Jesús Morales Tolama
En los tiempos actuales, los comunicadores, sobre todo quienes se autocalifican como prestigiados, se enredan con su propia lengua.
Es el caso de Joaquín López-Dóriga, a quien le urgía ver víctimas mortales por el Cvid-19 al inicio de la pandemia. Tan le urgía a la derecha, de la que es vocero, que anunció casi en plan de reclamo al gobierno federal la muerte del empresario José Kuri, quien afortunadamente no murió.
Por cierto, nunca se escuchó una disculpa por esta pifia de novatos, por querer ganar la nota.
Quien sí murió fue una persona cercana al periodista. López-Dóriga, con la facilidad de tener un micrófono para comunicar, anunció que su escolta Ramón Malagón fue víctima del coronavirus.
En un video comentó este deceso, con la misma retórica de culpar al gobierno de López Obrador, quien ha estado haciendo esfuerzos extraordinarios, en conjunto con su equipo de Salud, para abatir la pandemia.
¿Por qué se enreda con su propia lengua?
Porque el mismo gobierno federal ha hecho recomendaciones de que se vayan a su casa los trabadores que no tengan que desempeñar trabajos esenciales.
La pregunta es válida: ¿el trabajo desempeñado por el escolta era esencial?
Entonces, por lógica, la responsabilidad es del empleador, en este caso López-Dóriga, por hacerlo trabajar, igual que al resto de su equipo de seguridad, en actividades no esenciales.
Es fácil culpar al gobierno ¿Quién entonces asume sus responsabilidades?