Jalisco, ¿tierra de nadie?

Por los últimos y graves acontecimientos violentos, en particular desde los asesinatos y hechos de alto impacto ─el del exgobernador Jorge Aristóteles Sandoval y del empresario Felipe de Jesús Thomé en Vallarta, y después el tiroteo en Plaza Andares, la masacre, sin motivo aparente, de 11 albañiles el 28 de febrero en la colonia Jauja y la ejecución del presunto narcotraficante, cuyo cuerpo fueron y dejaron sentado en una banca a unos pasos del Ayuntamiento en Tlaquepaque, entre otros acontecimientos muy lastimosos que se narran abajo─, Jalisco parece tierra sin ley.

Este lunes 19, casi al tiempo que familiares de algunos de los miles de desaparecidos que hay en el estado (más de 12 mil, sin contar los no denunciados) se manifestaban frente a la Casa Jalisco para exigir al gobernador Enrique Alfaro que haga algo para que aparezcan, en la colonia Chapalita, policías de Guadalajara abatían a tiros a cuatro sujetos y 33 más eran aprehendidos por otras corporaciones tras mantener a seis personas secuestradas.

Con estos hechos inició esta semana, que siguió a la anterior no menos trágica en que hubo varios asesinatos en la zona metropolitana tapatía y que culminó el sábado 17 con la ejecución de una familia en Periférico Norte a su cruce con la calle 5 de mayo en San Juan de Ocotán, en Zapopan. Ahí perdieron la vida un bebé de menos de dos años de edad, su padre y su madre que viajaban en una camioneta Cadillac último modelo. Tras el choque de la unidad contra un muro, resultó heridas una empleada del hogar y otra persona que viajaban en la parte posterior.

Después del ataque se informó que el hombre que tripulaba el automotor ─Irving Olivas─ es hermano del intérprete grupero Alfredo Olivas quien ya había sufrido un atentado en 2015 en Parras, Chihuahua, por cantarle y lanzar piropos a una mujer cuyo novio resultó ser uno de los dos agresores que le dispararon en repetidas ocasiones.

Anteriormente, el padre del cantante y del asesinado ahora, Alfredo Olivas Valenzuela, había sido tiroteado el 18 de diciembre de 2018 en la misma colonia Chapalita. Luego, ya internado en el Hospital Santa María Chapalita varios sujetos intentaron rematarlo, pero sus guardaespaldas repelieron la agresión y dieron muerte a los sicarios. Entonces se identificó a Olivas Valenzuela (El Chapo Alfredo) como integrante de la banda de Rafael Caro Quintero.

Entre los sucesos más desagradables que han pasado a últimas fechas en esta entidad, no hay que dejar de lado el secuestro de los esposos Julio Villaseñor Cabrera y Ximena Romo, junto con sus hijos Julia de año y medio e Iker de 9 años de edad y Virginia, hermana, del primero, misteriosamente desaparecieron en Acatic el 24 de marzo cuando regresaban de la Ciudad de México. También, misteriosamente regresaron a casa sin recibir daño físico dos semanas después, luego de la detención de siete policías del citado municipio, quienes habrían participado en este delito. A la fecha, se ignoran más detalles de ese cautiverio.

Como quiera, ante esta delincuencia de secuestros, chantajes, ejecuciones y desapariciones forzadas, parece que en Jalisco opera la ley de la selva y somos, o así parece, una tierra sin ley.

En la ciudades como Guadalajara y sus alrededores la percepción de inseguridad generalizada oscila entre el 70.3 y el 84 por ciento, de acuerdo con los últimos datos del INEGI.

En tanto, se percibe una impunidad similar al porcentaje anterior y eso hace todavía más vulnerable, más débil a la ciudadanía frente a las distintas clases de delitos. Y tanto más que en los últimos se cuentan por decenas los casos de corrupción en las más altas autoridades del Poder Judicial.

De recién que Enrique Alfaro Ramírez tomó posesión, se comprometió a terminar tanto con la impunidad como con el tráfico de la justicia desde el Supremo Tribunal hacia abajo y eso no lo hemos visto y, como parece, la deuda con los jaliscienses sigue de mal en peor.

Como candidato que fue, le reclamó varias veces a Aristóteles Sandoval que si no podía con el paquete que renunciara.

Ahora, no faltan voces que le reviran la misma demanda, en tanto él parece más preocupado por las campañas políticas, y en especial por su partido para seguir teniendo mayoría en el Congreso local y en las principales cabeceras municipales, que por la seguridad y bienestar de sus gobernados.