La contradicción de Pablo Lemus

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Pablo Lemus fue, desde la Confederación de Cámaras Industriales, el látigo que fustigó los abusos en las adquisiciones de bienes y servicios de la administración municipal de Guadalajara, en el trienio de Aristóteles Sandoval. Ante los embates de administraciones abusivas y torpes en Zapopan de los partidos de Acción Nacional y el Revolucionario Institucional, llegó como oferta de una nueva propuesta, el líder empresarial,  hijo a su vez de distinguidos empresarios, comerciantes  de la música. Venía ahora vestido de candidato de Movimiento Ciudadano a alcalde, prometía y la sociedad creyó en él para demostrar lo que debería ser una administración eficiente y honesta.

En el proyecto lo acompañaban otros líderes de organizaciones empresariales: Juan José Frangie y Francis Bujaidar. Era un equipo de alto impacto, cuando menos así lo compraron los electores. Sin embargo, en el trayecto del mundo empresarial al de la función pública, sufrieron una extraordinaria transformación, se convirtieron en un lapso pequeño en los monstruos que decían combatir al hacer negocios a costa de la administración municipal.

La desconfianza inició con el arranque del gobierno al aparecer como operadores de la administración, negociantes vestidos de empresarios, quienes tomaron el control de las áreas contratantes. Algunos de estos personajes tenían origen en las administraciones de Acción Nacional, de manera destacada con el cuestionado expresidente municipal de Zapopan, Juan Sánchez Aldana.

Después de la experiencia en Guadalajara, en la que Lemus había sido crítico de Aristóteles Sandoval en los desaseados procesos de adquisiciones, las expectativas sociales en la administración de Zapopan eran prometedoras. Lo menos que se esperaba era que reprodujera las conductas que había criticado antes.

La inquietud de quienes habían votado por Lemus creció cuando se iniciaron procesos para la compra desmesurada en cantidades y precios de materiales para el alumbrado público, así como la innecesaria contratación de empresas para otorgar el mismo servicio a costo exagerado, con la evidente desaprobación de la opinión pública. Los detalles los brindaron los competidores, que señalaron la parcialidad de la administración para favorecer a determinados proveedores, lo que prefiguraba arreglos oscuros e  ilícitos.

El escándalo en adquisiciones solamente fue el presagio de los excesos que se cometerían en las obras públicas con sobreprecio, mal diseñadas y mal ejecutadas. Hechas donde no eran necesarias y bajo sospecha de arreglos con los constructores. Se pavimentan calles con exagerados arreglos, lo que aumenta innecesariamente su costo. Sustituyen pavimentos de calles y avenidas en buen estado y dejan sin atender obras necesarias en calles destrozadas. Realizan obras suntuosas en sacrificio de obras básicas para colonias marginales. En fin, se privilegia el gasto sobre el costo, utilidad y beneficio social.

Una de las obras emblemáticas de falta de planeación en sacrificio de otras y realizada sin la debida planeación, con proyectos armados sobre las rodillas, fue la de la avenida Eva Briseño, de la ahora colonia Santa Fe. Construida contra la oposición de los vecinos que la consideraban un gasto inútil y oneroso, en la que se taparon las bocas de tormenta y se omitieron pozos de absorción.

En el primer aguacero provocó la obra lo previsto, tumultuosas corrientes desde las avenidas de la parte alta de la cabecera municipal, que tomaron la avenida como cauce acelerador. Sin los filtros tradicionales que absorben parte del caudal y reducen su velocidad, destrozaron las aguas todo a su paso, para inundar al final la avenida Patria y desbordar el canal, causando graves daños a personas, viviendas y vehículos. Las aguasdesembocaron en Plaza Patria, en que también se realizaban obras sin planificar. Los daños a los bienes de los locatarios y los clientes fueron severos, ante la incompetencia de una administración municipal que no supo presentar una explicación racional. Los problemas sufridos habían sido advertidos oportunamente en un reportaje del periódico Mural. Las acciones fueron previas a la elección de 2018, de las que la desconfiada opinión pública veía como fuente de recursos, para la campaña de reelección de Lemus. Por supuesto, también previa al inicio del temporal de lluvias.

Valdría la pena añadir que el gobierno de Peña Nieto había otorgado a las administraciones de Guadalajara y Zapopan más de siete mil millones de pesos para infraestructura hidráulica, a fin de resolver el problema de inundaciones del Valle de Atemajac. Refleja el resultado de las inundaciones la aplicación inadecuada de las obras, que resultaron inútiles al final, a pesar de la enorme inversión. Además, desde luego de los abusos y corruptelas que afloran por la inutilidad de la inversión federal y la manoseada aplicación municipal directa. Acciones que al final reflejan la incompetencia y la falta de interés de la administración por los problemas que aquejan al municipio, a tiempo que obtienen grandes ingresos al ser planeadas para su utilidad personal.

Para la mala suerte de los habitantes de Zapopan, asunto en el que se hermanan a la población de todo el estado, las propuestas electorales de los otros partidos políticos reflejaron en la elección de 2018, la ausencia de liderazgos sólidos. Los anodinos candidatos, en la mayoría de los casos con desprestigio, permitieron a los candidatos de Movimiento Ciudadano obtener triunfos ante oposiciones desdibujadas.

La ciudadanía quedó en el desamparo ante la ausencia de candidatos honestos y eficientes, que presentaran competencia real para la mejora de la administración pública de Zapopan, que ante la ausencia de oferta votó con desgano por personajes como Pablo Lemus, con un presagiado oscuro futuro de torpeza, abuso e incompetencia.

 

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