Jalisco: la confrontación política como estrategia de salud pública

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La forma en que el gobierno de Jalisco está enfrentando la pandemia del coronavirus contrasta de forma radical con la manera en que ha venido enfrentando al dengue y la influenza. En el caso actual se percibe más la búsqueda de rentabilidad política frente al gobierno de López Obrador, en lugar de una real preocupación por enfrentar el nuevo virus. Alfaro, otra vez utiliza un problema nacional para buscar diferenciarse del presidente de México, otra vez critica la estrategia de las secretarías de Salud y Educación federales, y opone una política diferente para enfrentar el crecimiento del bautizado Covid-19, en nuestro estado.

Durante el año 2019 la enfermedad del dengue fue un problema serio de salud pública en Jalisco, ya que más de once mil personas fueron infectadas por el mosquito transmisor, de las cuales 49 fallecieron. Hasta febrero de este año se presentaron 61 nuevos casos, cantidad 27% mayor que en el mismo período de 2019. Además, Jalisco fue el primer lugar a nivel nacional en el número de casos confirmados de dengue. Sin embargo, a pesar de la gravedad de este problema de salud pública no se ha visto de parte del gobierno de Alfaro actuar con la misma celeridad ni con la misma estridencia para “dar la cara”, como le gusta repetir, con el fin de aminorar los efectos en la población de esta enfermedad.

También en 2019 el gobierno estatal cometió una serie de pifias que nunca aceptó. Por ejemplo no empezaron una campaña de fumigación a tiempo, y cuando por fin lo hicieron utilizaron un insecticida que ya había caducado. Posteriormente Alfaro salió a decir que el incremento exponencial de la enfermedad en Jalisco era por efecto del cambio climático a nivel mundial, en lugar de enfrentar con políticas de salud el crecimiento del dengue.

Además, los diputados de Movimiento Ciudadano, por instrucciones de Alfaro, detuvieron una iniciativa de los diputados de oposición para declarar en Jalisco la alerta epidemiológica y destituir al secretario de Salud, Fernando Petersen, ello a pesar de que el Congreso de la Unión realizó un exhortó al gobierno de Jalisco para declarar esta alerta, e incluso contó con el aval de los diputados federales emecistas Tonatiuh Bravo y Verónica Beatriz Juárez Piña.

La misma negligencia se observó en el caso de la influenza a mediados de febrero pasado, cuando los principales diarios de Jalisco reportaban que Jalisco también ocupaba los primeros lugares en muertes por el virus AH1N1 que provoca la citada enfermedad. A fines de enero de este año, Jalisco registró 51 personas infectadas, de las cuales dos fallecieron. La mayoría de las infecciones se presentaron en municipios como Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque y Tonalá.

En este tenor, la Secretaría de Salud Jalisco informó que la mayoría de los infectados no se aplicaron la vacuna, buscando pasar la responsabilidad a la población, en lugar de profundizar la campaña de información y vacunación.

En estos dos fenómenos de salud pública, donde Jalisco encabezaba los enfermos y fallecidos, el gobernador Alfaro no se confrontó con el presidente López Obrador, en estos casos no buscó diferenciarse del presidente de México. Con la pandemia del coronavirus ha sido  diferente,  Alfaro ha criticado a la Secretaria de Salud y Educación, y por ello apresuró su decisión de cancelar todos los eventos públicos y cerrar las universidades y todo el sistema educativo.

La Secretaría de Salud federal ha sido muy clara en explicar que el crecimiento del fenómeno del coronavirus se compone por etapas: la etapa 1 tiene como su principal característica que todos 53 casos que existen hasta este lunes 16 son importados, no existe aún evidencia de que ya se hayan presentado personas infectadas por contagio interno, que es lo que describe la etapa dos. Por supuesto que México se encamina a la esta segunda fase, pero mientras esto ocurre existe un protocolo que indica qué medidas tomar por parte de los gobiernos.

Durante la semana pasada, el gobernador Alfaro, sin un caso de coronavirus en Jalisco, declaró la emergencia en el estado, canceló eventos masivos y luego avisó la supensión de clases en todos los niveles, a partir de este martes 17 de marzo, en lugar del día 20, como lo había indicado la Secretaría de Educación federal.

Es decir, otra vez Alfaro está usando un tema público para confrontarse con el gobierno federal. En este caso es un tema muy delicado, porque con ello contribuye a la creación de pánico entre la población, que nada ayuda a mantener la calma en estos momentos de zozobra. En estos momentos, los políticos deben mantener la calma y hacer caso de los expertos en salud pública, es decir, deben tomar decisiones con base en información científica en lugar de tomar decisiones con base en el hígado o peor aún con el único objetivo de sacar una ventaja política.

Este es un problema que ha aquejado al gobernador Alfaro desde sus inicios, pues muchas de sus decisiones políticas no han sido tomadas en función de cuidar la salud y economía de los jaliscienses, sino en función de su estrategia política que busca posicionar su imagen en el contexto nacional con la vista puesta en la elección presidencial de 2024. Así es muy difícil gobernar bien.

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