Junta Federal de Conciliación #17, prepotencia y rezago de la justicia laboral

29 de agosto de 2022.- Un trámite que apenas si requiere de 15 segundos frente a la ventanilla de Oficialía de Partes de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje número 17, se traduce en una pérdida de tiempo de 40 minutos, frente a una empleada que no entiende de prisas, que ignora al usurario y que, con toda calma coteja, sella y revisa el cerro de documentos que tiene frente a ella, antes de atener con calidez y rapidez a las personas.

 

Esto sucede en la oficina central de Guadalajara de una Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA) que está a punto de desaparecer por la Reforma al Sistema de Justicia Laboral para darle entrada a los tribunales laborales y que, en enero, sumaba 557 mil 472 expedientes en sus 66 juntas del país. Una agonía que se refleja en el mal trato a los usuarios y la decadencia de sus oficinas.

El reto de esa recepcionista es demostrar quién tiene mayor paciencia: la persona que demanda justicia laboral y aparece formada en la fila o la empleada que debe demostrar que nada ni nadie la incómoda en su posición de burócrata encumbrada tras el mostrador.

La empleada con el cubrebocas mal puesto y bajo su nariz, ni siquiera ve “la cola” de abogados o trabajadores que crece y se hace chiquita conforme se comprueba la absoluta desatención.

Al ver el altero de hojas en el que está sumergida la empleada de la junta, un litigante laborista quiere presumir sus influencias y le pide a la primera en la fila, que le permita pasar para que sólo le sellen un documento, pero la mujer del principio se molesta y le aclara que ella tiene rato esperando para hacer el mismo trámite, sellarle una hoja de recibida.

Muchos minutos después la dama tras el mostrador toma su botella de litro y medio de agua Ciel y da un largo y prolongado trago al líquido, mientras clava sus ojos en la fila del infelizaje, pero sin decir una sola palabra, sólo mira a lo usurarios y los ignora, antes de continuar en lo suyo.

La primera en “la cola” no da crédito a la desatención y de manera temerosa pregunta a la mujer que si acaso no existe alguien más que queda recibir un escrito y plasmar un sello en una hoja. La respuesta es contundente y despiadada: “No”.

De nuevo el abogado que presume gran prisa –ataca- busca dejarle el escrito a la empleada, tras argumentar que su audiencia acaba de iniciar y que ya no puede mantenerse en la fila. Y de nuevo la respuesta de la recepcionista de la junta es humillante: “No”.

La Junta Federal de Conciliación y Arbitraje 17, instalada en la planta baja de Palacio Federal, ubicada sobre Paseo Alcalde, en la ciudad de Guadalajara parece el reflejo de cualquier escena de la decadente burocracia cubana, por todos lados hay papeles sin orden lógico: Documentos, oficios, expedientes, carpetas o demandas amontonados en escritorios, cajas y en el suelo.

En las instalaciones de ese lugar se carece de señalética, hay que preguntar para ver dónde esta Oficialía de Partes, o en qué lugar se ubica la Presidencia para tratar de presentar una queja por el mal servicio, además de las cientos de hojas de expedientes en desorden.

¿Qué pensará Luisa María Alcalde, secretaria del Trabajo y Previsión Social de esta pocilga de Junta?

¿Tendrá ida idea esa funcionaria federal de que existe este lugar en Guadalajara?

¿Sabrá algo del trato despótico de los empleados a los usuarios?

¿Nadie nunca le habrá solicitado a la presidenta de esa Junta que coloque letreros distintivos de cada uno de módulos?

¿Sabrá que deben existir leyendas de evacuación ante un momento de emergencia?

¿La retención y la demora o pérdida del tiempo en cada uno de los trámites no es corrupción que afecta a los trabajadores que demandan justicia laboral?

¿O será que como ya desaparecerán las Juntas, no les importa la atención ofrecida a los usuarios?