santa Teresita. Todos quieren atención y la incapacidad oficial para llevar a su trabajo.
Una empleada asegura que lleva tres días metida en ese trámite y todavía no logra obtener ese añorado documento. La mujer teme que la vayan a correr de la escuela donde labora y reconoce que el Covid la mantiene con dolor de cabeza y mucho sueño. Ya lleva más de una semana con el padecimiento y su queja es secundada por otras voces:
“Aquí nos arremolinamos entre todos y los que no vienen enfermos terminan expuestos. Vea usted que por mucho que pretendamos no estar juntos, a la hora de buscar servicio se rompe la sana distancia, nosotros ya pagamos por un servicio médico y aquí comprobamos que realmente la capacidad de respuesta ante una verdadera contingencia sanitaria no va a arrastrar a todos”.
El pasado martes ante la mala atención a los enfermos, los propios afectados se dieron a la tarea de denunciar a los medios el problema que estaban enfrentado. Para su buena fortuna ese día Televisa mando un reportero a atender ese servicio noticioso derivado de la pésima atención al usuario.
Acto seguido, las autoridades de la Clínica 2 prometieron que se dispondría de más personal para atender a los enfermos.
En Guadalajara, en la segunda ciudad más importante de México, la incapacidad institucional exhibe la flaqueza del servicio.
El jueves la noticia en Jalisco es que el gobernador Enrique Alfaro, dio positivo a Covid y entonces surgen las marcadas diferencias entre el enfermo que habita en Casa Jalisco y la maestra de primaria que espera hasta por 3 días, el conseguir su incapacidad y no ser dada de baja.
El colmo es el caso de un hombre de más de 60 años de edad, quien acudió a tratar de tramitar la incapacidad por Covid de uno de sus familiares que está en cama. Después de horas de hacer fila, le aclaran que debe llevar dos testigos y una “carta poder”, de lo contrario el ISSSTE no tiene manera de entregar ese documento.
Al ver esa situación, los propios enfermos que esperan su turno se organizan y entre ellos apoyan al hombre para obtener testigos y sacar adelante un trámite que se convierte como en una especie de burla para quien está enfermo, recluido en cama y no puede acudir personalmente a solicitar la incapacidad.
Así la situación, mientras que académicos de Estados Unidos, advierten que en México se avecinan semanas terribles por el contagio del Covid. Pronostican que hasta el 50 por ciento de la población sufrirá de contagio.